lunes, 26 de noviembre de 2012

BUSCANDO LA SOLUCION

Entrevista con el abogado, periodista y escritor Faisel Iglesias, fundador de la Corriente Agramontista de Abogados de Cuba.

Por Dariela Aquique
Santiago de Cuba
Hace unos meses un amigo me hizo llegar la convocatoria del certamen literario “Nuevo pensamiento cubano”, a propuesta de la Delegación para el Caribe de la Corriente Liberal para la Disidencia Cubana, Cubanos Unidos. Se concursaría en las ramas: Pensamiento crítico, Economía y Literatura. Y en los géneros de ensayo, narrativa y poesía. Participé con un poemario y les confieso con cierto recelo. A ciencia cierta los que hemos vivido siempre en la Isla no podemos escapar al contagio de esa paranoia sempiterna que se ha inoculado en la sociedad nacional, durante ya más de medio siglo de sometimiento a un régimen totalitario. Fue así que buscando datos de quiénes eran los generadores de dicho proyecto, me encontré con una persona desconocida para mí, pero con quien inmediatamente experimenté una singular empatía. Se trata del abogado, periodista y escritor Faisel Iglesias, nacido en 1953 en Pilotos, Pinar del Río; graduado de Derecho en la Universidad de La Habana, ahora residente en Puerto Rico y presidente del certamen, quien gentilmente ha consentido en darme esta entrevista.

P: Se considera usted alguien que siempre ha estado buscando la solución para Cuba. En su obra periodística ha logrado imbricar la historia y el derecho para darnos una visión panorámica del sinuoso peregrinar de nuestra Nación a causa de los ucases que en las diferentes etapas han dado al traste con la posibilidad real de consolidarnos como una democracia participativa. Su artículo Por una nueva concepción de la Sociedad, el Estado y el Derecho cubanos, publicado en Otro Lunes. Enero 2010, es un excelente ejemplo de ese empeño personal. ¿Podría comentar al respecto?

 Faisel Iglesia (FI): Haber estudiado ciencias jurídicas en la sede universitaria de Pinar del Río, primero, y en la Universidad de la Habana, después, en época en que el precursor de la institucionalización socialista, Blas Roca Calderío, procuraba el desarrollo de un pensamiento jurídico con valores de ciencia, me llevó al estudio de nuestra historia. Descubrí entonces que lo sucedido entre Céspedes y Agramonte no era una simple discrepancia táctica o estratégica de dos ilustres patriotas, sino el planteamiento histórico de dos concepciones de la sociedad, el Estado y el derecho que aún hoy se debaten, no solo en Cuba, sino en todo el mundo. Y las demandas de los pueblos en las recientes revoluciones en el norte de África lo demuestran. Después, por mis inquietudes literarias descubrí que Cintio Vitier y Roberto Fernández Retamar lo que hacían era tratar de desvirtuar el pensamiento martiano. Hacer un Martí marxista-leninista es de las cosas más perversas de nuestra historia, cuando Martí es todo lo contrario. Martí y Agramonte creían en la soberanía del ciudadano y en el Estado como un simple instrumento a su servicio. Pero el castrismo erigió al Partido en soberano cuando consagró en el artículo 5 de la Constitución que el que dirige y orienta a la sociedad, Estado y Gobierno es el Partido. Ese engendro latinista-stalinista mata todo desarrollo de la individualidad, le corta la cabeza a cada persona. Nos quita la condición de ciudadano y nos hace súbditos de un aparato dirigido por un dictador que se apropió de nuestras vidas, villas y hacienda, con atributo de zar de izquierda, emperador romano, déspota ilustrado y mucho de dictador latinoamericano. Ante esta realidad tan aplastante, en el ejercicio de la profesión de abogado y de mi vocación literaria no me quedó otra alternativa que el ejercicio de la decencia. Y eso me hizo disidente.

P: Háblenos de su labor como fundador de la Corriente Agramontista de Abogados de Cuba (movimiento de abogados disidentes que procura una nueva concepción de la sociedad, el Estado y el derecho cubanos), circunstancia esta por la que fue encarcelado en más de una oportunidad.

 FI: En medio de la crisis que te contaba en la respuesta anterior, un día se me acerco René Gomez Manzano, con un proyecto de fundar la Unión Agramontista con el propósito de dar a conocer la obra del ilustre camagüeyano, erigirle un monumento en la Habana y procurar la solidaridad profesional. Enseguida nos dimos a la tarea apasionadamente. Eran los tiempos en que yo, Manzano, Zenén Pérez Yera y Jorge Puig Keiser y Leonel Morejón, en la Habana y Lázaro Godínez en Pinar del Río, desarrollábamos una intensa labor en la defensa de aquellos cientos y miles de ciudadanos que eran sancionados por los tribunales cubanos por conductas que en cualquier parte del mundo no son delito. Vender un plátano, una gallina, salir del país, ejercer el pensamiento, gritar abajo Fidel, de conformidad con la ciencia del derecho, no son delito. Delito es la conducta típica, antijurídica, culpable y socialmente peligrosa. Y cómo se puede hacer una ley tipificando como delito la venta de un plátano, qué de peligrosidad social hay en una conducta que está dirigida precisamente a evadirse de la sociedad que se dice atacada a través de un fiscal de lengua viperina, en representación de un Estado que, lejos de brotar de un contrato social, está por un ejercicio brutal del poder. Poco tiempo después les planteé a mis colegas antes mencionados que más que un gremio profesional debíamos de luchar por el cambio de la concepción de la sociedad, el Estado y el derecho cubanos. Que ese había sido el papel de Agramonte ante Céspedes en Guáimaro. De modo que hay un Agramonte General, un Agramonte abogado, pero hay un Agramonte estadista que se nos ha negado, por desgracia, dada la perversa labor de un Retamar, de un Cintio Vitier y un Armando Hart. De modo que nuestra idea no era nueva… era una corriente de pensamiento que viene de la Revolución Norteamérica y que en Cuba la encendió en Guáimaro Agramonte. Martí la sostuvo viva en medio de la Guerra Necesaria —“No se funda, General, un pueblo como se manda un campamento”— y que Machado, Batista y Fidel Castro han pretendido apagar para usurpar el Poder del pueblo. En consecuencia propuse la Corriente Agramontista. Y es eso, una corriente de pensamiento. No es una organización… sino una idea que procura una nueva concepción de la sociedad, el Estado y el derecho cubanos.

P: Una experiencia para nada grata debió haber tenido con su novela El olor de la tierra, la que fuera publicada parcialmente por Letras Cubanas en 1991, en una edición especial dedicada a José Lezama Lima. Pero que quedó prohibida por el Gobierno de la Isla el mismo día de su lanzamiento. ¿Nos cuenta al respecto?

FI: Junto a esa lucha como abogado y tratando de dar conciencia sobre la necesidad de una nueva concepción de la sociedad, el Estado y el derecho, desarrollaba mis inquietudes literarias. Abel Prieto, que por entonces para mí era Abelito, supo por Ángel Guerra —entonces director de Bohemia— de mi novela. Yo no quería darla a leer. No me consideraba escritor. Abel me vio en la calle y me dijo, “Mi socio, me dijeron que estás escribiendo una novela y quiero verla…” “No Abelito, tú tienes mucho trabajo, eres un crítico de obras importante…” “No, no, llévala por mi oficina”, me insistió. Bueno, entonces un día le lleve la obra a su oficina en La Habana Vieja. “Okey, mi socio, ven dentro de quince días.” A los quince días fui y me dijo, “Perdóname mi socio, pero he tenido mucho trabajo. Ven la semana que viene”. “Abelito”, le insistí, “tú estás muy ocupado, deja eso”. “No, no, ven la semana que viene…” Y así fue. A la semana siguiente llegue a su oficina, pero su secretaria me dijo que estaba para los países socialistas. Entonces le dejé una nota, diciéndole que no se ocupara de mi novela, que me la devolviera, que no merecía que desatendiera sus tareas, etc., etc. Y me fui y me olvidé de eso. Un día, meses después, me encontré a su secretaria cuando caminaba por la calle Obispo… Me gritó, con una sonrisa que delataba sorpresa agradable, de acera a acera: “Oyeeee, Abelito te anda buscando…” Así que unos días después me aparecí en su oficina. Estaba sentado frente a su buró y tenía una botella de Ron Bocoy a medias, a su espalda, sobre un mueble… Me dijo que se la quería tomar con una jevita en la posada, “pero te voy a dar un poquito, mi socio…” y se me quedó mirando de abajo para arriba, como los escribanos de espejuelos en la punta de la nariz. “Mi socio, usted es escritor”, me dijo. “Abelito no me digas eso que si me lo creo voy a desatender mi profesión y tengo que mantener a mi hija…” “Mi socio, usted es un poeta corrido, con una violencia subterránea como Rulfo y un humor triste como Chaplin, capaz de explicar a Cuba a través del mito de la tierra”. Sus palabras me estremecieron. Sabía que me había calado y que yo había logrado lo que me proponía. Poco después la obra entro en proceso de edición, bajo la dirección de Emilio de Armas y Madeline Cámara. Después recibí un telegrama para participar de su lanzamiento en la Biblioteca Nacional, para el día 18 de diciembre de 1992. Pero el lanzamiento no se produjo. Fui a ver a Abel Prieto, que ya era Presidente de la UNEAC. Le dije lo que había pasado. Me respondió: “Pero esas cosas pasan en Cuba todavía…”, y no me dijo nada más. Después lo encontré de nuevo en la Biblioteca Nacional. Intenté acercármele, con familiaridad, como antes, pero estaba distante.

P: La obra sin embargo corrió mejor suerte años después cuando fue presentada en 1996 en la Feria Internacional del Libro de Miami.

FI: Bueno, ya andaba en un país de libertades ciudadanas… que no te imaginas tu cuanto se siente eso en la piel…

P: Artículos suyos han aparecido en la prensa cubana, puertorriqueña, española, estadounidense y de otros países. ¿Son ahora mismo las letras su forma de luchar por Cuba?

FI: Bueno, soy un hombre de ideas. Quiero que circulen las de todos, para que sean respetadas —que es la manera de respetar la dignidad de los demás, la dignidad humana—. Me aterra eso del combate de las ideas… ¿Y si las hieren o las matan? No podemos ser un pueblo sin ideas… Podrá haber algo más terrible que “tú estás equivocado”, “no te permito que delante de mí digas eso”… Creo en la circulación de las ideas. Así las que no sirven hoy tal vez mañana se les eche de la mano, o apoyan otras…

P: Muy buena acogida tuvo su novela Que bueno baila usted, inspirada en la figura del Benny Moré, uno de los más grandes exponentes de la música cubana. ¿Por qué esta novela?

 FI: La música cubana es única y Benny More es su máxima expresión. Benny es la síntesis de la cubanía. Por otro lado hay un intento de descubanizar la música cubana. Oportunistas extranjeros, con el propósito de apropiarse de ella, la llaman música caribeña, tropical y hasta le cambian el nombre… A nadie se le ocurre decir que el jazz no es norteamericano aunque en otras partes se haga jazz. Nadie le niega a los mexicanos el mérito de haber creado las rancheras. Los argentinos no aceptarían que al tango le llamen música mate. Y nosotros tenemos que admitir que a nuestra música la llamen salsa. El embargo, ese que prohíbe la comercialización en el mundo de los productos cubanos, por un lado, y el bloqueo, ese que le impuso el Gobierno cubano a la creación individual han generado una crisis en la música cubana… que nos afecta en la identidad y que afecta la identidad de otros pueblos que, por ignorancia, se creen el cuento. Y yo sentí la necesidad de defender a la música cubana y a Benny More… Claro, no me opongo a que otros pueblos bailen nuestra música y que enriquezcan su música con la nuestra. Me encanta lo que hicieron los puertorriqueños Cortijo e Ismael Rivera con la música cubana. Tú ves los instrumentos cubanos tocados de manera que afloren las células rítmicas de la bomba y la plena y me parece bello, auténtico. Pero creo que se debe respetar lo que se debe respetar.

Me gustaría conocer detalles del libro de alegatos titulado El grito de Dios.

FI: En Cuba trabajé fuerte procurando un derecho como ciencia social autónoma —no como una ideología—, en defensa de la pluralidad política y social. Ya San Pablo nos hace saber que la ley debe ser la forma de la ciencia y de la verdad. El Grito de Dios son cuatro alegatos que, más que la defensa de mis representados, son un grito en defensa de que el derecho más que una expresión de la voluntad del poder constituido, sea valores de ciencia, virtudes de arte y discurso de la naturaleza.

P: ¿Cuáles son las particularidades del certamen literario “Nuevo pensamiento cubano”?

FI: Cada momento histórico tiene su propio discurso ideoestético. En Cuba se cuece un nuevo pensamiento. El Certamen tiene el propósito de que ese nuevo pensamiento aflore.

P: Usted cree que el problema de Cuba es de concepción de la sociedad, Estado y derecho más que político. ¿Podría argumentárnoslo?

FI: La ignorancia mata a los pueblos y es preciso matar la ignorancia… Se habla de dos concepciones fundamentales de la sociedad, Estado y derecho, la concepción oriental y la occidental, pero no se habla de que en las Américas hay dos concepciones de la sociedad, el Estado y el derecho. Por una lado la concepción que nos legó la Revolución Norteamericana, donde un pacto social, consagrado en una Constitución, como ley suprema, garantiza los derechos fundamentales de los ciudadanos y se establecen las competencias de los órganos del Estado. Y por el otro, la concepción latinoamericana del Estado y el derecho, esa que llevó a Martí a decir, sigue viviendo la colonia en las repúblicas. En Latinoamérica el Estado y el derecho no surgieron como instrumento creados por nuestros pueblos para mejorar la vida pública, sino como mecanismos de saqueo y sometimiento. Por eso cuando gobernantes asumen sus altas magistraturas no hablan de servicio público, sino de ejercicio del poder. Se trepan para dominar e imponer, en el mejor de los casos. En fin, es necesario rescatar a Martí y a Agramonte

domingo, 25 de noviembre de 2012

WINSTON CHURCHILL: PROFETA

Este 30 de noviembre se cumplen 118 años del nacimiento, en 1874, del estadista británico que se adentrara en el destino de Cuba.

noviembre 25, 2012
Por Armando de Armas www.martinoticias.com
​​¡Oh my dear friendly enemy!, cuenta Orestes Ferrara, en Una mirada sobre tres siglos: Memorias, que esas fueron las palabras que le dirigió el que después sería Primer Ministro de Gran Bretaña, Wisnton Churchill, al reconocerle en una fiesta ofrecida por los marqueses de Londonberry en su magnifico palacio londinense, y que la unión de los pares de opuestos en las palabras de saludo, amigo y enemigo, venía del recuerdo que guardaba el gran británico de haber luchado a favor de España durante la Guerra de 1895 en Cuba, mientras que el napolitano lo hacía a favor de la independencia de la isla.

Pero estos hombres no sólo tendrían en común el haber estado en una misma guerra, aunque en distintos bandos, sino que, más importante aún, ambos serían enormes estadistas al tiempo que enormes escritores y que, política que suele empañar a las letras, ambos llegarían a ser más conocidos como estadistas que como escritores; en el caso de Churchill a pesar de haber sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1953.

En 1895, recién conseguido su primer despacho de oficial y con tan sólo 21 años de edad, Churchill se las arregló para ser destinado a Cuba en calidad de observador militar y periodista, pero parece ser que el impetuoso inglés también tomó parte en los combates hombro a hombro con los íberos. En sus informes y artículos acerca de la experiencia cubana se aprecia, por una parte, los típicos prejuicios etnocéntricos expuestos con la ingenuidad propias de esa edad y, por la otra, un pragmatismo que le permite valorar adecuadamente el escenario de la guerra, sobre todo en lo concerniente a la situación real de los isleños insurrectos que les impediría ganar la contienda por su propia cuenta, al menos no sin ayuda de una potencia extranjera como finalmente ocurrió; algo que, curiosamente, también pudo apreciar Ferrara desde las filas opuestas.

El futuro Nobel de Literatura escribe en sus informes: “... A la mañana siguiente se encontraban en Sancti Spíritu, por aquel entonces un lugar insalubre. La columna del General Valdéz era batida por la fiebre amarilla y por otras enfermedades tropicales. Al día siguiente de marcha llegaron al pueblo de Iguará, sitiada por los insurgentes para evitar que entraran suministros a la población.

El 29 de noviembre llegaron noticias de que 4.000 insurgentes bajo el mando del General Máximo Gómez estaban acampados a pocos kilómetros al este de Iguará, y a las 5 de la mañana del 30 de noviembre de 1895 el General Valdéz emprendió la marcha con la intención de entablar combate con los insurgentes. Todavía estaba la niebla de la mañana cuando la columna española se vio envuelta en el fuego enemigo”. Mientras que en misiva desde el lugar de los hechos Churchill escribe a su madre: “El General, es un hombre muy valiente, vestido con su uniforme blanco en su caballo gris, gritando órdenes a lo largo de la línea de tiro española, con las balas pasándole muy cerca. Él iba al frente de la infantería en el avance que permitió ganar 500 yardas al enemigo. Tuvimos mucha suerte de no perder muchos más hombres de los que perdimos, pero esto se debió a que los rebeldes no tenían ángulo de tiro. El General me recomendó para la Cruz Roja (una condecoración que se daba a los oficiales españoles), y al bajar del tren al día siguiente me encontré al Mariscal Martínez Campos y a toda su camarilla, que me felicitaron y comunicaron que la condecoración llegaría en breve”. Curiosamente, tanto Churchill como Ferrara desarrollaron su aventura militar cubana mayormente en la misma geografía: Las inquietas Villas.

Posteriormente Churchill escribiría en el Saturday Review del 7 de marzo de 1896: “Es imposible que ellos ganen una simple batalla o conquisten una ciudad. Su ejército consiste en su mayoría en mulatos indisciplinados”. Y es que lo apreciado por el británico en las fuerzas mambisas parece que no le hacía precisamente optimista respecto a que, una vez arribadas al poder, ofrecieran una alternativa mejor para la isla que la emanada de la metrópoli española. Así, el 15 de febrero de 1896 asegura en el mismo Saturday Review: “La victoria rebelde ofrecería muy poco beneficio para el mundo en general y para Cuba en particular” (...) “Aunque la administración española es mala, el gobierno cubano podría ser peor, igual de corrupto, mas caprichoso, y mucho menos estable. Por todo ello sin duda las revoluciones serían periódicas, la propiedad insegura y la igualdad desconocida”. Bueno, la verdad es que las palabras del futuro primer ministro inglés denotan una suerte de don profético; a los hechos de la historia posterior nos remitimos.

Más o menos por esa misma fecha de los artículos en el Saturday Review, escribe a su amigo Bourke Cockran: “Espero que los Estados Unidos no fuercen a España a dejar Cuba, a menos que estén preparados para aceptar la responsabilidad de los resultados de dicha acción. Si a los Estados Unidos les importa tomar Cuba, lo cual sería un golpe muy fuerte para España, debería de ser de la mejor manera posible para el mundo y para la isla. Pero mantengo que sería algo monstruoso si lo único que van a hacer es crear otra República sudamericana, que aunque degradada e irresponsable es apoyada en sus acciones por los estadounidenses, sin mantener ningún tipo de control sobre su comportamiento”. Luego, en Churchill apreciamos una dialéctica decantación en que parece apostar siempre por el mal menor, a favor de los intereses de una isla que, por extrañas sincronías, parece haber estado en el centro de muchos de sus juveniles desvelos.

No obstante, con esa sabiduría suya para pactar con la sombra, como el mismo Ferrara, como todos lo grandes que en el mundo han sido, cuando Estados Unidos entró en la guerra contra España, en 1898, las simpatías de Churchill estuvieron de parte de los estadounidenses y, sobre todo, de los cubanos, pues coherente con su pensamiento expresado dos años atrás, vislumbró la oportunidad de crear un gobierno fuerte y estable para Cuba: “América puede dar a los cubanos la paz”, asegura en una entrevista al Morning Post del 15 de Julio de 1898, “y quizás la prosperidad volverá. La anexión norteamericana es lo que debemos apoyar todos en este momento, aunque quizá no debamos apoyarlo mucho tiempo.”

Churchill, nacido en 1814 y muerto en 1965, se graduó en la Real Academia Militar de Sandhurst, pero, las mediocres calificaciones obtenidas lo obligan a ingresar en el Ejército, y como oficial del Cuarto de Húsares, es que participa en 1895 como observador en la Guerra de Independencia de Cuba, para pelear luego en la India, en 1898 y, al año siguiente, en África del Sur, destinos donde también ejerció como corresponsal de guerra para periódicos londinenses, en lo que sería el despegue de una carrera literaria que finalmente lo llevaría a la cúspide con una voluminosa obra donde destacan: Savrola (1900), La crisis mundial (1923-1929), La Segunda Guerra Mundial (6 vols., 1948-1953), así como Historia de los pueblos de habla inglesa (1956-1958).

En la guerra sudafricana de los bóers es hecho prisionero, pero la espectacular fuga que protagonizó y su posterior actuación en las fuerzas que rompieron el cerco de Ladysmith, le dieron al escritor la popularidad que le impulsaría decisivamente en los albores de su carrera política, donde sería subsecretario de Estado para las Colonias y ministro de Comercio e Interior y, para 1911, al incrementarse la tensión internacional, Primer Lord del Almirantazgo, puesto desde el que impulsó una rápida modernización de la marina y el desarrollo de la aviación, convencido como estaba, con esa su proverbial visión profética, de que el estallido de la que después sería conocida como Primera Guerra Mundial era inevitable.
En 1915 y en plena contienda, es considerado responsable del desastre de Gallípoli, en el intento de abrir los Dardanelos, por lo que dimitió de su cargo, para reingresar en el Ejército y combatir en el frente occidental. Llamado nuevamente por el primer ministro Lloyd George, sería designado ministro de Armamento en 1917 y de Guerra y del Aire en 1918. Entonces, como ocurre a los que no se limitan a repetir lo que el común de los enanos del circo quiere oír, su oposición a hacer concesiones a las aspiraciones independentistas de la India y el escaso eco que tenían en el Gobierno sus advertencias sobre el peligro que representaba para la seguridad internacional el desarrollo del socialismo de los nazis en Alemania, terminan por marginarlo durante largo tiempo de los puestos de poder. Así, en 1939, en vísperas del estallido de la Segunda Guerra Mundial (esa que había venido anunciando sin que la sociedad inglesa ni el apaciguador Chamberlain le hicieran caso) es restituido en su cargo en el Almirantazgo y, al año siguiente, iniciada ya la carnicería, se convierte en primer ministro, al frente de un Gobierno de coalición.

Churchill, fogueado en la guerra de Cuba, supo encarnar el espíritu de resistencia de la nación inglesa, dotado de una férrea voluntad y prometiendo al pueblo británico no el arreglo con el enemigo para la paz esclava, o de los esclavos, sino sangre, sudor y lágrimas, fue el responsable de las principales decisiones durante el ataque de los aviones de la Luftwaffe a las islas Británicas y participó en la preparación de la campaña de El Alamein, 1942, además de desempeñar un papel crucial en la conservación de la frágil alianza con el comunista Stalin (a quien sabiamente consideraría aún peor que Hitler), y de establecer un estrecho contacto con el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, con quien firmó la Carta del Atlántico. Por otro lado, el gran estratega inglés tuvo así mismo una intervención decisiva en las conferencias de Casablanca, El Cairo, Teherán, Yalta y Potsdam, cónclaves que cambiaron el curso de la guerra y diseñaron el mapa político del mundo de la segunda mitad de la centuria número XX. En 1945, finalizada la contienda, pierde las elecciones, pero en 1951 accede nuevamente al cargo de primer ministro, que desempeñó hasta 1955, pero antes, en 1953, es galardonado con el Premio Nobel de Literatura y, en 1963, el Congreso de Estados Unidos lo nombra ciudadano honorario de este país. Ciudadanía que merecería no sólo por haber sido un baluarte de la libertad individual en el mundo, sino porque Winston Churchill, nacido en el Palacio de Blenheim, propiedad de su abuelo, séptimo duque de Marlborough, era hijo de lord Randolph Churchill y de la estadounidense Jennie Jerome.

Entre los muchos aspectos, digamos, peculiares, en la personalidad de de Winston Churchill está su capacidad para anticiparse al futuro, don del que pudiéramos decir que deja constancia ya desde sus informes, misivas y artículos sobre la guerra de Cuba, y después desde su privilegiada posición de poder en su país, en que pudo hacer alarde de su eficacia en la interpretación de la situación del mundo y que le permitiría prevenir acontecimientos posteriores como la I Guerra Mundial, aunque sus advertencias, como casi siempre ocurre en estos casos, no fueron escuchadas. La popularidad alcanzada por el eminente escritor se sustentaría sobre todo en el poder de anticipación a la realidad, como ocurrió cuando, posteriormente, advirtió del peligro que suponía para Gran Bretaña y el mundo el desarrollo del nazismo de Adolfo Hitler. Así, en 1938, el Acuerdo de Munich, acuerdo por el cual Inglaterra y Francia eran obligadas a ceder ante Alemania, hizo finalmente ver a muchos la capacidad de anticipación de que Churchill había hecho gala. Además cabe destacar que Winston Churchill fue el primero en definir el término "telón de acero" con el que se hacía referencia a las dictaduras comunistas que bajo la égida de la Unión Soviética sometían a los pueblos de Europa del Este.

Churchill fue el principal promotor de la política y el pensamiento anticomunista anglosajón en todo el mundo durante el siglo XX. En 1946 visitó Estados Unidos y pronunció su famoso discurso en Fulton, Missouri, en el que siguió advirtiendo a Occidente, especialmente a Estados Unidos, de la política expansionista del imperio de los comunistas soviéticos, favoreciendo una estrecha alianza angloamericana contra los marxistas artillados hasta los dientes. Antológicas serían las siguientes frases de Churchill para definir el socialismo: 1- “El socialismo, es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia, la prédica a la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria." 2- "Ningún sistema socialista puede ser establecido sin una policía política." 3- "Que el tener ganancias es reprochable es un concepto socialista. Yo considero que lo verdaderamente reprochable es tener pérdidas." Ya desde su época de ministro de Armamento en 1917 y de Guerra y del Aire en 1918, el triunfo y consolidación de la revolución bolchevique en Rusia, vienen a convertirse en una obsesión para Churchill y quiere, a toda costa, enviar tropas en ayuda de los ejércitos blancos que luchan contra los rojos, de quienes asegura que “son enemigos del género humano” y que gobiernan “a golpes de masacres y asesinatos en masa” (...) “De todas las tiranías de la historia, la tiranía bolchevique es la peor, la más devastadora, la más envilecedora”, pero en el gabinete se oponen, y entonces propone enviar dinero y armas a Denikin y Kolchak, los jefes anticomunistas, pero tampoco tuvo éxito, demostrando una vez más no sólo su proverbial don profético, sino la proverbial ceguera de los políticos al uso y al abuso, pues de haber sido apoyado en sus planes antibolcheviques la humanidad, quizás, se hubiese ahorrado los más de cien millones de muertos que luego costó (y cuesta aún en lugares como Corea del Norte, China y Cuba) a la humanidad el comunismo, un régimen que Ronald Reagan, otro grande y en buena medida heredero ideológico de Churchill, definiera después como el imperio del mal.

Quizá podría aventurarse que el don de lo profético es lo que conduce a Churchill al nivel de considerársele por muchos como el más grande estadista de todos los siglos, una grandeza que permite, y de alguna manera exige, verle en múltiples dimensiones del devenir, y una de esas dimensiones, a la que por cierto algunos atribuyen su don de la previsión, y por ende, su grandeza como estadista, y su grandeza en todos los órdenes, sería la dimensión del ocultismo. Pero, en lo que no parece haber dudas es en el hecho de que Churchill se consideraba a sí mismo como un ser providencial ungido y urgido por la misión de iluminar al mundo y salvar a la Gran Bretaña porque, en su vislumbre, y en la de otros personajes protagónicos en el escenario de la Segunda Guerra mundial, ésta no sería una simple guerra, sino una que alcanzaría proporciones cósmicas de enfrentamiento numinoso entre las fuerzas de la luz y las tinieblas. Entre esos personajes se encontrarían no sólo Churchill y Hitler, sino el mismísimo temible general norteamericano, George Smith Patton, quien estaría seguro de la reencarnación hasta afirmar que en todas sus vidas anteriores siempre había sido guerrero, un legionario romano, un mariscal napoleónico, o nada menos que Aníbal, en unos avatares que lo llevarían a través de los siglos en una sanguinaria sucesión de conflictos que no serían otra cosa que la historia misma del hombre.

En 1940, al ser elegido para encabezar el gobierno de coalición, una de las primeras medidas oficiales de Churchill fue declarar un día nacional de oración y pedir un minuto de silencio cada día, a las nueve de la noche, antes de la emisión de las noticias, y durante el resto de la guerra, sobre lo cual dicen que Hitler comentó no se sabe si en serio o en sorna: "Ésta es el arma secreta más potente de Churchill". Pero, si en ese sentido parece ser que Hitler estaba armado de un auténtico poder de hipnotismo sobre las masas, conexión con el inconsciente colectivo pangermánico, también parece ser que Churchill tenía el poder de comunicar con el psiquismo profundo de los anglosajones y aliados en general; probablemente a eso se refería el presidente John Kennedy en el discurso con motivo del nombramiento de Churchill como ciudadano de los Estados Unidos, al decir: "usted ha comprendido el verbo como un arma de guerra".

Se asegura que Aleister Crowley, el famoso ocultista británico, fue quien asesoró a Churchill para que propagara el signo de la victoria, o Thumbs Up, el que se produce cuando se levanta el dedo pulgar para expresar afirmación o victoria, que a menudo usaba el mandatario y que, según los ocultistas, haría ganar la guerra sobre los nazis o bestias pardas. En ese orden de cosas, Crowley, que además de esotérico era escritor, publicó un pequeño panfleto que contiene poemas relacionados con el tema, titulado Thumbs Up: A Pentagram - a Pentacle to win the war, para que también lo usaran los soldados en combate.

Y es que, en esas mismas categorías binarias entre la luz y las tinieblas, parece haber oscilado la vida misma de Wiston Churchill; empezando porque hay indicios de que padecía del síndrome maníaco depresivo, o desorden emocional bipolar congénito o hereditario, enfermedad mental a la que definía como su "Perro Negro" y que se remontaría muy atrás en su linaje. Lord Moran, uno de sus biógrafos, ha escrito que Churchill aseguró en varias ocasiones que siempre evitaba quedarse de pie al borde del andén de un tren expreso o cerca de la borda de un barco porque, como el mismo estadista decía, "una decisión de un segundo acabaría con todo".

Pareciera que, por otro lado, la afición de Churchill por el alcohol no sería precisamente un secreto de estado, hasta el punto de que el mismísimo Hitler pretendía denigrar públicamente al político inglés haciendo burla de su alcoholismo, y de que, para colmo, los enemigos políticos en su propia patria también intentaban atacarle por el mismo húmedo lado. Así, en 1946, la diputada Bessie Braddok y Churchill protagonizaron un duelo verbal que pasaría a los anales de los chistes sobre beodos, cuando la primera le disparó durante una recepción: "¡Está usted borracho!", y el segundo le respondió: "Sí pero yo mañana estaré sobrio y, en cambio, usted seguirá igual de fea". Las fotografías tomadas a la dama en cuestión darían la razón al perspicaz Churchill.

No obstante sus tinieblas, o quizá por ellas mismas, el mundo no podrá olvidar su refulgente luz, esa que le pulsa y propulsa para que, a punta de intuición e intriga, firmeza y ferocidad, coraje y candor, Churchill pudiera un día ponerse a la cabeza de la Gran Bretaña inmersa en los peligros de la cerrada noche de la Segunda Guerra Mundial; estadista entero, escritor sin miedo a la palabra, a la palabra sin pervertir; componentes que, en definitiva, lo hacen un paladín como ningún otro frente a esas ideologías carniceras y concentracionarias, quiere decir, frente a esos socialismos sostenidos en las figuraciones del fascismo y el comunismo, nacionalista el uno, internacionalista el otro, el uno para matar al judío, el otro para matar al burgués, ambos para matar al hombre, al individuo, a la inteligencia; totalitarios y supramodernos en suma. Pero, para obtener eso, para ser ese paladín, tenía que saber dar, estar dispuesto a dar, de la misma medicina que los mesiánicos dan, mesiánicos como marxistas, o mesiánicos como arianistas, misma hez, hez que se dice heroica, medicina como la muerte, o la muerte como medicina; requisito insoslayable que el mandatario británico habría de cumplir para devenir en la manifestación de un darma que le situaría entre los homagnos de la historia, porque, digámoslo de una vez, Churchill no escaparía a la índole de lo ineluctable determinando que cada árbol de ramas que crecen hasta el cielo no puede sino hundir sus raíces en el infierno

viernes, 23 de noviembre de 2012

LA RELACION DE PAREJA COMO NUCLEO DE LA FAMILIA EN LAS ISLAS DEL CARIBE

Este lunes 26 de noviembre, especialistas del sexo, la historia  y el derecho nos acompañarán en: LEGALIZANDO. Un programa radial con Guión y Dirección del abogado y escritor Faisel Iglesias.

Y no olviden, todos los días, de lunes a viernes de 5 a 6 pm, por Noticias 1660 am. Un programa dirigido a fortalecer la célula fundamental de la sociedad: la familia.

Porque los niños tienen derecho a papá y a mamá en igualdad de condiciones: a la Custodia Compartida. A vivir en armonía. Los niños son los que saben querer. Los niños son la esperanza del mundo.

Porque los abuelos tienen derecho a una vida digna y a disfrutar de las flores y los frutos del árbol de su vida; sus nietos. Los abuelos son los depositarios de nuestra  cultura. Los abuelos son nuestros sabios.

Porque la naturaleza nos hizo iguales ante Dios. Porque la constitución prohibe el discrimen por razón de sexo.


viernes, 16 de noviembre de 2012

LEGALIZANDO


Con Guión y Dirección del abogado y escritor Faisel Iglesias. De lunes a viernes de 5 a 6 pm. Por Noticias 1660 am. Un programa dirigido a fortalecer la célula fundamental de la sociedad: la familia. Porque los niños tienen derecho a papá y a mamá en igualdad de condiciones: a la Custodia Compartida. Porque los abuelos tienen derecho a una vida digna y a disfrutar de las flores y los frutos del árbol de su vida; sus nietos. Porque la naturaleza nos hizo iguales ante Dios. Porque la constitución prohibe el discrimen por razón de sexo. http://tunein.com/station/?StationId=29038

lunes, 5 de noviembre de 2012

LA CONSTITUCION DE LA YAYA

Dimas Castellanos
                                                                          "para fundar una república, ha empezado con la república. Su fuerza es esa: que en la obra de todos, da derecho a todos. Es una idea lo que hay que llevar a Cuba: no una persona", Jose Marti.

El 29 de octubre de 1897 en el potrero de La Yaya, en Sibanicú, Camaguey, culminó la redacción de la que sería la última constitución mambisa. El texto resultante significó un salto cualitativo en la historia constitucional cubana debido a la inclusión, por vez primera de una parte dogmática, donde quedaron regulados los derechos civiles individuales y políticos más avanzados para esa época: habeas corpus, libertad postal, libertad religiosa, igualdad ante el impuesto, libertad de enseñanza, derecho de petición, inviolabilidad de domicilio, sufragio universal, libertad de opinión, y derecho de reunión y asociación.

Ese resultado estuvo determinado por causas múltiples, particularmente porque la interdependencia entre desarrollo y libertades presente en todo proyecto social se refleja en la historia constitucional de los derechos humanos. Ejemplos de ello son: la Carta Magna que los nobles ingleses impusieron a Juan Sin Tierra en 1215, el Acta de Hábeas Corpus de 1674, la Declaración de Derechos inglesa de 1689, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776, la Declaración de Francia de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, entre otros documentos, asumieron nivel planetario con la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y con los pactos internacionales de Derechos Civiles y políticos y de Derechos Económicos Sociales y Culturales que entraron en vigor en 1976.

En Cuba la historia constitucional comenzó en la época colonial con el Proyecto de Gobierno Autonómico para Cuba, elaborado en 1811 por el padre José Agustín Caballero. En 1812, el abogado bayamés Joaquín Infante redactó el Proyecto de Constitución para la Isla de Cuba. Y en 1821, el presbítero Félix Varela elaboró un Proyecto de Instrucción para el Gobierno Autonómico Económico y Político de las provincias de Ultramar. Posteriormente, durante las guerras de independencia, en un contexto de contradicciones entre las tendencias militaristas y civilistas, las legislaciones mambisas enriquecieron la historia constitucional de Cuba.

El 10 de abril de 1869 se firmó la Constitución de Guáimaro, en la cual se impuso la tendencia civilista. Esta Ley Fundamental basada en la división tripartita de poderes, depositó el Legislativo en una Cámara de Representantes con autoridad para nombrar y deponer al Presidente de la República en Armas y al General en Jefe. El Ejecutivo quedó en manos del Presidente y el Poder Judicial era independiente. A pesar de haber sido elaborada en plena guerra y de que la Cámara de Representantes era la depositaria de la soberanía, el carácter civilista de esta Constitución permitió que los derechos y libertades de los cubanos quedaran recogidos en su artículo 28 de la siguiente forma: “La Cámara no podrá atacar las libertades de culto, imprenta, reunión pacífica, enseñanza y petición, ni derecho alguno inalienable del Pueblo”. Según el Dr. Oscar Loyola, en Guáimaro, la posibilidad de una dictadura militar, siempre latente en un proceso histórico de tal naturaleza, quedó programáticamente, eliminada.

Del 13 al 18 de septiembre de 1895, al reiniciarse la lucha por la independencia de Cuba, se redactó en Jimaguayú una nueva Constitución que reflejó las experiencias de la Guerra de los Diez Años. En ella, como expresa el M. Sc. Antonio Álvarez, se entrecruzaron tres grupos de intereses: el predominio militar, el equilibrio martiano y el civilismo exacerbado, entre los cuales hubo un pacto de interese, el cual se reflejó en que la máxima autoridad gubernamental se concentró en un Consejo de Gobierno con atribuciones para dictar todo lo relativo a la vida civil y política de la revolución, es decir, con funciones ejecutivas y legislativas. El artículo 24 del texto limitaba la vigencia de esta Constitución a un período de dos años.

En cumplimiento de ese artículo, del 13 al 29 de octubre se reunió en La Yaya una nueva Asamblea Constituyente. La Constitución resultante retomó el esquema civilista de Guáimaro, consolidó la organización del poder colegiado de carácter civil y con ella cerró el ciclo del constitucionalismo independentista (Guáimaro, Baraguá, Jimaguayú y La Yaya), que entorpecido por la ocupación norteamericana y la imposición de la Enmienda Platt, dio paso a la etapa republicana. La mejor evidencia del alcance e importancia de La Yaya consiste en que los derechos civiles y políticos refrendados en ella fueron retomados y ampliados en las constituciones de 1901 y 1940.

Los partidarios de la supremacía del militarismo preguntan ¿Por qué se incluyó una parte dogmática en una Ley cuyo fin inmediato era servir de instrumento jurídico en época de guerra? La respuesta a esta interrogante había sido adelantada en varios textos por José Martí, para quien la república asumió la alta definición de alma democrática de la nación.

Martí estableció una relación genética y lógica entre guerra, independencia y república, donde la primera constituía un eslabón mediador para llegar a la última. Para ello delimitó las funciones de la guerra de modo que en la conquista de la independencia inmediata fueran los gérmenes de la independencia definitiva de mañana, pues consideraba que en la hora de la victoria sólo fructifican las semillas que se siembran en la hora de la guerra.

En el discurso Con todos y pare el bien de todos, pronunciado en noviembre de 1891 dijo: “Cerrémosle el paso a la república que no venga preparada por medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los cubanos!”. En abril de 1893 expresó: “La grandeza es esa del Partido Revolucionario: que para fundar una república, ha empezado con la república. Su fuerza es esa: que en la obra de todos, da derecho a todos. Es una idea lo que hay que llevar a Cuba: no una persona”. Y en el Manifiesto de Montecristi escribió: “Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propia nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía”.

La mejor prueba de la importancia del civilismo de la Constitución de La Yaya está en los acontecimientos posteriores a 1959. Después de 17 años regidos por la Ley Fundamental de la República de Cuba –que derogó la Constitución de 1940, heredera de La Yaya– se aprobó la Constitución de 1976, en la que los derechos civiles y políticos quedaron supeditados al reconocimiento del Partido Comunista, como la fuerza superior dirigente de la sociedad y del Estado; algo ajeno y contrario cuando una nueva asamblea constituyente, elegida por el pueblo, asuma la misión de redactar una Carta Magna que recoja la herencia constitucional y la adapte a la realidad de la Cuba de hoy y a los vientos que soplan por el universo.


La Habana, 27 de octubre de 2012

domingo, 4 de noviembre de 2012

LA MUERTE DE ELOY GUTIERREZ MENOYO

“Es realmente penoso que la oposición nunca haya podido perdonar a Gutiérrez Menoyo sus diferencias y aceptarlo como lo que fue y por lo que cumplió 20 años: un opositor”.

Por Luis Cino,

Tomado de Primavera Digital, 1ro de Noviembre de 2012

Rafael Leónidas Trujillo, aquel sanguinario tirano dominicano que con su ridículo tricornio emplumado y los entorchados y medallas auto-conferidas se ganó el mote de Chapitas, fue uno de los villanos de nuestra infancia en tiempo de revolución.

Recuerdo que en el patio de la escuela los niños cantaban: “¿Qué quiere Guevara? Llenarlo de balas..¿Qué quiere Menoyo? Meterlo en el hoyo”. Menoyo era el comandante Eloy Gutiérrez Menoyo.

En 1959, en un rocambolesco episodio de agentes dobles y triples, Gutiérrez Menoyo, fingiéndose desertor del castrismo –algo que no tardaría en hacer realidad- condujo a la captura por fuerzas del G-2 en Trinidad de un avión cargado de armas que habían sido enviadas por el dictador dominicano para derrocar al régimen revolucionario. Al frente de la emboscada estuvo el Comandante en Jefe, que no perdía por entonces una oportunidad de hacerse el machazo de la película.

Nunca entendí bien aquel episodio. Después que Gutiérrez Menoyo regresó y se estableció definitivamente en Cuba, deseaba entrevistarlo. Me parecía un personaje desconcertante. Y en medio de todas las preguntas que hubiese deseado hacerle, seguro que no habría faltado la relacionada con el dichoso avión de Trujillo.

No hubiese sido difícil la entrevista. Estuve a punto de conseguirla. El ex comandante, que vivía en La Lisa, era un hombre amable y asequible. Lo pude comprobar cuando lo conocí personalmente en una recepción organizada por diplomáticos checos hace unos años.

Conversamos un rato. Yo lo llamaba comandante. Él me pidió que lo llamara Eloy o Menoyo. Le contesté que prefería llamarlo comandante. “Lo más probable es que usted sea el primer y último comandante con quien converse y tome cerveza”, le expliqué y se rió. Le solicité la entrevista y accedió de buen grado. Como no teníamos papel a mano, me apuntó su número de teléfono en una servilleta. “Llámame cuando quieras y nos ponemos de acuerdo”, me dijo.

Poco después de aquel encuentro, mi colega y amigo Rogelio Fabio Hurtado conversó con Menoyo para Primavera Digital. La entrevista que le hizo Fabio me pareció tan buena que consideré una impertinencia volver a molestar al ex-comandante, que andaba mal de salud, para solicitarle otra entrevista para el mismo medio de prensa.

Ya esa entrevista no será posible. Eloy Gutiérrez Menoyo murió en el hospital “Hermanos Ameijeiras”, a los 77 años de edad, la mañana del pasado 26 de octubre.

Más que la entrevista que no fue y que ya no podrá ser, lamento profundamente no haber asistido a su velorio. Me abochorna la escasa asistencia de opositores al funeral: sólo cinco.

La indiferencia casi total de la Cuba opositora ante la muerte de Gutiérrez Menoyo es casi equivalente al silencio absoluto de la Cuba oficial.

Es realmente penoso que la oposición nunca haya podido perdonar a Gutiérrez Menoyo sus diferencias y aceptarlo como lo que fue y por lo que cumplió 20 años de cárcel: un opositor. Con sus pro y sus contra. Y sus errores. Como los otros. Como todos nosotros. ¿Acaso ya apareció el disidente perfecto?

La muerte de un hombre que dedicó toda su vida a luchar por la libertad, es una buena oportunidad para olvidar agravios y diferencias. La vendetta post-mortem de los muchos opositores que se negaron a honrar a Gutiérrez Menoyo es una actitud que pudiese competir en mezquindad con la del régimen que el ex-comandante ayudó a instaurar, luego combatió con las armas, y con el que en vano trató de dialogar.

Las declaraciones desafortunadas con respecto a la oposición interna que hizo Gutiérrez Menoyo cuando regresó a La Habana, se produjeron en un momento particularmente sensible: hacía pocos meses de la ola represiva de la primavera de 2003. Pronto comprendió que había incurrido en un error que resultó irreparable. Tanto que no logró superarlo con su quijotesco enfrentamiento a la dictadura, solitario, aislado, viejo, enfermo, atacado desde todos los flancos, pero sin ceder terreno en sus convicciones.

A mediados de los años 90, cuando Menoyo se reunió con Fidel Castro, el exilio histórico lo acusó de “dialoguero”. Cuando regresó a La Habana y anunció su intención de radicarse aquí a hacer oposición al régimen, muchos sospecharon que había jugada por debajo del tapete. Después de todo, el excomandante nunca renunció a ser un hombre de la revolución. Solo que era decente. La dictadura, demasiado soberbia, perdió con Menoyo otra buena oportunidad de salir del atolladero.

La capilla casi vacía de la funeraria del Vedado donde velaron a Gutiérrez Menoyo indica que la oposición tampoco supo lidiar con Menoyo. Es lamentable.

NOTA: En 1995 cuando llegue al exilio me entreviste con Menoyo. Fue muy amable, carninoso e incluso bondadoso. Me trato como a un hijo… Me propuso dee alguna manera que me uniera a su grupo… yo no le dije ni que si ni que no. Solo que mi posicion como abogado de la Disidencia queria sser el abogado de todos, pero sin identificarme con ninguna tendencia en particular. Eso si, le propuse que se uniera a la Disidencia interna, a la de su tendencia, es decir, la socialdemocrata, la que lidereaban en aquel entonces Elizzardo Sanchez Santa-cruz y Bladimiro Roca. Menoyo me contesto entonces que no, que la Disidencia estaba penetraada por la Seguridad del Estado (no le dije que no) y que Elizardo hablaba con la Seguridad. Poco tiempo despues hable con Elizardo en Puerto Rico. Le conte lo que me habia dicho Menoyo… y Elizardo me contesto: Pero es que Menoyo habla con el Jefe de la Seguridad (Fide). Yo me di cuenta que estaba ante dos “bueyes macho”, como se dice en los campos de Cuba, donde naci. Despues me fui a vivir a Puerto Rico… hable par de veces mas con el… siguio siendo amable… Testimonio de Faisel Iglesias.

sábado, 3 de noviembre de 2012

CONCURSO VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE

LA FUNDACION NUEVO PENSAMIENTO CUBANO


CONVOCA AL CONCURSO LITERARIO

VIRGEN LA CARIDAD DEL COBBRE

BASES

PRIMERA: Podra participar todo autor que resida en Cuba.
SEGUNDA: Los generos a participar son libres.
TERCERO: La extension de la obra sera libre.
CUARTO: Habra cinco premios de doscientos dolares cada uno.
QUINTO: Las obras se deberan enviar a: ajmolina@live.com