sábado, 30 de abril de 2011

LA CUSTODIA COMPARTIDA


Por faisel iglesias

Los niños necesitan, para lograr un desarrollo armónico de sus personalidades, de papá y mamá en igualdad de condiciones. Sin embargo más del 95% de los niños en Puerto Rico, después de un divorcio, solo cuentan, en el proceso de su formación con la figura materna. Es una vieja historia caribeña que nos viene desde la época de la esclavitud, donde el hombre solo tenía derecho a aportar el espermatozoide.

Cuando un niño ve a su padre solo cada quince días, comienza a sentirlo como una persona ajena que viene a arrancarlo de su seno materno. Ello le provoca una sensación de desamparo y comienza a rechazarlo.Este, al percatarse, a su vez, termina por alejarse del menor, porque en definitiva se percata que la relación es enfermiza.

Esta realidad produce el síndrome de alienación Parental, que significa trastornar mentalmente, desposeer o privar a un ser de algo y es, según la ley y la jurisprudencia, un maltrato a la infancia.

Los hijos que sufren este síndrome, pueden llegar a desarrollan un odio patológico e injustificado hacia el progenitor alienado de consecuencias devastadoras en su desarrollo para el quedan totalmente indefensos. No es únicamente cuestión de que no puedan llegar jamás a establecer relaciones positivas con el padre/madre alejado, sino que sus propios procesos de razonamiento han sido interrumpidos, coaccionados y dirigidos hacia patrones patológicos. El menor no podrá comprender esta circunstancia, ni llegará a ver clara su trascendencia, aunque se le explique y demuestre con hechos, datos y con razonamientos objetivos y lógicos.

La solución a esta realidad es la custodia compartida, que permite garantizar el equilibrio emocional y psicológico del los menores, al permitirle compartir el afecto y la presencia de ambos. Los padres son dos y no es el menor quien se divorcia.

Las distintas experiencias en custodia compartida han demostrado que se reduce el fracaso escolar, las posibles carencias de afectividad, facilita la distribución de las tareas de crianza, de educación, la participación en la toma de decisiones, mejora adaptación a su entorno, los niveles de autoestima y confianza en sí mismo y crea las condiciones para menos interferencias de nuevas parejas de los progenitores y, por tanto, menos probabilidades de maltrato físico y emocional.

En la actualidad, en Puerto Rico, en los juicios por la custodia de los hijos el hombre es un convidado de piedra. Si hay custodia compartida es porque la mujer quiere, a pesar de que el discrimen por razón de sexo es inconstitucional y fuente de violencia, como toda injusticia; un crimen contra los niños. Es una violación al derecho de igualdad ante la ley, al derecho a la identidad, a la dignidad humana.

Quien permite que le sea sustraído un derecho fundamental, se convierte en una persona que acepta la alienación y la indignidad, sitúa a sus hijos en niveles de desprotección, permite la confusión terminológica y jurídica entre matrimonio y familia - de graves consecuencias sociales que hace que se separe lo que hay que salvaguardar (familia: padre-hijos) mientras mantiene lo que hay que disolver (las relaciones dañinas, oportunistas: parejas sin amor) - y permite que se le criminalice sin haber cometido delito, pues de lo contrario no podría ser privado de convivir con sus hijos en igualdad de condiciones, aceptando que los derechos del padre custodio estén por encima del derecho de los hijos, pervirtiendo el espíritu y la esencia de la constitución.

Para los psicólogos, el Tribunal Supremo y el Senado de Puerto Rico, la custodia compartida es lo ideal. Paradójicamente – y aunque hablan de igualdad - la Cámara, la Oficina de la Procuradora de la Mujery el Departamento de la Familia, frenan el proyecto de ley.

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