martes, 29 de mayo de 2012

JULIO RODIL RIVERA: LA HISTORIA DE UN NINO ROBADO

¿JULIO FAISEL IGLESIAS RIVERA?

COPREVI le hace un homenaje a cinco Constructores de PAZ--Madre Teresa, Ghandi, José Vargas Vidot, Sor Isolina Ferré, y Martin Luther King

Paternidad, Custodia Compartida y Paz: ¿Dónde está mi papá?

A Julio Faisel
y Eduardo Faisel,
A modo de pedirle perdon a mis hijos sin plena paternidad...

Y a Patry.
julio faisel web 
Cuba y Puerto Rico - De un pajaro las dos alas -, como todas las islas del Caribe, donde la industria azucarera fue su motor económico y la esclavitud el modo de producción fundamental, durante un largo periodo ha sufrido un trauma en el desarrollo histórico de la célula fundamental de la sociedad: la familia.

El hombre no tenía más derecho que aparearse, de conformidad con los intereses del amo. No tenía derecho a sus propios hijos. Uno de los modos de defensa fue procurar desentenderse de ese vínculo que agudizaba el sufrimiento. La mujer, en su condición de madre, en virtud de la ley natural de la maternidad, paso a ocupar el lugar principal en la familia.

Sin embargo, los niños necesitan, para lograr un desarrollo armónico de sus personalidades, de papá y mamá en igualdad de condiciones. Es necesario enderezar el árbol que la historia torcio. La igualdad del hombre y la mujer es también, un derecho constitucional y un problema de dignidad humana. Sin embargo un alto porcentaje de los niños en Puerto Rico solo cuentan, en el proceso de su formación, con la figura materna.

Para peor situación, en aquellos casos en que padres están dispuesto a ocuparse de sus hijos, teniendo las aptitudes requeridas, los tribunales los ignoran, y en un alto porcentaje de los casos solo son convidados de piedra, sin más derecho que aportar una elevada pensión – que muchas veces les impide rehacer sus vidas – y ver a sus hijos cada quince días.

Cuando un niño ve a su padre solo cada quince días, comienza a verlo como la persona ajena a su vida que solo viene a arrancarlo del seno donde él vive junto a la persona que le complementa su vida. Ello le provoca una sensación de desamparo y comienza a rechazar a su propio padre. Este, a su vez, al percatarse de esta situación, termina por alejarse del menor, porque en definitiva se percata que la relación es enfermiza.
 
Esta realidad produce alienación. Alienar significa (según el diccionario de la RAE) trastornar mentalmente pero también, y esta es la definición que nos atañe, el acto de desposeer o privar de algo. También significa quitar, pasar o transmitir a otro el dominio de una cosa. En este sentido los principales responsables de la creación del síndrome de alienación en nuestros hijos y en el resto de los miembros de la familia son los jueces.

Los hijos que sufren este síndrome, pueden llegar a desarrollan un odio patológico e injustificado hacia el progenitor alienado que tiene consecuencias devastadoras en el desarrollo físico y psicológico. Otras veces, sin llegar a sentir odio, este síndrome provoca en el niño un deterioro de la imagen que tiene del padre alienado, resultando de mucho menos valor sentimental o social que la que cualquier niño tiene y necesita de sus progenitores: "el niño/a no se siente orgulloso de su padre/madre como los demás niños".

Esta es una forma de maltrato infantil institucional que producirá daños en su desarrollo psicológico a largo plazo, cuando en la edad adulta ejerza su papel de progenitor. No es casual que en Puerto Rico, donde un alto porcentaje de los niños son criados por sus madres, después de adultos, se manifiestan como hombres que utilizan la violencia contra las mujeres.

Está demostrado científicamente que los seres humanos nacen con la capacidad de percibir cuando un padre está manipulando sus relaciones con el otro progenitor. Y no lo perdonaran nunca y lo expresan de distintas maneras y todas ellas de manera antisocial.

Según especialistas en la materia, algunos indicadores típicos que permitirían detectar síntomas de aplicación del Síndrome de Alienación Parental son los siguientes:

• Impedimento por parte de uno de los progenitores a que el otro progenitor ejerza el derecho de convivencia con sus hijos
• Desvalorizar al otro progenitor.
• Subestimar los sentimientos de los niños hacia el otro progenitor.

En los niños se puede detectar cuando éstos no pueden dar razones o dan explicaciones absurdas e incoherentes para justificar el rechazo; y también si utilizan frases o palabras impropias de su edad o llegando incluso a recordar y mencionar situaciones que no han sucedido.

 Los niños que sufren este maltrato quedan totalmente indefensos e incapacitados para ayudarse a sí mismos. Sólo pueden esperar que los adultos lleguen a resolver el problema para liberarse de esta pesadilla. Si el problema entre los adultos no se resuelve, el niño queda abandonado y crece con pensamientos disfuncionales.

No es únicamente cuestión de que el niño pueda no llegar jamás a establecer relaciones positivas con el padre/madre alejado, sino que sus propios procesos de razonamiento han sido interrumpidos, coaccionados y dirigidos hacia patrones patológicos. Los menores que sufren esto, relacionan sus frustraciones con los pensamientos o recuerdos asociados al progenitor alienado, y por tanto desarrollan conforme van creciendo, una tendencia a proyectar toda su negatividad psicológica sobre la imagen que tienen de tal progenitor, lo que termina por destruir tal imagen y a la larga la relación.

El menor no podrá comprender esta circunstancia, ni llegará a racionalizarla para superarlo o no actuar bajo su influjo, ni llegará a ver clara su trascendencia, aunque se le explicase y demostrase con hechos, datos, y con razonamientos objetivos y lógicos, incluso por terceras personas imparciales, hasta una edad adulta muy avanzada.

Se ha aceptado ampliamente que los patrones de maltrato o abuso físico no podrán ser desarraigados hasta que el sujeto no realice una elección consciente. Así encontramos que los patrones de abuso emocional y psicológico serán transmitidos también de una generación a otra.

Si los tribunales no intervienen el padre alienado no tiene ninguna oportunidad. El progenitor alienado compara su pesar al producido por la muerte de un hijo/a. La única esperanza es que algún día, alguien, se acerque a sus hijos y les explique lo patológico de lo sucedido y que los niños, voluntariamente, comiencen a reconstruir una relación con su padre/madre perdido. Este proceso, es destructivo para el niño y para el padre alienado, y produce sociedades enfermas, como la que vivimos.

Algunas investigaciones psicológicas revelan una caída en la autoestima del padre o de la madre que se limita a estar con su hijo durante las visitas. "Se ven desposeídos de una serie de atributos como padres, no se atreven a imponer reglas, a cambiar las del otro, a interactuar con sus hijos. Se acercan a ellos con miedo. Esto provoca un deterioro en la relación y un mayor distanciamiento.

La solución a esta dramática realidad es la custodia compartida. La custodia compartida permite garantizar el equilibrio emocional y psicológico de aquellos menores que atraviesan la experiencia de presenciar la separación de sus padres, pues es importante para el niño compartir el afecto y la presencia de ambos.
Los padres son dos siempre y el niño tiene derecho a gozar del cariño, del afecto y del tiempo del padre y de la madre. Esta medida recoge esta necesidad y reconoce este derecho". Los adultos nos tenemos que adaptar a los derechos del niño. Toda injusticia es fuente de violencia. La custodia compartida nos proveerá una cultura de paz.

Es precisamente por el abuso de uno de los padres que ya hay países, como el Perú, que al establecer la institución de la "custodia compartida" han consagrado que se precisa que en el caso específico que haya un desacuerdo entre los padres, el juez priorizará el otorgamiento de la tenencia o custodia de los hijos, al que garantice el derecho del menor a mantener el contacto con el otro progenitor.

 Las distintas experiencias en custodia compartida han demostrado que se reduce el fracaso escolar, así como las posibles carencias de afectividad. La presencia de las dos figuras, paterna y materna, en la educación facilita una distribución de las tareas de crianza, la participación en la toma de decisiones y la superación del cliché machista de "padre proveedor" y "madre cuidadora".

Los hijos deben tener padre y madre y eso no se les puede quitar ni con ley ni sin ella: los padres también tienen el derecho a educar, formar y a convivir con sus hijos. Esta es una injusticia que, paradójicamente, consagran los tribunales en Puerto Rico.

La custodia compartida mejora adaptación del niño a su entorno; mayor rendimiento escolar. Mayor satisfacción con la distribución de los tiempos de convivencia. Mayores niveles de autoestima y confianza en sí mismo. Mejor relación con cada uno de sus padres. Menos problemas psíquicos o síntomas de estrés psicosomático. Menos interferencias de nuevas parejas de los progenitores. Menos probabilidades de maltrato físico.

La custodia compartida favorece también a los padres en cuanto: más cooperación. Más satisfacción en la relación con los hijos. Menos recurso a la presión psicológica y a la culpabilizarían del otro progenitor.
En la actualidad, en Puerto Rico, en los juicios por la custodia de los hijos el hombre es un convidado de piedra. "Si hay custodia compartida es porque la mujer quiere, pero si ella no ofrece esa opción, el hombre no tiene posibilidades. Si no se llega a un acuerdo entre los padres, el 95% de los casos que llegan a juicio salen a favor de las mujeres, El discrimen por razón de sexo es inconstitucional y fuente de violencia, como toda injusticia.

En Puerto Rico los padres no se están implicando del mismo modo que las madres en la crianza de los hijos, algo que se achaca a factores históricos, culturales y a la política pública. Se trata de una sociedad que viene de la esclavitud donde los hombres no tenían más derecho que aparearse según la conveniencia del amo. La relación afectiva del hombre con su descendencia podía significar más dolor. Desde entonces el hombre puertorriqueño evade una relación en la que siempre ha estado en desventaja y donde solo ha logrado cargas económicas, desarraigo y dolor. Sobre el tema hay estudios desde el siglo pasado por el etnólogo Don Fernando Ortiz y más recientemente Antonio Benítez Rojo, ente otros.

La custodia monoparental (al estilo de Riquy Martin) es un crimen contra los niños con el que colabora todo aquel que no se opone a la misma. Renunciar al cuidado de nuestros hijos atenta contra el derecho de nuestros hijos a tener padre y madre en igualdad de condiciones.

Quien permite que le sea sustraído un derecho fundamental como la paternidad, renuncia a un derecho natural, reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y se convierte en una persona que acepta la alienación y la indignidad. Y para ser indigno mejor no ser.

La persona que acepta que uno de los padres asume la custodia de sus hijos permite confusión terminológica y jurídica entre matrimonio y familia, confusión de graves consecuencias sociales que hace que se separe lo que hay que salvaguardar (familia) mientras se mantiene lo que hay que disolver (las relaciones dañinas, oportunistas, matrimonio sin afecto y sin respeto) y permite que se le criminalice pues de lo contrario no podría ser privado del derecho fundamental a convivir con sus hijos en igualdad de condiciones. De hecho se trata de una criminalización de la figura paterna que comporta graves consecuencias en el desarrollo psicológico de los hijos.

La persona que acepta la separación de sus hijos asume su discriminación por razón de sexo, situándose al margen de la justicia. Las sociedades modernas establecen en sus constituciones la igualdad y rechazan la discriminación. Quien rechaza la custodia compartida acepta que los derechos del padre custodio estén por encima del derecho de los hijos, pervirtiendo el espíritu y la esencia de la constitución. Quien rechaza la custodia compartida hace dejación de un derecho fundamental e inalienable: proporcionar alimento y protección directamente a su descendencia, siendo su situación contraria a la que corresponde a cualquier cultura tanto humana como animal.

La conculcación del derecho a cuidar a nuestros hijos en igualdad de condiciones tiene graves consecuencias en el mantenimiento de la relación afectiva y personal de los hijos con aquellos padres que aceptan no ser proveedores directos de protección y alimento y lesiona para siempre los rasgos de la personalidad de sus hijos

La persona que acepta la custodia monoparental sabe que sus hijos se situaran en niveles de desprotección de los que dan cuenta los estudios sobre violencia doméstica, lo que constituye una grave irresponsabilidad. Y además, asume para sí y para sus hijos un juicio injusto en el que no existe "delito" alguno y no obstante serán castigados con la privación de un derecho.

El que renuncia a la custodia de sus hijos los expone al síndrome de alineación parental que se define comúnmente como el establecimiento de barreras hacia la relación o, incluso, la incitación a odiar al progenitor no custodio por parte del progenitor que detenta la custodia mono parental.

Cuando se prueba la mala voluntad del progenitor custodio en la creación del síndrome de alienación parental, éste debe ser considerado un delito por la justicia y debe ser castigado con la suspensión del derecho a la patria potestad e incluso con el cambio de custodia a favor de padre no custodio, porque en derecho constituye un delito a tenor de la Ley 177 de 2003, conocida como la Ley sobre maltrato a menores.

Para los psicólogos, la custodia compartida es lo ideal salvo que uno de los cónyuges maltrate al menor o que los padres no estén de acuerdo en este sistema

Nota: El menor de la foto aparecio en facebook.com con el nombre de Julio A. Rodil. Su verdadero nombre es Julio Faisel Iglesias.

Lic. Faisel IglesiasFaisel Iglesias. Nacido en 1953 en Pilotos, Pinar del Río. Graduado de Derecho en la Universidad de La Habana. En 1991 la editorial Letras Cubanas publicó parcialmente su novela EL Olor de la Tierra, que fue prohibida por el Gobierno de la isla el mismo día de su lanzamiento. Obra que fue presentada en 1996 en la Feria Internacional del Libro de Miami. En 2008, ya en el exilio, fue proclamado Delegado para el Caribe de la Corriente Liberal de la Disidencia Cubana. En la actualidad vive y trabaja como abogado en Puerto Rico. Es miembro de la Junta Editora de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, y ha escrito ampliamente sobre temas de paternidad compartida en Puerto Rico.

lunes, 28 de mayo de 2012

JULIO FAISEL IGLESIAS RIVERA

COPREVI le hace un homenaje a cinco Constructores de PAZ--Madre Teresa, Ghandi, José Vargas Vidot, Sor Isolina Ferré, y Martin Luther King

Paternidad, Custodia Compartida y Paz: ¿Dónde está mi papá?

A Julio Faisel
y Eduardo Faisel,
A modo de pedirle perdon a mis hijos sin plena paternidad...

Y a Patry.
julio faisel web 
Cuba y Puerto Rico - De un pajaro las dos alas -, como todas las islas del Caribe, donde la industria azucarera fue su motor económico y la esclavitud el modo de producción fundamental, durante un largo periodo ha sufrido un trauma en el desarrollo histórico de la célula fundamental de la sociedad: la familia.

El hombre no tenía más derecho que aparearse, de conformidad con los intereses del amo. No tenía derecho a sus propios hijos. Uno de los modos de defensa fue procurar desentenderse de ese vínculo que agudizaba el sufrimiento. La mujer, en su condición de madre, en virtud de la ley natural de la maternidad, paso a ocupar el lugar principal en la familia.

Sin embargo, los niños necesitan, para lograr un desarrollo armónico de sus personalidades, de papá y mamá en igualdad de condiciones. Es necesario enderezar el árbol que la historia torcio. La igualdad del hombre y la mujer es también, un derecho constitucional y un problema de dignidad humana. Sin embargo un alto porcentaje de los niños en Puerto Rico solo cuentan, en el proceso de su formación, con la figura materna.

Para peor situación, en aquellos casos en que padres están dispuesto a ocuparse de sus hijos, teniendo las aptitudes requeridas, los tribunales los ignoran, y en un alto porcentaje de los casos solo son convidados de piedra, sin más derecho que aportar una elevada pensión – que muchas veces les impide rehacer sus vidas – y ver a sus hijos cada quince días.

Cuando un niño ve a su padre solo cada quince días, comienza a verlo como la persona ajena a su vida que solo viene a arrancarlo del seno donde él vive junto a la persona que le complementa su vida. Ello le provoca una sensación de desamparo y comienza a rechazar a su propio padre. Este, a su vez, al percatarse de esta situación, termina por alejarse del menor, porque en definitiva se percata que la relación es enfermiza.
 
Esta realidad produce alienación. Alienar significa (según el diccionario de la RAE) trastornar mentalmente pero también, y esta es la definición que nos atañe, el acto de desposeer o privar de algo. También significa quitar, pasar o transmitir a otro el dominio de una cosa. En este sentido los principales responsables de la creación del síndrome de alienación en nuestros hijos y en el resto de los miembros de la familia son los jueces.

Los hijos que sufren este síndrome, pueden llegar a desarrollan un odio patológico e injustificado hacia el progenitor alienado que tiene consecuencias devastadoras en el desarrollo físico y psicológico. Otras veces, sin llegar a sentir odio, este síndrome provoca en el niño un deterioro de la imagen que tiene del padre alienado, resultando de mucho menos valor sentimental o social que la que cualquier niño tiene y necesita de sus progenitores: "el niño/a no se siente orgulloso de su padre/madre como los demás niños".

Esta es una forma de maltrato infantil institucional que producirá daños en su desarrollo psicológico a largo plazo, cuando en la edad adulta ejerza su papel de progenitor. No es casual que en Puerto Rico, donde un alto porcentaje de los niños son criados por sus madres, después de adultos, se manifiestan como hombres que utilizan la violencia contra las mujeres.

Está demostrado científicamente que los seres humanos nacen con la capacidad de percibir cuando un padre está manipulando sus relaciones con el otro progenitor. Y no lo perdonaran nunca y lo expresan de distintas maneras y todas ellas de manera antisocial.

Según especialistas en la materia, algunos indicadores típicos que permitirían detectar síntomas de aplicación del Síndrome de Alienación Parental son los siguientes:

• Impedimento por parte de uno de los progenitores a que el otro progenitor ejerza el derecho de convivencia con sus hijos
• Desvalorizar al otro progenitor.
• Subestimar los sentimientos de los niños hacia el otro progenitor.

En los niños se puede detectar cuando éstos no pueden dar razones o dan explicaciones absurdas e incoherentes para justificar el rechazo; y también si utilizan frases o palabras impropias de su edad o llegando incluso a recordar y mencionar situaciones que no han sucedido.

 Los niños que sufren este maltrato quedan totalmente indefensos e incapacitados para ayudarse a sí mismos. Sólo pueden esperar que los adultos lleguen a resolver el problema para liberarse de esta pesadilla. Si el problema entre los adultos no se resuelve, el niño queda abandonado y crece con pensamientos disfuncionales.

No es únicamente cuestión de que el niño pueda no llegar jamás a establecer relaciones positivas con el padre/madre alejado, sino que sus propios procesos de razonamiento han sido interrumpidos, coaccionados y dirigidos hacia patrones patológicos. Los menores que sufren esto, relacionan sus frustraciones con los pensamientos o recuerdos asociados al progenitor alienado, y por tanto desarrollan conforme van creciendo, una tendencia a proyectar toda su negatividad psicológica sobre la imagen que tienen de tal progenitor, lo que termina por destruir tal imagen y a la larga la relación.

El menor no podrá comprender esta circunstancia, ni llegará a racionalizarla para superarlo o no actuar bajo su influjo, ni llegará a ver clara su trascendencia, aunque se le explicase y demostrase con hechos, datos, y con razonamientos objetivos y lógicos, incluso por terceras personas imparciales, hasta una edad adulta muy avanzada.

Se ha aceptado ampliamente que los patrones de maltrato o abuso físico no podrán ser desarraigados hasta que el sujeto no realice una elección consciente. Así encontramos que los patrones de abuso emocional y psicológico serán transmitidos también de una generación a otra.

Si los tribunales no intervienen el padre alienado no tiene ninguna oportunidad. El progenitor alienado compara su pesar al producido por la muerte de un hijo/a. La única esperanza es que algún día, alguien, se acerque a sus hijos y les explique lo patológico de lo sucedido y que los niños, voluntariamente, comiencen a reconstruir una relación con su padre/madre perdido. Este proceso, es destructivo para el niño y para el padre alienado, y produce sociedades enfermas, como la que vivimos.

Algunas investigaciones psicológicas revelan una caída en la autoestima del padre o de la madre que se limita a estar con su hijo durante las visitas. "Se ven desposeídos de una serie de atributos como padres, no se atreven a imponer reglas, a cambiar las del otro, a interactuar con sus hijos. Se acercan a ellos con miedo. Esto provoca un deterioro en la relación y un mayor distanciamiento.

La solución a esta dramática realidad es la custodia compartida. La custodia compartida permite garantizar el equilibrio emocional y psicológico de aquellos menores que atraviesan la experiencia de presenciar la separación de sus padres, pues es importante para el niño compartir el afecto y la presencia de ambos.
Los padres son dos siempre y el niño tiene derecho a gozar del cariño, del afecto y del tiempo del padre y de la madre. Esta medida recoge esta necesidad y reconoce este derecho". Los adultos nos tenemos que adaptar a los derechos del niño. Toda injusticia es fuente de violencia. La custodia compartida nos proveerá una cultura de paz.

Es precisamente por el abuso de uno de los padres que ya hay países, como el Perú, que al establecer la institución de la "custodia compartida" han consagrado que se precisa que en el caso específico que haya un desacuerdo entre los padres, el juez priorizará el otorgamiento de la tenencia o custodia de los hijos, al que garantice el derecho del menor a mantener el contacto con el otro progenitor.

 Las distintas experiencias en custodia compartida han demostrado que se reduce el fracaso escolar, así como las posibles carencias de afectividad. La presencia de las dos figuras, paterna y materna, en la educación facilita una distribución de las tareas de crianza, la participación en la toma de decisiones y la superación del cliché machista de "padre proveedor" y "madre cuidadora".

Los hijos deben tener padre y madre y eso no se les puede quitar ni con ley ni sin ella: los padres también tienen el derecho a educar, formar y a convivir con sus hijos. Esta es una injusticia que, paradójicamente, consagran los tribunales en Puerto Rico.

La custodia compartida mejora adaptación del niño a su entorno; mayor rendimiento escolar. Mayor satisfacción con la distribución de los tiempos de convivencia. Mayores niveles de autoestima y confianza en sí mismo. Mejor relación con cada uno de sus padres. Menos problemas psíquicos o síntomas de estrés psicosomático. Menos interferencias de nuevas parejas de los progenitores. Menos probabilidades de maltrato físico.

La custodia compartida favorece también a los padres en cuanto: más cooperación. Más satisfacción en la relación con los hijos. Menos recurso a la presión psicológica y a la culpabilizarían del otro progenitor.
En la actualidad, en Puerto Rico, en los juicios por la custodia de los hijos el hombre es un convidado de piedra. "Si hay custodia compartida es porque la mujer quiere, pero si ella no ofrece esa opción, el hombre no tiene posibilidades. Si no se llega a un acuerdo entre los padres, el 95% de los casos que llegan a juicio salen a favor de las mujeres, El discrimen por razón de sexo es inconstitucional y fuente de violencia, como toda injusticia.

En Puerto Rico los padres no se están implicando del mismo modo que las madres en la crianza de los hijos, algo que se achaca a factores históricos, culturales y a la política pública. Se trata de una sociedad que viene de la esclavitud donde los hombres no tenían más derecho que aparearse según la conveniencia del amo. La relación afectiva del hombre con su descendencia podía significar más dolor. Desde entonces el hombre puertorriqueño evade una relación en la que siempre ha estado en desventaja y donde solo ha logrado cargas económicas, desarraigo y dolor. Sobre el tema hay estudios desde el siglo pasado por el etnólogo Don Fernando Ortiz y más recientemente Antonio Benítez Rojo, ente otros.

La custodia monoparental (al estilo de Riquy Martin) es un crimen contra los niños con el que colabora todo aquel que no se opone a la misma. Renunciar al cuidado de nuestros hijos atenta contra el derecho de nuestros hijos a tener padre y madre en igualdad de condiciones.

Quien permite que le sea sustraído un derecho fundamental como la paternidad, renuncia a un derecho natural, reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y se convierte en una persona que acepta la alienación y la indignidad. Y para ser indigno mejor no ser.

La persona que acepta que uno de los padres asume la custodia de sus hijos permite confusión terminológica y jurídica entre matrimonio y familia, confusión de graves consecuencias sociales que hace que se separe lo que hay que salvaguardar (familia) mientras se mantiene lo que hay que disolver (las relaciones dañinas, oportunistas, matrimonio sin afecto y sin respeto) y permite que se le criminalice pues de lo contrario no podría ser privado del derecho fundamental a convivir con sus hijos en igualdad de condiciones. De hecho se trata de una criminalización de la figura paterna que comporta graves consecuencias en el desarrollo psicológico de los hijos.

La persona que acepta la separación de sus hijos asume su discriminación por razón de sexo, situándose al margen de la justicia. Las sociedades modernas establecen en sus constituciones la igualdad y rechazan la discriminación. Quien rechaza la custodia compartida acepta que los derechos del padre custodio estén por encima del derecho de los hijos, pervirtiendo el espíritu y la esencia de la constitución. Quien rechaza la custodia compartida hace dejación de un derecho fundamental e inalienable: proporcionar alimento y protección directamente a su descendencia, siendo su situación contraria a la que corresponde a cualquier cultura tanto humana como animal.

La conculcación del derecho a cuidar a nuestros hijos en igualdad de condiciones tiene graves consecuencias en el mantenimiento de la relación afectiva y personal de los hijos con aquellos padres que aceptan no ser proveedores directos de protección y alimento y lesiona para siempre los rasgos de la personalidad de sus hijos

La persona que acepta la custodia monoparental sabe que sus hijos se situaran en niveles de desprotección de los que dan cuenta los estudios sobre violencia doméstica, lo que constituye una grave irresponsabilidad. Y además, asume para sí y para sus hijos un juicio injusto en el que no existe "delito" alguno y no obstante serán castigados con la privación de un derecho.

El que renuncia a la custodia de sus hijos los expone al síndrome de alineación parental que se define comúnmente como el establecimiento de barreras hacia la relación o, incluso, la incitación a odiar al progenitor no custodio por parte del progenitor que detenta la custodia mono parental.

Cuando se prueba la mala voluntad del progenitor custodio en la creación del síndrome de alienación parental, éste debe ser considerado un delito por la justicia y debe ser castigado con la suspensión del derecho a la patria potestad e incluso con el cambio de custodia a favor de padre no custodio, porque en derecho constituye un delito a tenor de la Ley 177 de 2003, conocida como la Ley sobre maltrato a menores.

Para los psicólogos, la custodia compartida es lo ideal salvo que uno de los cónyuges maltrate al menor o que los padres no estén de acuerdo en este sistema

Nota: El menor de la foto aparecio en facebook.com con el nombre de Julio A. Rodil. Su verdadero nombre es Julio Faisel Iglesias.

Lic. Faisel Iglesias Faisel Iglesias. Nacido en 1953 en Pilotos, Pinar del Río. Graduado de Derecho en la Universidad de La Habana. En 1991 la editorial Letras Cubanas publicó parcialmente su novela EL Olor de la Tierra, que fue prohibida por el Gobierno de la isla el mismo día de su lanzamiento. Obra que fue presentada en 1996 en la Feria Internacional del Libro de Miami. En 2008, ya en el exilio, fue proclamado Delegado para el Caribe de la Corriente Liberal de la Disidencia Cubana. En la actualidad vive y trabaja como abogado en Puerto Rico. Es miembro de la Junta Editora de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, y ha escrito ampliamente sobre temas de paternidad compartida en Puerto Rico.

Yoani y Mariela “hijas muy diferentes” de la misma tierra

La bloguera establece una comparación entre su propia vida vida y la de la hija de Raúl Castro, pero sobre todo enfatiza las diferencias ideológicas de sus respectivas familias
Yoanis Sanchez (izq) Mariela Castro (der)
Mariela Castro “carga sobre sus hombros un abolengo que quizás muchas veces quisiera sacudirse, negar, borrar de su vida”, publicó este lunes la bloguera Yoani Sánchez en su blog Generación Y, donde establece una comparación entre la hija del gobernante Raúl Castro y ella misma.

La bloguera establece una comparación entre su propia vida vida y la de la hija de Raúl Castro, pero sobre todo enfatiza las diferencias ideológicas de sus respectivas familias.

“Ella creció en algún lugar hermoso y cómodo, mientras yo pasé la niñez en un solar bullicioso y violento. Ella es sexóloga y psicóloga y yo saboreo los placeres del amor y sorteo los obstáculos de la vida, aunque jamás me he graduado en ningún curso sobre el tema. Ella es la hija del hombre que heredó por vía sanguínea la presidencia de mi país, de ese mismo país donde mi padre perdió hace años su profesión de maquinista de trenes. Ella está atada a cada palabra que dice y yo hace tiempo rompí con la cárcel de la opinión, me liberé a mi misma con el verbo.”

“Ella le teme al abrazo, a una Cuba donde las dos podamos caminar libremente, asistir sin problemas a un concierto o un debate público, salir y entrar sin pedir permiso. Yo la entiendo. Carga sobre sus hombros un abolengo que quizás muchas veces quisiera sacudirse, negar, borrar de su vida. Yo sólo soy la advenediza, la intrusa, sin pedigrí, sin un digno árbol genealógico que mostrar. Mis padres no pelearon en la Sierra Maestra; las consignas que se fraguaban en el interior de su casa se negaban sistemáticamente en la mía; los discursos que decía su exaltado tío caían sobre los escépticos oídos de mi parentela. Ella tiene derecho a los micrófonos, aparece en la televisión nacional entrevistada y alabada, mientras mi rostro sólo se ve rodeado de adjetivos como “enemiga”, “ciber terrorista”, sin ofrecerme –claro está- el derecho a réplica.

Ella ha podido hacer su gira por Estados Unidos y el noticiario cubano no la ha tildado por eso de mercenaria. Ha dicho que “votaría por Obama” y –¡sorpresa!- la prensa nacional no la ha acusado de “pro yanqui”. Ella es una prisionera de su linaje y yo apenas tengo un pasado hacia el que mirar. Ahora mismo, sólo me despierto pensando en el mañana. Ella y yo, aunque le asuste y lo niegue, somos parte de este país… hijas muy diferentes de esta tierra, frutos queridos y no queridos de este proceso. Ella tendrá que reconocer que existo, que soy, que esta Sánchez reclama su derecho a criticar las locuras de sus molinos de viento.

viernes, 25 de mayo de 2012

CUBA; LA GRAN CARCEL

El permiso de salida para acceder a los cayos de Cuba


Contradiciendo a su propia Constitución, el gobierno cubano controla el derecho de quienes pueden o no entrar en los más de 600 cayos e islotes que componen el archipiélago
mayo 24, 2012

Probablemente el caso de los cubanos sea el único en todo el mundo en que sus ciudadanos tengan que pedir permiso para moverse dentro de su propio país.
Contradiciendo a su propia Constitución, el gobierno cubano controla el derecho de quienes pueden o no entrar en los más de 600 cayos e islotes que componen el archipiélago.
“Cualquier ciudadano para poder visitar Cayo Coco o Cayo Guillermo o las cayerías que están en función única y exclusivamente del turismo tiene que solicitar un permiso”, declaró a martinoticias.com, el periodista independiente Pedro Argüelles Morán.



Residente en la provincia de Villa Clara, Héctor Duniesky Bermúdez asevera que “el acceso a los cayos está limitado”. Los trabajadores de allí, continúa explicando tienen que mostrar su pase en el punto de control de entrada y salida a la cayería.
El ciudadano “normal” para poder entrar tiene que alquilar una habitación dentro de un hotel “pero si uno va en carro y desea ver el cayo o los hoteles no te dejan pasar”, insistió Bermúdez quien expuso su caso particular.
“Yo trabajé en la Empresa de Frutas Selectas y era vendedor. Me tocaba ir al cayo y me suspendieron porque al ser opositor no era confiable, nunca me dieron el pase y perdí el trabajo”, dijo.

Los 11 kilómetros de arena fina y playas en el Cayo Santa María son un “privilegio”, agregó Héctor Duniesky, explicando que “sí han detenido a personas que han intentado pescar; de eso sí tengo conocimiento. Al turista sí le permiten pescar pero al ciudadano cubano no le permiten y te detienen por eso”.

Desde la Isla de La Juventud o Isla de Pinos, Ramón Salazar, cree que “de nada sirve esa liberalización” promovida por el actual gobernante Raúl Castro de eliminar las restricciones a los ciudadanos para visitar los hoteles.

“Es imposible con lo que gana un cubano”, sentenció en tanto reflexionaba que “prácticamente ningún pinero puede ir a veranear a Cayo Largo del Sur”.

“Aquí en la Isla los botecitos están sumamente controlados”, explicó Salazar sobre la posibilidad de los pineros para tomar su bote particular y llegarse hasta Cayo Largo del Sur.

En la Isla de las cotorras, continuó el isleño, solo le dan el carné de pesca a los “revolucionarios integrados” o sin “ningún antecedente contradictorio” con la política. Cuando van a pescar deben sacar un permiso con Guardafronteras, “que muchas veces es muy difícil encontrar ese permiso, imagínese aún, si realmente esa persona quiere coger su bote para ir hasta Cayo Largo del Sur”.

“Los pineros no podemos gozar ni hacer vida de isleños: que tu puedas ir a una playa, coger un botecito para ir hasta un centro turístico; eso el gobierno no lo permite”, concluyó.

Basado en el artículo 43 del capítulo cuarto de la Constitución que establece la igualdad de todos los cubanos a disfrutar de los mismos balnearios, playas, parques, círculos sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso, Argüelles Morán opina que la situación del permiso es “algo denigrante porque tú eres cubano y como cubano tienes todo el derecho del mundo a visitar cualquier territorio del país, sobre todo territorios que no sean áreas secretas o militares”.

Las escasas personas que no pagan por su entrada a los cayos turísticos de Cuba, deben obtener un permiso del gobierno municipal autorizándoles a zonas específicas, explicó Héctor Duniesky Bermúdez.



jueves, 24 de mayo de 2012

EL GRAFITERO DE LA MOCHILA

Esspecial para Guimaro

Por Idania Bacallao

-UNA PALABRA NO DICE NADA Y AL MISMO TIEMPO LO DICE TODO…-CARLOS VARELA-

Alfonso Rodríguez Benjamín, está acusado de desacato a la autoridad. Semidormido sobre su propia saliva lleva ya tres días en silencio dentro de la celda maloliente y húmeda que le dan dado. No emite ni un solo sonido. Ni siquiera la lengua se le agita dentro de la boca. Sabe que su huelga de hambre le dará cierta madurez al propio escenario político de ser un grafitero independiente.

“El señor Benjamín, natural de Guacanayabo, treinta dos años de edad, ciudadano cubano, de piel blanca, sin portar arma alguna, no especula, no agrede… Solo y únicamente se ve que tiene un carbón en la mano, y que escribe como grafitero sobre una pared tan gastada como la propia leyenda de Cuba”

No imita a nadie. Su lengua castellana de poeta y artista lo hacen puro y moral. Su voz armoniosa (que hoy ya casi no se escucha), su hábil y experimentado carbón. Su corazón ardiente y su mente pensadora lo tienen allí, frente a aquella pared declarándose un adepto entusiasta al progreso. Un humilde discípulo de Martí. Sufre del cielo patrio igual que como lo sufrió el poeta.

No se siente un hijo de la villanía. Ni ve renegados en sus grafitos de mente ociosa y sin cultura, como le aparece escrito en el informe penitenciario. Sino frutos necesarios y consecuentes de una misión fija de ideas progresistas. No maldice su suerte ni repite que el poeta pintor es una rara raza de ángeles caídos… Él es simplemente un grafitero sensualista. Uno más que enseña la virtud de pensar al ignorante, y regala con sus grafitos una poderosa confortación a la libre expresión cubana.

Los perversos hijos de Adán lo acusan empleando todas las artimañas de perspicacias pueriles. Liderados a ciegas por la fuerza de los gobernantes sobre los gobernados. Pero así y todo el señor Benjamín no renunciará jamás a la nacionalidad de su ingenio. Ni a las dotes que Dios le ha regalado así se muera hoy de hambre. He aquí su única misión de grafitero cubano.

Guiado por la fuerza del destino, día a día se busca la pared de la noche. La mira como un jeque musulmán. Nada tiene que ver, en estos momentos, el modo artístico de hacer el grafito con la esencia de sus ideas políticas y morales. Sabe que rompe así con la ausencia de la palabra paz. Rompe así con la cobardía de los monopolistas. Y se reviste de un espíritu de madurez política muy necesaria en estos momentos para la isla.

Ama la libre expresión. Y solo así llega hasta la más plena confianza de ser el artista independiente con y para la humanidad en la más pura de las libertades, su arte. Con la mochila al hombro y su carbón en las manos busca la pared de cada noche en La Habana de Cuba y escribe:

“En aquellos últimos días Martí sintió y presintió que su ser-en-el-mundo había entrado en un proceso de expansión y transformaciones sin precedentes: …hasta hoy no me sentido hombre”,… llegué al fin a mi plena naturaleza”.

Alfonso Rodríguez Benjamín… Acusado de desacato a la autoridad, dentro de su celda maloliente ya lleva siete días en silencio. Todavía no ha soltado el carbón de sus manos. Tampoco ha comido. Pero sigue escribiendo.

miércoles, 23 de mayo de 2012

LA IGLESIA LLAMA AL DIALOGO

"El Cardenal se ha consagrado a la construcción de una hoja de ruta que prefigura un camino de cambio gradual, pacífico, inclusivo, sin traumas para el país”.

mayo 22, 2012

La revista de la Arquidiócesis de La Habana, Espacio Laical, afirmó hoy en un comentario editorial que en las últimas tres décadas “la Iglesia Católica en Cuba, ha venido cincelando una propuesta de diálogo entre todos los cubanos, como metodología imprescindible para avanzar hacia una mayor concordia nacional”, y destacó el papel del cardenal Jaime Ortega en ese camino, “siempre crispado y zigzagueante”.

“Teniendo claro que se trata de un camino largo, y haciendo gala de la paciencia y la moderación que le son habituales, el Cardenal se ha consagrado a la construcción de una hoja de ruta que prefigura un camino de cambio gradual, pacífico, inclusivo, sin traumas para el país”, dijo Espacio Laical en el suplemento digital, de la revista correspondiente al mes de mayo.

El editorial titulado El compromiso con la verdad, reconoce que la complejidad de la situación cubana y “lecturas simplistas y unilaterales de la misma dificultan la aceptación de esa senda de entendimiento nacional” y hay quienes “prefieren derrocar al actual Gobierno y conseguir un triunfo que nuevamente excluya a los adversarios”.

“No obstante, el Cardenal y muchos otros cubanos, dentro y fuera de la Iglesia , siempre han vislumbrado que la solución definitiva para Cuba pasará por una metodología política signada por el encuentro, el diálogo y el consenso”, aseguró el editorial.

Espacio Laical se refirió a “ciertas facciones” que, según dijo, ”han urdido una estrategia que tiene el propósito de eliminar al Cardenal y deshacerse de la línea política que éste ha promovido”.

“La actual maniobra, que se viene gestando desde hace unos meses, resulta una guerra contra toda una línea evangélica que aspira a cambios positivos y serenos, graduales e incluyentes, ordenados y pacíficos, que logren articular un renovado modelo sociopolítico para Cuba”, subrayó el editorial.

Espacio Laical recuerda el papel que ha jugado esa publicación “para impulsar el encuentro, el diálogo y el consenso entre cubanos con posiciones políticas disímiles”, y subraya que algunos han estado ausentes de ese proceso “pues no han sido capaces de asumir un quehacer y un discurso bien fundamentado, sereno, propositivo e inclusivo”.

“Quienes no consigan la madurez suficiente para alcanzar estos atributos, se autoexcluyen de aportar al objetivo principal de nuestro proyecto”, subrayó.

El editorial afirma que “nada favorece más al descrédito que pueda tener ante algunos esta propuesta de diálogo y comunión entre todos los cubanos que la rémora del Gobierno, particularmente de algunos de los funcionarios de la burocracia estatal-partidista”, y subraya el hecho de que “algunas autoridades han expresado públicamente que no consideran la posibilidad de gestionar transformaciones políticas encaminadas a canalizar la pluralidad existente en la nación”.

“Podríamos citar un ejemplo cercano, vinculado a la campaña de obstáculos desatada por el aparato ideológico del Partido Comunista contra espacios del Arzobispado de La Habana , con el objetivo de bloquear la participación en los mismos de muchos académicos e intelectuales cubanos; espacios que, por otro lado, algunos opositores políticos irresponsablemente tildan de “progubernamentales” y “afines al oficialismo”, expresa el editorial en una clara alusion a seminarios organizados por la revista en La Habana.

Espacio Laical “menciona la actual disyuntiva nacional, signado por la moderación martiana, la serenidad y la inclusión desprejuiciada, para beneficio de la nación o la imposición de minorías rapaces, presentes en casi todas las partes del espectro político cubano, las que pretenden perpetuar los conflictos y reeditar las hostilidades históricas en su deseo de controlar el poder, y hace un llamamiento para fundar “una patria virtuosa” como la soñó el padre Félix Varela hace 200 años.

“Llamamos a todas las fuerzas patrióticas de la nación, que aspiran a una Cuba serena y conciliada, justa y soberana, democrática e inclusiva, próspera y equilibrada, a aunar esfuerzos en pos de la consecución de una metodología que haga posible estas aspiraciones”, concluyó el editorial.

martes, 22 de mayo de 2012

“AY, DIOS CONFIRMAME ESTE BILLETE DE IDA A LAS NEURONAS”

Idania Bacallao *

PRIMERO TENGO QUE PENSAR CÓMO HAGO LAS TOMAS PORQUE, DESDE LUEGO, SIN VIOLENCIA LA COSA NO FUNCIONA. DÓBLATE DE DOLOR, IMAGÍNATE, POR EJEMPLO, QUE ESTÁS SIENDO APALEADA. ASÍ ESTÁ BIEN, CON EL TIEMPO HASTA TÚ APRENDERÁS.  -ELFRIEDE JELINEK-


Coloca tu mano bendita Dios debajo de mi alma
y aplaude.
Reza, Padre, reza…
El Caimán donde vivimos no dejará de contestar tus cartas.

Pero coloca, Padre, tu blindaje de polvo de arroz
Al gripe
A la miseria
Al espanto
De quienes nos cantan con catalejo de magnate.


Vamos, Padre,
Que no somos el miedo de Fredo en El Padrino.
Y que benditas sean hoy las adicciones peligrosas.
Los funcionarios con sus trampas
el benjamín que se arrodilla con Darío
la falta de ortografía de las máquinas…
El poema que pierdo en la jugada.

Se me saltan las lágrimas de triunfo
Por los bobos que llevan sus medallas
Por las malas lenguas en sus autorretratos
Por el brindis de los idiotas centinelas en el espacio.

Y no te amortajes, Padre,
La usura de la aurora
También se despierta en tus hazañas
También se inquieta en sus Pandoras.

No en la tinta del analfabeto
que solo destroza el color de sus zapatos.
No en el toque chip de los celadores
Sobre la Mamá Inés de nuestros apodos de confianza.

Siete lunas ignoran que el trece es un calendario santo.
Que el asteroide del Pequeño Príncipe, os lo juro,
es mi único escape…
Y que el hotel del Buda me regaló
la única cara que desviste al minotauro.

Busco mi palabra de las siete letras perdidas.
Y sale el minotauro a dormir sobre la única flor del principito.
Sobre la acuarela de betún en el fiel de la balanza.

Bendito seas, Padre
que haces de mi ombligo universal
Al galpón de Drácula en su vacuna.
Bendito seas, Padre
que colocas tu mano sagrada
en los dientes del Caimán para los marcianos del viernes santo.

Y, no te amortajes, Padre.
No sabe usted cómo he aprendido
a rodar dentro de la lengua de los zapatos.

Cómo he aprendido a arrancarle esta lengua a los culpables.

CUBA, MAYO 2012.

* Idania S. Bacallao Iturria (1957), narradora, poetisa y artista independiente de la plástica, es autora de "La hija del agua", "Mujeres raras" y "La plegaria de la yerbabuena", entre otras obras con marcado acento erótico desde la impronta femenina. Actualmente vive en Rancho Veloz, región central de Cuba, donde nació.

viernes, 18 de mayo de 2012

LAS CARENCIA DEL CIUDADANO


Por Dimas Castellanos

El deterioro generado en los 53 años de administración revolucionaria ha sumido a Cuba en la más prolongada y profunda crisis de su historia. La interacción entre la inviabilidad del modelo totalitario, el voluntarismo, la incapacidad administrativa y la falta de voluntad política, entre otros factores, creó las condiciones propicias para que las manifestaciones parciales de crisis, agudizadas con el tiempo, abarcaran una tras otra las relaciones sociales desde la economía hasta la espiritualidad de los cubanos.

Cuando una sociedad –entendida como un sistema complejo de elementos estrechamente interrelacionados– es sacudida por una crisis de carácter estructural que daña todos sus componentes, es imposible remontar ese estado de cosas con cambios parciales en alguno de sus componentes, como está ocurriendo con las reformas limitadas a determinados aspectos de la economía, que bajo el concepto de actualización del modelo fueron aprobadas, en abril del pasado año, por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.

En tan desventajosa situación considero ineludible acudir al auxilio del pensamiento crítico, un instrumento para el análisis de los fenómenos sociales, al que los cubanos, de forma bastante generalizada, le brindamos poca importancia.

Si una característica que distingue radicalmente a la especie humana consiste en que sus acciones son precedidas por la razón, cualquier solución a la crisis en que Cuba está inmersa, debería someterse al juicio del pensamiento crítico, con el objetivo de desentrañar las causas que han conducido al estado actual y, en consecuencia, proponer enfoques viables. De acuerdo a ese fin resulta de gran utilidad recordar la tesis de José Ortega y Gasset, expuesta en Misión de la Universidad y otros ensayos afines, en la que planteó que el hombre pertenece consustancialmente a una generación y toda generación se instala no en cualquier parte, sino muy precisamente sobre la anterior. Y agregaba, esto significa que es forzoso vivir a la altura de los tiempos y muy especialmente a la altura de las ideas del tiempo.

Los desajustes en la política, la economía y en otros aspectos sociales que tuvieron lugar durante la República, fueron sometidos a la crítica por la Revolución de 1959, que autodeclarada heredera de las luchas de nuestro pueblo y de las mejores virtudes patrióticas, se propuso darle solución de forma definitiva a aquellos males. Sin embargo, más allá de los proyectos, discursos y consignas, la práctica durante más de medio siglo ha conducido al país al deprimente estado en que nos encontramos.

Además de las causas mencionadas, el alto grado de estancamiento en muchos aspectos y el retroceso en otros, han resultado del fallido y absurdo intento de detener la historia, desconociendo que los cambios sociales, aunque son realizados por los hombres responden a regularidades objetivas, por lo que pueden ser acelerados o retardados, pero no detenidos definitivamente. Bajo el concepto de que Cuba ya cambio en 1959, el voluntarismo de los revolucionarios les impidió comprender la complejidad de los fenómenos sociales y desde ese desconocimiento, impusieron como punto de remate de nuestra historia una organización centralizada, bajo la tutela del Estado, que ha sido desbordada por el tiempo y la complejidad social.

Aunque el control totalitario permitió al gobierno conservar el poder durante un largo tiempo sin introducir cambios; una vez que todos los intentos por contar con una economía suficiente fracasaron y la ineficiencia ha obligado a comprar en el exterior –a precios elevadísimos– una alta proporción de alimentos perfectamente producibles en Cuba, cuando ya no se puede hablar de la formación de un hombre nuevo y el mal de la corrupción se ha enquistado y generalizado en todos los sectores sociales, y cuando resultado de lo anterior un alto porciento de los cubanos se han dispersado por otros países del mundo en busca de una realización imposible en la tierra que los vio nacer; sólo entonces se tomó la tardía decisión de cambiar algunas cosas para conservarlo todo, es decir, cambiar la forma pero no el contenido.

Ante el ineludible reto –para todos los que se ocupan o preocupan por el presente y el futuro de nuestro país– de encontrar salidas viables a la crisis estructural cubana, la sentencia de Ortega y Gasset sugiere, que para vivir a altura de los tiempos y muy especialmente a la altura de las ideas del tiempo, es imprescindible, desde el pensamiento crítico, volver la vista a nuestra historia para 1- desentrañar las causas, 2- extraer las enseñanzas correspondientes y 3- empeñarse en la formación de los sujetos para el cambio.

Inspirado en la convocatoria al certamen Nuevo Pensamiento Cubano, el presente ensayo se propone llamar la atención sobre un aspecto vital para el enfrentamiento de la actual crisis: demostrar que es imposible vivir a la altura de los tiempos sin tomar en cuenta las ideas contenidas en el pensamiento político y crítico de cubanos ilustres que nos precedieron.

1- Hurgando en nuestra historia

Resulta contradictorio e inexplicable que Cuba, con una envidiable fuente de pensamiento político, cuyo estándar de vida se ubicó entre los primeros de América Latina en la primera mitad del siglo XX, que en materia legal llegó a consensuar una de las constituciones más avanzadas para su época, que a pesar de los desajustes y las injusticias sociales contaba –como expresara el propio Fidel Castro en su alegato La historia me absolverá– con una sociedad civil que describió con estas palabras: Había una vez una república. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades; Presidente, Congreso, Tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos y en el pueblo palpitaba el entusiasmo.

Es decir, Cuba era una sociedad adelantada en materia de libertades ciudadanas y contaba con amplios espacios cívicos para luchar contra los males de la época, lo que obliga a tratar de entender cuál o cuáles son las razones por las que, en la época de la globalización y de las novísimas tecnologías de la informática y las comunicaciones, hemos retrocedido hasta el estado actual. De esa contradicción emana la necesidad de volver la mirada hacia los pensadores cubanos más ilustres del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, para conocer de primera mano como analizaron y enfrentaron situaciones que en muchos aspectos se asemejan a las actuales y en consecuencia nutrirnos con aquellos aportes que conserven su vigencia.

En el siglo XIX

Entre múltiples figuras del siglo XIX he seleccionado una trilogía, que en materia de pensamiento político y formación ciudadana, resume las ideas más esenciales de esa etapa y que a la vez guardan relación directa con el presente cubano, me refiero en orden cronológico a Félix Varela, a José de la Luz y Caballero y a José Martí.

Félix Varela y Morales (1778-1853), estudió en el Seminario San Carlos y en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, donde ejerció las cátedras de Latinidad, de Filosofía y de Constitución. Varela, quien evolucionó desde las ideas de la autonomía hasta devenir precursor de la independencia de Cuba, y desde el buen trato a los esclavos hasta la abolición de la esclavitud, una vez inmerso en esos propósitos comprendió que la formación cívica constituía una premisa para tales objetivos y en consecuencia eligió la educación como camino para la liberación.

A este insigne cubano le tocó vivir la época de las revoluciones burguesas, una etapa que al irrumpir en la historia exigió la adecuación de las formas de pensamiento a los nuevos retos. En ese contexto, cuando comenzó a gestarse en la Isla un movimiento cultural de corte liberal, fue el primero que comprendió la necesidad de cambios en la forma de pensar, el que habló de patria incluyendo todo el territorio nacional, fundamentó la necesidad de la independencia de España, elaboró un proyecto para la abolición de la esclavitud y le trazó un rumbo propio al pensamiento cubano. Por esos méritos José Martí lo llamó patriota entero.

En las Cartas a Elpidio dirigida a los jóvenes, el padre Varela destacó la idea vital de ejercitar la virtud, la fuerza, la fortaleza, como medios de reafirmar un valor, un ideal moral, que los consolide como hombres y mujeres capaces de mirar alto y lejos. Un propósito en que puso todo su empeño y por el cual José de la Luz y Caballero lo definió como nuestro verdadero civilizador.

Al asumir la dirección de la Cátedra de Constitución en el seminario San Carlos, Varela la bautizó como institución de la libertad y de los derechos del hombre y la concibió como un medio para enseñar virtudes cívicas. Allí introdujo la ética en los estudios sociales y políticos, por considerarla portadora del principio de la igualdad de todos los seres humanos y fundamento de los derechos sobre los cuales se erigen la dignidad y la participación ciudadana. Así, desde la ética, se empeñó en crear un pensamiento propio, formar virtudes cívicas y patrióticas, ampliar los derechos de los nacidos en la Isla sin excluir a los originarios de África y demostrar la necesidad de la independencia.

En El Habanero , como en las Cartas a Elpidio, Varela se empeñó en la formación de conciencia y virtudes en los futuros sujetos de los cambios sociales, lo que explica la frase de Luz y Caballero: Varela fue el que nos enseñó primero en pensar, que no es una frase vacía de contenido para poner en pancartas y repetir en discursos, sino una obra medular e inconclusa, que consiste en que la persona libre de condicionamientos encuentre primero la verdad que lleva dentro y desde ella, con libertad de espíritu, actúe en consecuencia. Por esa razón su Santidad Juan Pablo II, expresó en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, que Varela generó una escuela de pensamiento, un estilo de convivencia social y una actitud hacia la Patria que deben iluminar, también hoy a los cubanos y añadió: Eso lo llevó a creer en la fuerza de lo pequeño, en la eficacia de las semillas de la verdad, en la conveniencia de que los cambios se dieran con la debida gradualidad hacia las grandes y auténticas reformas .

El Padre Varela, quien consideró al pueblo cubano como ente político y actor de los cambios sociales, partió del valor de la libertad como base del funcionamiento de la sociedad, reconoció a la inclusión como principio inviolable para la convivencia, consideró que la igualdad social consiste en que todos los individuos deben estar sujetos a la ley, teniendo unos mismos derechos si proceden de un mismo modo; pero sobre todo, porque se empeñó en enseñarnos a pensar. La vigencia de su pensamiento invita a retomarlo y convertirlo en acción educativa.

osé de la Luz y Caballero (1800-1862), quien desde niño se inclinó a la vida clerical y al claustro, estudió en el Convento de San Francisco, en la Real y Pontificia Universidad de La Habana y en el Seminario San Carlos, donde asumió la dirección de la Cátedra de Filosofía que habían ejercido Varela y José Antonio Saco. Consciente de la necesidad y el esfuerzo por liberarse de España, Luz arribó a la conclusión que, antes de la revolución y la independencia, estaba la educación, entendió la política como proceso y se pronunció contra la inmediatez.

Durante sus viajes por Estados Unidos y Europa se relacionó con figuras célebres de la ciencia y la cultura, se nutrió de las ideas más avanzadas y se consagró a la formación de conciencia y de virtudes. En 1848 fundó El Salvador de La Habana, un colegio donde todo lo valioso que acumuló de su tío materno, José Agustín Caballero, de sus relaciones con el Padre Varela y con los más insignes hombres de su época, lo amalgamó con los últimos adelantos de la pedagogía, lo enriqueció con su sapiencia, lo adaptó a las condiciones de Cuba y lo entregó a sus alumnos, entre ellos a Rafael María de Mendive, el mentor de José Martí. La vida y obra de Luz explican el merecido calificativo de padre de la pedagogía cubana.

Luz y Caballero, al igual que Varela, comprendió que los procesos para fundar pueblos tienen como premisa la preparación de los sujetos históricos y de los cimientos morales básicos para su realización. Desde esa visión estableció una relación entre educación, política e independencia y concibió el arte de la educación como premisa de los cambios sociales. Ese era su credo, confirmado por la historia e ignorado en el presente.

Luz, aunque no era un político en el sentido estrecho del término, consideraba normales y necesarias las discrepancias de ideas y planteaba que en toda revolución hay que tener en cuenta la oportunidad, es decir, el momento preciso para la acción; pero sobre todo enfatizaba que la libertad era el alma del cuerpo social, sin más freno que la razón y la virtud. Fue el más grande pensador de su tiempo, un gran maestro y un precursor. Sin su obra no pueden entenderse el independentismo del 68 y del 95, contiendas en las que se enrolaron más de 200 de sus discípulos, entre ellos el contingente de alumnos y profesores de la Real y Literaria Universidad de La Habana, que influido por su labor abandonó las aulas, salió del país y desembarcó por la actual provincia de Camagüey. A pesar del tiempo que nos separa, el desconocimiento de su obra guarda relación con el estado de estancamiento actual que sufre la sociedad cubana.

José Julián Martí Pérez (1853-1995), estudio en La Habana en el Colegio de Varones que dirigía Rafael María de Mendive y en España, en su condición de deportado, se graduó de Licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras. Fue político, historiador, literato, orador, periodista, maestro y el cubano más informado de su época.

Martí, quien devino el más alto pensador político del siglo XIX, se trazó la misión de conducir el inconcluso proceso independentista hasta una república moderna; un trascendental reto al que lo sometió la historia, y que él aceptó. Con ese fin realizó un análisis histórico-crítico de los errores cometidos en la Guerra de los Diez Años del que resultó un sistema de principios, entre cuyos elementos destacan el carácter participativo y democrático, la inclusión de todos los componentes, la unión de los diversos factores, y el papel del tiempo en la política. Con esos resultados estableció una relación genética entre Guerra y República, según la cual la segunda tenía que incubarse desde la primera, pues en su ideario la República era forma y estación de destino, a diferencia de la guerra y del partido, concebidos como eslabones mediadores para arribar a ella, pero en los cuales tenían que estar presente los gérmenes de la futura democracia. Diez años después de ese análisis redactó las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano, fue electo Delegado y al desembarcar en Cuba se le confirió el grado de Mayor General.

El apego a las convicciones, concretadas en esos documentos, explica la Carta enviada al General Máximo Gómez en julio de 1882, donde le expresó: solo aspiro a que formando un cuerpo visible y apretado aparezcan unidas por un mismo deseo grave y juicioso de dar a Cuba libertad verdadera y durable todos aquellos hombres abnegados y fuertes, capaces de reprimir su impaciencia en tanto que no tenga modo de remediar en Cuba con una victoria probable los males de una guerra rápida, unánime y grandiosa... . Y en el discurso Con todos y para el bien de todos, llamó a cerrarle el paso a la república que no venga preparada por medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los cubanos . Fiel a esos principios se separó del Plan Gómez-Maceo en 1884 y escribió al Generalísimo: Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente: y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta .

En las Resoluciones de noviembre de 1891 Martí planteó que la organización revolucionaria no ha de trabajar directamente por el predominio actual o venidero de clase alguna. El 10 de abril de 1892, en el acto fundacional del Partido Revolucionario Cubano, reiteró que el mismo se creaba: de modo que en la conquista de la independencia de hoy vayan los gérmenes de la independencia definitiva de mañana . Y volvió sobre esa misma idea en el Manifiesto de Montecristi, donde insiste en que la guerra no es el insano triunfo de un partido cubano sobre otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado de cubanos; sino la demostración solemne de la voluntad de un país harto probado en la guerra anterior para lanzarse a la ligera en un conflicto sólo terminable por la victoria o el sepulcro .

Los criterios anteriores son demostrativos de que Martí concibió la fundación del Partido Revolucionario Cubano como una institución organizadora, controladora y creadora de conciencia, conforme a métodos democráticos con el fin de sustituir la espontaneidad y la inmediatez, fomentar la unidad de los combatientes, sustituir el caudillismo y el personalismo, y dirigir la guerra como necesidad táctica para gestar la Patria y conformar la República. Criterios ajenos y diametralmente contrarios al totalitarismo monopartidista que intenta utilizar las ideas de Martí para justificar la permanencia en el poder.

En el siglo XX



En las fronteras de los siglos XIX y XX emergieron otras figuras de la política cubana que enarbolaron ideas similares a los pensadores antes citados. Ideas críticas sobre males de la República que aún están presentes. Estoy hablando de Enrique José Varona, Cosme de la Torriente, Gustavo Pittaluga, Fernando Ortiz y Jorge Mañach.

Enrique José Varona (1849-1933), un camagüeyano autodidacta que culminó el bachillerato a los 40 años y la licenciatura y el doctorado a los 44, que dedicó 50 años de su vida a la política. Varona consideraba que nada será bueno ni perfecto, mientras los hombres no sean buenos y perfectos. Y decía: las leyes valen lo que valen los hombres que las aplican. Un postulado que apunta de nuevo a la ética y a la educación como punto de partida de las transformaciones sociales. En Mis consejos, escrito en 1930, se quejaba de que la República había entrado en crisis, porque gran número de ciudadanos han creído que podían desentenderse de los asuntos públicos. Este egoísmo –decía– cuesta muy caro. Tan caro, que hemos podido perderlo todo. Decepcionado por los resultados y convencido de la necesidad de vivir de otro modo, comprendió que había que aprender de otro modo y a ello se dedicó, a la enseñanza para formar ciudadanos.

Cosme de la Torriente y Peraza (1872-1956), licenciado en Filosofía y Letras, y en Derecho, coronel del ejército independentista, participó en la Asamblea Constituyente de la Yaya en 1887, fue Encargado de Negocios, Embajador de Cuba en Madrid, primer Embajador de Cuba en Washington y fundador de la Sociedad de Amigos de la República , de la cual fue su presidente. Cosme, convencido de lo inútil de la violencia en las relaciones políticas, encaminó sus pasos hacia la conciliación y el diálogo como cimientos ético-culturales. En 1931 decía a los líderes del Directorio Estudiantil: Lo que entiendo como siempre he entendido, dada la situación internacional de Cuba y la complejidad de nuestros problemas, es que mucho mejor que una revolución, siempre de dudoso éxito, es llegar a una inteligencia o a una conciliación que permita un compromiso o convenio que restablezca la paz moral en la República y el orden jurídico destruido. En los años cincuenta del siglo pasado, convencido del daño que acarrearía si Cuba se enrumbaba nuevamente por el camino de la violencia, encabezó el Diálogo Cívico dirigido a retomar la vía de la constitucionalidad y eludir la disyuntiva entre dictadura militar y violencia revolucionaria.

Gustavo Pittaluga (1878-1956), hematólogo, higienista, epidemiólogo y humanista italiano radicado en España, emigró a Cuba en 1937 donde ejerció como profesor de la Universidad de La Habana. Estudió y conoció a nuestro país mucho más y mejor que la mayoría de los aquí nacidos, lo que justifica su inclusión entre los pensadores seleccionados para este ensayo. En su obra Diálogos del Destino, planteó que Cuba es un pueblo que ha querido crear una nación. Que es capaz de crearla. Pero que no la ha creado todavía, pues el signo específico de una nación es tener conciencia de su destino. Y Cuba no la tiene. Y agregaba: Ningún ideal se realiza por completo. Pero sin la visión de ese ideal no hay ruta, no hay brújula, no hay obra fecunda para el porvenir. En su criterio, la solución de los conflictos solo se podría alcanzar desde la política y el entendimiento o se impondría nuestro signo precursor: la violencia, lo que se confirmó con el golpe militar de 1952, que puso a la orden del día la confrontación entre la violencia tradicional y la revolucionaria.

Fernando Ortiz Fernández (1881-1969), jurista, antropólogo, etnólogo, historiador, sociólogo, catedrático y político, fue uno de los pensadores más destacados del siglo XX cubano, considerado nuestro tercer descubridor. En La crisis política cubana: sus causas y sus remedios (1919), destacó entre nuestras limitaciones: la falta de preparación histórica del pueblo cubano para el ejercicio de los derechos políticos; la incultura en los dirigidos que les impide apreciar en su justo valor a los hombres públicos; la cultura deficiente en las clases directoras, que impide refrenar sus egoísmos y hacerlos compaginables con los máximos intereses de la nación; la desintegración de los diversos elementos sociales en razas y nacionalidades, de intereses no fundidos en un ideal supremo nacional; la debilidad psicológica del carácter cubano, la impulsividad, característica de esa índole psicológica, que nos lleva con frecuencia a actuaciones intensas, pero rápidas, precipitadas, impremeditadas y violentas.

Jorge Mañach Robato (1898-1961), catedrático universitario en Cuba, Estados Unidos y Puerto Rico, fue delegado a la Constituyente de 1940 y un profundo pensador e investigador de nuestros valores. En 1959 por sus ideas fue atacado por Lunes de Revolución y en 1960, cuando se intervino la emisora CMQ, renunció a sus programas de radio y televisión, y cuando la revista Bohemia fue confiscada por el gobierno revolucionario, dejó de escribir en ella. En una oportunidad, al referirse a las desavenencias permanentes entre cubanos, dijo: Cada persona tiene su pequeña aspiración, su pequeño ideal, su pequeño programa; pero falta la aspiración, el ideal, el programa de todos; aquella suprema fraternidad de espíritus que es la característica de las civilizaciones más cultas. Y añadió, el individualismo inhíbito en nuestra raza hace a cada uno quijote de su propia aventura. Los esfuerzos de cooperación generosa se malogran invariablemente. Los leaders desinteresados no surgen. En los claustros, en los gremios intelectuales, en las academias, en los grupos, la rencilla cunde como la yerba mala por los trigales de donde esperamos el pan del espíritu. Todo es un quítate tú para ponerme yo.

2- Desentrañando causas y extrayendo enseñanzas

En las observaciones críticas de los nueve pensadores se repiten de forma explícita o implícita los siguientes juicios: la importancia del pensamiento en los cambios sociales; la educación como premisa y camino para la liberación; la importancia de la formación de conciencia y de virtudes cívicas; la libertad y los derechos como base del funcionamiento de la sociedad; el papel de la ética como fundamento de los derechos, sobre los cuales se erigen la dignidad y la participación ciudadana; la política como proceso contrario a la inmediatez; la relación entre educación, política e independencia; la inclusión de todos los factores sociales; el papel del tiempo en la política; la imposibilidad de generar cambios en la sociedad sin cambios en los hombres; la importancia de la conciliación y el diálogo como cimientos ético-culturales de la acción política; la carencia de conciencia de destino y la falta de preparación histórica del pueblo cubano para el ejercicio de los derechos políticos; la debilidad psicológica del carácter del cubano, su impulsividad; el divorcio entre las pequeñas aspiraciones y el programa de todos; el individualismo y la carencia de líderes desinteresados.

Precisamente ese abultado paquete de insuficiencias, destacadas por el pensamiento político crítico de los siglos XIX y XX, tuvo y tiene mucho que ver con los desajustes durante la República, con el rumbo seguido después del año 1959 y con las consecuencias actuales. Para confirmarlo basta pasar una breve ojeada a algunos de los episodios de la historia política cubana.

De 1902 a 1933, con excepción del Dr. Alfredo Zayas (hermano del General Bruno Zayas), todos los mandatarios que ocuparon la presidencia durante las primeras tres décadas republicanas era veteranos de la Guerra de Independencia, hombres acostumbrados a mandar tropas, al empleo de la fuerza, la mayoría con una pobrísima cultura cívica y democrática. Con esos cubanos se inició un ciclo integrado por los siguientes momentos: arribo al poder, intentos por conservarlo e irrupción de la violencia para removerlos. Así transcurrieron, en líneas generales, los años que separan los intentos de reelección de Tomás Estrada Palma de la Prórroga de poderes de Gerardo Machado. En ese período, entre otros conflictos, se produjo la Guerrita de agosto de 1906, la matanza de los Independientes de Color en 1912, la insurrección liberal conocida como la Chambelona en 1917 y la Revolución del 30. Acontecimientos que fueron acompañados por las intervenciones e ingerencias norteamericanas.

Este primer período, sin embargo, se caracterizó por el crecimiento y fortalecimiento de la joven saciedad civil cubana, que avalada legalmente por la Constitución de 1901 permitió ante cada hecho la participación de la oposición cívica y política en los cambios, y también se caracterizó por el crecimiento económico y los planes avanzados en materia de economía, entre los que destacan las medidas introducidas durante el primer período del gobierno de Machado, que en cierta forma anticipándose a Keynes introdujo la intervención gubernamental como regulador de la economía y desarrolló un vasto plan de construcciones ajustado a los períodos de tiempo muerto: la carretera central, el malecón, la escalinata universitaria, el capitolio, la Avenida de las Misiones y Parque de la Fraternidad, entre otras obras; aplicó una política arancelaria –basada en concepciones teóricas modernas– para estimular la producción nacional; e inició el desarrollo de la industria transformadora. Es decir, violencia y carencia de cultura cívica, combinadas con avances en la sociedad civil y en la economía el país.

De 1933 a 1952, de igual forma que en el período anterior, casi todos los que ocuparon cargos públicos provenían bien del Ejército Mambí, bien del ejército de la República o bien de las instituciones cívicas que optaron por la violencia durante la Revolución del 30: Fulgencio Batista, Eleuterio Pedraza, Carlos Mendieta, Ramón Grau San Martín, Sergio Carbó, Carlos Prío, Eduardo Chibás, Antonio Guiteras, Miguel Mariano Gómez, Carlos Hevia, Federico Laredo Bru, entre muchos otros.

Sin embargo, después de los años de ingobernabilidad que siguieron a la caída del gobierno de Gerardo Machado hasta la promulgación de la Constitución de 1940, el país vivió 12 años dirigido por mandatarios elegidos por el pueblo en las urnas (Batista, Grau y Prío). A pesar de ello, esos años de transición se caracterizaran por la corrupción político administrativa, el pandillerismo y el desorden; un escenario que facilitó el regresó al poder de Fulgencio Batista mediante un tercer Golpe de Estado, apenas sin oposición. La flamante Constitución del 40 fue sustituida por unos Estatutos Constitucionales, el Congreso fue disuelto y se instituyó un gobierno provisional que, aunque de forma precaria, se legitimó con las elecciones de 1954 y con la restitución de los órganos de poder y los preceptos legales que habían sido suspendidos en 1955. En ese período, en el que en varias oportunidades se violaron las libertades ciudadanas, se produjo paralelamente un crecimiento económico que situó a Cuba en el pelotón de avanzada de la región, aunque carente de justicia social, en especial para los habitantes de las zonas rurales del país.

En consonancia con nuestra carencia de cultura democrática, las diversas gestiones mediadoras fracasaron y se impuso la respuesta violenta. El asalto al Cuartel Moncada, las sublevaciones militares de Matanzas y de Cienfuegos, la Conspiración de los Puros, el desembarco del Granma y el Asalto al Palacio Presidencia, fueron manifestaciones de la supremacía inequívoca que asumió la violencia sobre los esfuerzos de conciliación que realizaron la Sociedad de Amigos de la República, el Diálogo Cívico y el Episcopado cubano.

De 1959 en adelante comenzó el presente período de gobierno revolucionario, tan prolongado que 53 años después, casi el mismo tiempo que duró la República, se mantiene en el poder. En éste, como en los casos anteriores, se repitió el ciclo de la violencia, pero diferenciado a los anteriores. Ahora, junto a las primeras medidas de carácter democrático y popular se inició un proceso de concentración de la propiedad en manos del Estado y del poder en manos del Jefe de la revolución –proceso que había comenzado en la Sierra Maestra en mayo de 1958 cuando se acordó aplicar una política de mando único centralizada en la figura de Fidel, nombrado en esa oportunidad Secretario General del Ejecutivo del M-26-7 y Comandante en Jefe de todas las fuerzas revolucionarias, incluyendo a las milicias urbanas–, que continuó después de 1959 con la agregación de los cargos de Primer Ministro y Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y con la Ofensiva Revolucionaria de 1968 que liquidó los últimos vestigios de la propiedad privada en Cuba.

De forma paralela, el entramado de asociaciones juveniles, femeninas, obreras, campesinas, profesionales, de empleadores, etc., fueron disueltas o subordinadas a los objetivos del Estado. La autonomía universitaria, que había sido refrendada en el artículo 53 de la Constitución de 1940, despareció de facto con la reforma Universitaria en 1962. La prensa escrita, radial y televisiva, la enorme red de cines existentes, la producción de libros y las instituciones culturales, quedaron bajo el control del Partido Comunista, hasta desembocar en el sistema totalitario y en la profunda crisis estructural en que nos encontramos.

Ese desmantelamiento tuvo como telón de fondo la Guerra Fría entre las grandes potencias de la época, en cuyo marco las contradicciones con Estados Unidos condujeron primero al deterioro de las relaciones entre ambos gobiernos y después al enfrentamiento. El efecto fue lógico, pues los conflictos entre Estados tienden a debilitar los conflictos entre éstos y sus ciudadanos y si uno de ellos intenta asumir un papel protagónico en el otro, afecta la legitimidad de los promotores de cambio al interior.
Regresando a las insuficiencias destacadas por el pensamiento político crítico de los siglos XIX y XX, no es difícil establecer la relación directa que tienen con las insuficiencias manifiestas en los cuatro períodos analizados, donde lo más recurrente resultó el predominio de la violencia, la política como monopolio de reducidas élites y la casi nula participación ciudadana. Un resultado que devela las causas del retroceso sufrido y sugiere el camino de salida, menos inmediato, pero más seguro.
Teniendo en cuenta la sentencia de Ortega y Gasset, acerca de vivir a la altura de las ideas del tiempo, considero que la formación del sujeto de los derechos civiles y políticos, en la que se empeñaron figuras desde Félix Varela hasta Enrique José Varona, sigue siendo una asignatura pendiente, pues como expresara en una oportunidad el filósofo danés Soren Kierkegaard: la historia se vive hacia delante, pero para su comprensión hay que mirar hacia atrás.

3- La formación de los sujetos del cambio

En la defensa de su tesis de Licenciatura en Derecho, Ignacio Agramonte expresó: Al derecho de pensar libremente le corresponde la libertad de examen, de duda, de opinión, como fases o direcciones de aquel. Por fortuna, éstas, a diferencia de la libertad de hablar y obrar, no están sometidas a coacción directa y se podrá obligar a uno a callar, a permanecer inmóvil, acaso a decir que es justo lo que es altamente injusto. ¿Pero cómo se le podrá impedir que dude de lo que se le dice? ¿Cómo que examine las acciones de los demás, lo que se trata de inculcar como verdad, todo, en fin, y que sobre ello formule su opinión? Es decir, lo primero es la libertad que se origina en el interior de los seres humanos y que luego se exterioriza en las relaciones sociales. De ahí la importancia de las libertades individuales como puente entre esa libertad interior y la participación pública.

La sociedad civil –la existencia de asociaciones, de espacios públicos, de medios de comunicación y de propiedades, cuyo rasgo más característico es la independencia respecto al Estado– es la institución facilitadora por excelencia para que las personas actúen como sujetos activo en la decisión de los problemas políticos, económicos, sociales y culturales de su interés; es decir, como ciudadanos. La sociedad civil, fundamentada en los derechos humanos, es asiento de la pluralidad y la diferencia, permanente escuela de civilidad, de ética y un sólido vínculo de los ciudadanos con la nación, la cultura, la historia y el desarrollo de su país.

La historia constitucional de los derechos de expresión, reunión, asociación, movimiento y hábeas corpus, que tuvo sus primeros episodios en la Carta Magna que los nobles ingleses impusieron a Juan Sin Tierra en 1215 y que recibió un fuerte impulso en Europa a partir del Renacimiento, tomó cuerpo en 1948 con la Declaración de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas e irrumpió en el Derecho Internacional con la entrada en vigor de los pactos de Derechos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en 1976. Ese proceso tuvo su reflejo en Cuba en una historia que comenzó con el Proyecto de Gobierno Autonómico para Cuba, elaborado en 1811 por el padre José Agustín Caballero y alcanzó su más alta expresión en la Constitución de 1940. Sin embargo, a pesar de esos antecedentes y del crecimiento observado por el asociacionismo, hemos visto como durante la primera mitad del siglo XX, la sociedad civil cubana no logró alcanzar el grado de madurez necesario para impedir el giro hacia el totalitarismo que escenificó el proceso revolucionario de 1959.

Hoy, la comparación entre el articulado de los pactos de derechos humanos con la realidad cubana demuestra la distancia entre esas normas internacionales y el estado de esos derechos en nuestro país; una anomalía histórica y estructural que explica que los mismos no estén definidos en totalidad y plenitud, ni como cultura ni como referente sociológico. Esos derechos, en su avance paralelo al desarrollo social, ya cuenta con tres generaciones. La primera, integrada por los derechos civiles y políticos, que constituyen la base del intercambio de opiniones, de concertación de conductas, de toma de decisiones y de formación de asociaciones, me refiero a las libertades de conciencia, palabra, prensa, reunión, asociación y el derecho de sufragio. La segunda, referida a las condiciones de vida y de acceso a los bienes materiales y culturales, integrada por los derechos económicos, sociales y culturales. La tercera, formada por los llamados derechos colectivos de toda la humanidad, es decir, el desarrollo, el medio ambiente sano, la paz mundial y la solución del hambre, entre otros problemas globales.

Si de la primera generación emerge la diversidad de asociaciones que conforman la sociedad civil; de la segunda –en la que se incluye el derecho a la propiedad– depende el funcionamiento y el desarrollo de cualquier sociedad; mientras que de la tercera está dirigida a la sobrevivencia del planeta y de la especia humana. Las tres, conjuntamente, garantizan un el valor de la persona y la dignidad humanas, las tres contienen limitaciones al ejercicio del poder estatal frente a los ciudadanos y fortalecen la participación en todos los ámbitos sociales incluyendo la política, la cual ocupa un lugar supremo en las relaciones sociales por su impacto en la vida y en el destino de las personas y los pueblos.

Aunque según la concepción marxista, la política surgió con la división de la sociedad en clases sociales, lo cierto es que la misma se deriva del término polis, con el que los antiguos griegos designaban la ciudad. Ello demuestra que la misma estuvo relacionada con las actividades públicas dentro de la polis, mucho antes de que tomara cuerpo en la lucha de clases y en los aparatos gubernamentales. La política, presente de una u otra forma en todas relaciones sociales, constituye un factor decisivo para el cambio.

En todas las sociedades políticas la delimitación entre gobernantes y gobernados pasa por la soberanía. Cuando ésta reside en el pueblo, sus miembros son ciudadanos; cuando reside en una persona, son súbditos. El Estado y el gobierno son pues, un aspecto de la política, pero no el todo, pues esta esfera incluye a los ciudadanos, algo que desde antes de nuestra era, Aristóteles condensó en la frase: todos somos por naturaleza entes políticos. Esa es la razón por la que, concebida tradicionalmente como lugar privado de Estados, gobiernos y profesionales, se extienda al ciudadano.

Sin embargo, además del interés del Estado en mantener al pueblo fuera de las decisiones políticas, lo cierto es que una considerable parte de los cubanos, agobiados por la sobrevivencia y por el desconocimiento de su importancia, se desentiende, o cree que se desentiende, coadyuvando con ello a que el poder y las decisiones políticas se mantengan concentradas en la élite que sustenta el poder.

Desde esa convicción se impone luchar por la democratización de la política, es decir, por la participación ciudadana en las decisiones de la nación, para lo cual es necesario la transformación de las personas en actores públicos. Ese reto, tan complejo como ineludible, consiste en la conversión de las personas en ciudadanos, que constituye el camino más seguro y viable para lograr una efectiva participación, aprendiendo sobre la marcha y equivocándose hasta acertar y ser efectivos. Un camino que exige cambiar nuestro comportamiento, aquello que Vaclav Havel reiteraba con las siguientes palabras: el punto es que debemos cambiar fundamentalmente la forma en que nos comportamos, y que Jesucristo, cuando anunciaba el reino de Dios, proclamaba: cambien la manera de pensar y de vivir.

La salida de la actual situación en Cuba pasa, pues, porque cada uno ocupe y haga uso de la cuota política que le corresponde. Si no lo hacemos, otros harán uso de esa cuota. La consecuencia consiste en que, cuando pueblos enteros se desentienden, por las razones que sean, un hombre o una élite se ocupan de ella y con ella someten a los desinteresados en la política, los que quedan atrapados por ignorancia, apatía o indecisión: ese es precisamente nuestro caso.

Convencidos de lo vital que resulta la formación ciudadana, se requiere entonces actuar –como nos intentaron enseñar los pensadores cubanos de los siglos XIX y XX– desde los principios ético-morales, pues la moral es la libertad para el manejo de la responsabilidad, para que no se convierta en libertinaje. Sin ese requisito en Cuba habrá cambios, como los hubo siempre, pero no los cambios esenciales que la sociedad necesita para ponerse a la altura de los tiempos. Una política cuyo punto de partida esté en el ciudadano tiene que empezar por cambios en el ciudadano.

Rousseau consideraba ciudadano a todo el que podía decidir sobre las leyes que se tomaban en la ciudad, pues como parte de la comunidad tenían el derecho y la obligación de ocuparse de los asuntos públicos. Hoy, de forma similar, el ciudadano cubano, es aquel, o mejor dicho, será aquel que desde la sociedad civil participe en las en el diseño de la política de la nación. Un sujeto que hoy no existe en Cuba.

Entre el actual modelo totalitario y una sociedad democrática, media la formación de una cultura de derechos. Parafraseando el concepto de acción afirmativa, en nuestro país se impone una acción educativa, dirigida a lograr que los valores cívicos y la visión integral de los derechos humanos se conviertan en una incorporación cultural tan profunda y sólida, que no sea necesario pensar en el recurso de la rebelión para salir del estancamiento y hacer valer la dignidad y la integridad de la persona humana. La importancia de la acción educativa en la formación de los sujetos para el cambio social se avala con las palabras de Ortega y Gasset, en la obra citada, al referirse a las masas que irrumpen en la política sin preparación: puede, en efecto, ser tránsito a una nueva y sin par organización de la humanidad, pero también puede ser una catástrofe en el destino de lo humano.

* Dimas Cecilio Castellanos Martí. Granma, 22 de enero de 1943. Desde 1967 reside en La Habana. Licenciado en Ciencias Políticas (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos (2006). Aficionado a las investigaciones de la historia de Cuba. Periodista independiente, Escribe en las publicaciones digitales Diario de Cuba, Revista Convivencia, Revista Voces, el Blog de Dimas y otras. Primer premio del concurso convocado por “Solidaridad de Trabajadores Cubanos” con el  ensayo Nacimiento, desarrollo y muerte del sindicalismo cubano. Autor de Derechos Humanos y Sociedad de la Información en Cuba, ponencia presentada en el evento por el XXXV Aniversario del Instituto de Estudios Cubanos en junio de 2004. Entre octubre y diciembre de 2009 impartió la conferencia Nacimiento y muerte de la sociedad civil en Cuba, en el Instituto de América Latina de la Universidad de Berlín y en la Facultad de Sociología de la Universidad de La Laguna, Tenerife