viernes, 26 de febrero de 2010

EL CUERPO COMO TRINCHERA





Cuatros disidentes que cumplen, largas condenas en la cárceles castristas y un periodista y exprisionero político ocupan el lugar de Orlando Zapata Tamayo en la huelga de hambre y exigen la libertad de todos los presos políticos cubanos

YO ERA LATINOAMERICANO

Era muy Joven cuando, copiando las expresiones de mi padre, empecé a expresar mi orgullo por ser latinoamericano. Tendría 13 o 14 años y en tema sobre Historia, escribí que no había sub continente más bello, más alegre, más musical, ni más amistoso que el latinoamericano. Mis profesores, sacerdotes catalanes muchos de ellos, me felicitaron, entendiendo que era una muestra de espíritu universal y no de nacionalismo sectario.

Hace ya unos cuantos años de eso, casi 60, y siempre mantuve mi orgullo por la Latinoamérica de Martí, de Bolívar, de Sucre, San Martín y O’Higgins, por la patria grande de Amado Nervo, Bello, Rubén Darío, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Ernesto Sábato, Carpentier, Gabriel García Márquez, Lezama Lina, Borges y una interminable lista imposible de completar a la que se unen oradores e ilustres hombres de ciencia y preclaros próceres de la democracia.

Pero han cambiado las cosas gravemente, se acabó la Latinoamérica solidaria, amigable compasiva y comprensiva. Terminó la Patria grande que daba asilo a los perseguidos y velaba por los derechos humanos de todos.

Mientras la UE, con el rezago de su presidente “seismesino” -de turno y de cerebro- que demoro 24 horas en pensar si hablar o callarse, y los Estados Unidos de América, Canadá y otras naciones lejanas a nuestra “Antigua Patria Grande”, condenaban con vigor el asesinato de Orlando Zapata, ni un presidente de Latinoamérica se expresó. Ni el pésame. Menos una condena. Porque han cambiado las cosas, ahora están ocupados en desaparecer la OEA para sustituirla por un foro donde puedan sentarse a dárselas de demócratas los que no pueden aplicar la declaración de los Derechos Humanos ni la Carta Democrática de la OEA. Es decir no hay saliva ni hormonas testiculares para denunciar los crímenes de Castro II, ni las groserías de Chávez ni los desplantes de Evo, pero con un descaro, que avergüenza al mundo, le niegan la asistencia al Presidente de Honduras Profesor Porfirio Lobo, electo democráticamente con un respaldo más que suficiente, porque tienen miedo que Chávez, Evo y su pandilla los insulten. Pero si le dieron una silla -con cojín especial para las hemorroides- a Castro II por el que no ha votado nadie y que está allí por la abdicación en su favor de Castro I. Es decir los votos Hondureños no le sirven a los Presidentes latino americanos pero el Nepotismo Tiránico de los Castro I y II es material más que suficiente para declararlos miembros de la Comunidad Democrática Latinoamericana.

Orlando Zapata Tamayo, decidió que era mejor morir en huelga de hambre que seguir soportando, injurias, malos tratos y abusos físicos. Decidió que no soportaría más condenas en la cárcel por expresar su protesta a la conducta indigna de los carceleros cubanos. Zapata se enfrentó solo con su dignidad y su moral a una tiranía de 51 años, que tiene más muertos y desaparecidos en su cuenta que Pinochet y todos los militares golpistas argentinos juntos.

Después de 60 años, tengo que hacer un análisis serio de las posiciones emocionales de mi vida. Los Cubanos no tenemos petróleo, ni gas, ni grandes minas, ni vacas, ni trigo, pero sepan señores presidentes que tenemos una moral y un espíritu indomable de lucha que ya superó el medio siglo, y que no dejaremos que semejante crimen quede impune. No los necesitamos, nosotros ponemos los muertos y también pondremos la libertad en su sitio.

Agradecemos al presidente electo de Chile sus palabras, y deploramos que la Sra. Bachelet ni después de ello se haya pronunciado.

Raúl Fernández Rivero

Caracas.


jueves, 25 de febrero de 2010

ZAPATA VIVE

En el ultimo viaje de zapata... cuando lo llevaban en andas por las calles de Banes, la madre y sus hermanos de lucha gritaban: ZAPATA VIVE!!!!!!!!!

martes, 16 de febrero de 2010

EL SISTEMA JURIDICO DE LA REVOLUCION DE MAYO DE 1840

Levítico 25: Jehová: "Y la tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; que vosotros peregrinos y extranjeros sois para conmigo. Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión, pagareis rescate á la tierra".
Ley de Enfiteusis de la Revolución de Mayo: "La tierra es de los argentinos, usad toda la que necesitéis, debes pagar por ella".
Este ordenamiento social de acceso a la tierra es contrario al vigente en la argentina y contrario al impuesto por el Imperio Romano mediante el derecho y la propiedad romana de apropiación de la tierra a perpetuidad y apropiación del mayor valor de la tierra por parte de los propietarios.
Con motivo de la dominación del Imperio Romano al pueblo de Israel la regla sobre el ordenamiento social fue modificada y los gastos del ordenamiento social de ser solventada por el rescate a la tierra -luego RENTA fundiaria- paso a ser solventada por los impuestos al trabajo cobrados por los romanos.
Impuesto es el tributo que los romanos imponían a sus sometidos. Los romanos veían solo "valor" en las mercaderías -luego sistema Mercantilista- es decir en el fruto del trabajo de hombre por eso cambiaron el sistema rentístico, por el impositivo. Los israelitas en cambio, veían como genuinos recursos del estado el aumento del valor en la tierra como principio de orden para sostener a la sociedad.
La violación del principio de orden mosaico genero entonces rápidamente una sociedad de clases; los ricos o apropiadores de la renta fundiaria y los trabajadores que degradaban su trabajo hasta hacerlo digno del esclavo, ya que ahora, no solo debian sostener al estado con crecientes impuestos sino que la renta fundiaria iría a parar; no, a solventar los gastos del estado, sino a la mano de "los ricos" que sin trabajar se enriquecían. Los beneficiarios de la apreciación de la renta fundiaria rápidamente dominaron a los rabinos del alto clero.
El movimiento liderado por Cristo -que es un sin tierra- intenta reponer la ley mosaica para volver a tener acceso a la tierra y terminar con las perversas reglas de juego impuestas por Roma. La complicidad del alto clero liderado por Caifas ven en esta idea el fin de sus privilegios y liderazgo.
El cristianismo primitivo no quería significar, al orar por la venida del reino de Cristo, un reino en el cielo, sino un reino sobre la tierra. Si Cristo hubiese predicado simplemente para el otro mundo, los altos sacerdotes y los fariseos no le hubieran perseguido, los soldados de Roma no hubieran clavado sus manos en la cruz.
¿Por qué fue perseguido el cristianismo? ¿Por qué fueron sus primeros creyentes arrojados a las bestias, quemados para alumbrar los jardines del tirano, cazados, torturados, muertos por todos los crueles procedimientos que un ingenio infernal podía sugerir? No porque fuese una nueva religión que se refiriese únicamente a lo futuro.
Roma era tolerante para todas las religiones. Era orgullo de Roma que todos los dioses estuviesen acogidos en su panteón. Era orgullo de Roma el no intervenir en la religión de los pueblos conquistados por ella. Lo perseguido por ella fue un gran movimiento de reforma social, el evangelio de la justicia, oído con agrado por pecadores vulgares, llevado por trabajadores y por esclavos a la ciudad imperial.
La revelación cristiana era la doctrina de la igualdad humana, de la paternidad de Dios, de la igualdad de los hombres. Minaba en su misma base aquella monstruosa tiranía que tenía opreso al mundo civilizado; rompía las cadenas de los cautivos, las argollas del esclavo; y aquella monstruosa injusticia que permitía a una clase despilfarrar los productos del trabajo, mientras aquellos que trabajaban apenas podían nutrirse.
Esta es la razón por la cual fue perseguido el cristianismo primitivo. Y cuando aquélla no pudo contenerlo por más tiempo, las clases privilegiadas adoptaron y pervirtieron la nueva fe y vino a ser al fin, no el cristianismo puro de los primeros días, sino un cristianismo que, en muy grande extensión, era el servidor de las clases privilegiadas.
Y en vez de predicar la esencial paternidad de Dios, la esencial hermandad de los hombres, sus altos sacerdotes infundieron en todas las puras verdades del Evangelio la blasfema doctrina de que el Todopoderoso distinguía entre personas y de que, por su voluntad, y por su mandato existe esta monstruosa injusticia que condena a grandes masas humanas a una extenuadora tarea sin recompensa.
No es que ha fracasado el cristianismo; el fracaso ha estado en esa especie de cristianismo denominado Catolico Romano que se ha predicado para sostener el sistema jerárquico de clases privilegiadas de tipo Romano. Jesucristo no fue un mano santa hacedor de milagros, Jesucristo fue un reformador social que solo intentaba reponer el principio de orden de la ley mosaica sobre la tierra prometida.
Nada es más claro que si somos todos hijos del Padre universal, todos tenemos derecho al uso de sus mercedes. Nadie osa negar esta proposición. Pero los hombres que vuelven sus rostros contra las conclusiones de aquélla, dicen virtualmente: “¡0h!, sí; eso es verdad; pero es imposible llevarla a efecto”. Mas pensad en lo que esto significa.
Este es el mundo de Dios y, sin embargo, tales hombres dicen que este es un mundo en el que la justicia de Dios, la voluntad de Dios no puede llevarse a la práctica. ¡Qué monstruoso absurdo! ¡Qué monstruosa blasfemia! Si el Dios amoroso debe reinar, si sus leyes son no sólo las leyes del universo físico, sino del universo moral, tiene que haber un medio de llevar a efecto su voluntad, tiene que haber un camino para hacer justicia igual a todas sus criaturas.
Y así es. Los hombres que niegan que hay medio práctico de llevar a efecto la percepción de que todos los seres humanos son igualmente hijos del Creador, cierran sus ojos al camino llano y patente.
Es desde luego imposible en una civilización como la nuestra dividir la tierra en pedazos iguales; tal sistema pudo adoptarse en un primitivo estado social, entre un pueblo como aquel para quien se forjó el Código mosaico.
Hemos progresado en civilización hasta más allá de tan toscos regímenes, pero no hemos progresado ni podemos progresar hasta más allá de la providencia de Dios.
Hay un medio para asegurar los derechos iguales de todos, no dividiendo la tierra en pedazos iguales, sino tomando para uso de todos aquel valor que se adhiere a la tierra, no como el resultado del trabajo individual sobre ella, sino como resultado del aumento de población y del progreso de la sociedad. Por ese medio todos estarían igualmente interesados en la tierra de su país nativo. Si uno utilizaba un pedazo de más valor que su vecino, pagaría un impuesto más pesado. Si no usaba tierra directamente, aun así sería un igual partícipe en la renta. He aquí el camino sencillo.
Pero en el gran echo social de que a medida que la población crece y se realizan las mejoras y los hombres progresan en civilización, la única cosa que sube en todas partes es el valor de la tierra, podemos ver una prueba de la bondad del Creador.
Porque, considerad lo que significa. ¡Significa que las leyes sociales son adecuadas para el hombre progresista! En un primitivo estado social en que no son necesarios gastos colectivos, no se adscribe valor a la tierra.
El único valor adherido lo es a las cosas producidas por el trabajo. Pero a medida que la civilización marcha, a medida que se efectúa la división del trabajo, a medida que los hombres se concentran, las necesidades comunes crecen y la necesidad de rentas públicas nace. Y de igual modo, en este valor que se adhiere a la tierra, no por razón de lo que el individuo haga, sino por virtud del desarrollo de la sociedad, hay una previsión dispuesta — podemos decir confiadamente que dispuesta — para satisfacer las necesidades sociales.
Exactamente, a medida que la sociedad crece, crecen las necesidades comunes y crece este valor adherido a la tierra — en el caudal predispuesto para que aquéllas puedan ser satisfechas —. Aquí hay un valor que puede ser tomado sin infringir el derecho de propiedad, sin tomar nada del productor, sin disminuir la natural recompensa de la actividad y de la laboriosidad.
Además, aquí hay un valor que tiene que ser tomado si queremos impedir el más monstruoso de todos los monopolios.
¿Qué significa todo esto? Significa que en el plan creador, el natural avance de la civilización es un avance a una cada vez mayor igualdad, en vez de serlo a una cada vez más monstruosa desigualdad.
Hace 300 años renacen las ideas cristianas en Inglaterra -independiente de la Iglesia Catolica Romana. Nace el primitivo cristianismo ahora bajo el nombre de "Liberalismo Clásico" que llevara a ese paupérrimo país a la cima de las naciones civilizadas. "El hombre libre es dueño del total del fruto de su trabajo" y esto logró rápidamente la Revolución Industrial.
El antiguo ordenamiento mosaico-cristiano reverdecia como principio de orden mediante la denominada Escuela Fisiocratica de Quesnay y la grande escuela industrial de Adam Smith en las tres grandes revoluciones: la Inglesa, la Francesa y la Americana y luego recogida por la Revolución de Mayo de 1810.

la Revolución Francesa es neutralizada por el Código Napoleónico -copia del código canónico de tipo romano- que repone la propiedad jerárquica romana. Voltaire acusaría a los conservadores de la antigua barbarie romana del fracaso de la revolución y ve en los abogados instruidos en el antiguo régimen romano,-impulsados por las clases privilegiadas- a lograr el fracaso de la Revolución.
La Revolución de Mayo de 1810, consolidada en la Constitución de 1853 es puesta en contradicción por el Código Civil Argentino que en 1869 termina con le principio de orden rentístico de la Ley de Enfiteusis y repone en el articulo 2503 el perverso y jerárquico sistema romano de propiedad que trae en su germen la adopción del sistema Tributario esclavista. Las universidades serian el campo de batalla para borrar de la curricula los principios de Mayo y reemplazarlos por los del Derecho Romano en la nuevas carreras de Derecho y luego de Economía. Hoy nadie en la Argentina sabe de que se trató la Revolución de Mayo de 1810.
En 1900 al terminarse la conquista de tierras libres en los EE.UU. los grandes monopolistas de tierra del Este de los Estados Unidos que manejaban los consejos de administración de la Universidades borran en las cátedras todo vestigio del sistema rentístico que promulgaba la Revolución Americana y lo reemplazan por la escuela "Neo Liberal". El Neo liberalismo es al liberalismo lo mismo que el Catolicismo Romano al Cristianismo, su contra reforma.
De la tensión de civilización causada por el sistema tributario mercantilista que daría origen al capitalismo, es decir al moderno ascenso de los ricos -apropiadores de los genuinos recursos del estado, la renta fundiaria- nace la economía socialista de tipo tributario que trata de eliminar el valor de la tierra mediante su nacionalización. El socialismo en vez que tomar el mayor valor de la tierra para solventar los gastos del estado, fallan y hacen desaparecer el valor de la tierra.
Durante el Siglo XX el ocutlamiento de la doctrina económica rentística nacida en la ley mosaica, internacionalizada por el cristianismo y recuperada por las tres grandes revoluciones nace la Izquierda y la Derecho y con ellos mas de 180 millones de muertos.
Ortega & Gasset decía: "Ser de izquierda es como ser de derecha, una de las tantas formas que tiene el hombre de ser un imbécil, en definitivas ambas son formas de hemiplejía moral".
En efecto quienes atienden a todos los temas relacionados con la libertad pero obian tratar el origen de los recursos del Estado están abriendo paso a sociedades monstruosas.
La Iglesia Catolica Romana reemplaza el concepto cristiano de libertad, igualdad y justicia por el de "solidaridad" donde los apropiadores de los genuinos recursos del estado "los ricos" se comportan como los virtuosos de la sociedad al entregar una parte del botín mediante obras de caridad y beneficencia.
Cuando Cristo dice: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino del Señor” (Lucas18:25). Los ricos -"como hoy en la argentina"- eran los apropiadores de los genuinos recursos del estado y los políticos y los amigos del poder que sustentaban ideologicamente este perverso sistema, a ellos se enfrentaba Cristo; no como hace la Iglesia Catolica Romana que utiliza este dicho de Cristo para justificar el ataque mediante impuestos a los trabajadores degradando el trabajo hasta hacerlo digno del esclavo.
A mediados del Siglo XX la lucha en las Universidades es ganada por los socialistas que e imponen por numero.
La batalla intelectual es entonces liderada y dirigida hacia los modernos Thinks Tanks liberales, donde se vuelven a tratar todos los temas de la libertad menos el origen de los recursos del Estado. Los intelectuales han colaborado por este medio, a los acesinatos en masa en nombre de una ideología, de una creencia y de una religión, montando un mundo perverso donde el hombre es transformado en lobo del hombre.
El sistema rentistico judeo-cristiano-liberal hace justicia desde la base ya que triplica el poder adquisitivo del salario del trabajador y lo hace por dos vias: 1) duplica el poder adquisitivo al liberar el salario de impuestos -hoy el salario esta afectado por 85 impuestos- y 2) vuelve a duplicar el poder adquisitivo del salario al no permitir que la tierra sea fuente de especulación por lo tanto la tierra no sube de precio, los inmubles tampoco y los alquileres se mantienen bajos. Se reestablece por esta via la libertad, la igualdad y la justicia como principio de orden económico, político y social.
Sepan catolicos romanos y neoliberales que estan promoviendo mounsturosos ordenamientos sociales que no pueden desembocar en otra cosa que en guerras y conflictos sociales -como lo demuestra la historia-; que su doctrina es contraria a la del cristianismo y a la del liberalismo clasico. Sepan tambien que al sostener intelectualemnte un perverso sistema son los responsables intelectuales de las catastrofes humanitarias que se han sucedido y que se sucederan.
"La democracia solo es hija natural del Sistema Rentístico al igual que: la federación, la republica, la alta calidad de vida, los salarios con mayor poder adquisitivo, la libertad, la igualdad, la paz, la inmigración, y el progreso para todos los habitantes.
La Democracia es hija contra-natura del sistema tributario -derivado de la economía mercantilista -o de derecha- o socialista -o de izquierda—y produce rechazo e incompatibilidad permanente.
Hijos naturales del Sistema Tributario son: la tiranía y el despotismo –aunque sea este de origen democrático-, el sistema unitario, la desigualdad, la injusticia, los salarios con bajo poder adquisitivo, la emigración, los conflictos económicos, políticos y sociales, la guerra civil, los procesos autodestructivos, la improductividad, la marginación para la mayoría y enriquecimiento desmedido para unos pocos,

Economista, abogado, intelectual y político que desconoce las virtudes del Sistema Rentístico de la Constitución de 1853 es un peligro para la humanidad."
Guillermo Andreau




lunes, 15 de febrero de 2010

BEATO JOSÉ OLALLO VALDÉS (1820-1889)
Cuba.gif (7546 bytes) Su fiesta se celebra el 12 de Febrero


El 29 de noviembre de 2008, Cuba entera vibró de entusiasmo. La ciudad de Camagüey, a unos 530 km de La Habana, amaneció engalanada y miles de cubanos se congregaron en la Plaza de la Libertad para asistir a la beatificación del religioso hospitalario José Olallo, la primera en Cuba.
En realidad, es el segundo cubano elevado a los altares. El primero fue José López Piteira, hijo de padres inmigrantes españoles, que permanecieron pocos años en Cuba, y muy niño volvió a España con sus padres. Se hizo después religioso agustino y murió mártir, muy joven, en 1936. Fue beatificado en el Vaticano, en 2007, con 497 mártires de la persecución religiosa desencadenada entre 1934 y 1939. No era conocido en Cuba y sólo consta por su bautismo. Por ello, para los cubanos, fray Olallo es el primero en todo, por su popularidad y por ser venerado en la isla como santo.
«Su beatificación es un hito para la Iglesia en Cuba y para todo el pueblo», afirmó el cardenal Saraiva, enviado especial de Benedicto XVI. «Frente a una cultura materialista que se va imponiendo y que deja de lado a los débiles y desamparados, aprendamos del hermano Olallo la virtud de confiar en Dios, de saber amar al prójimo de forma universal». Y recordó las palabras pronunciadas en esa misma ciudad de Camagüey por Juan Pablo II el 23 de enero de 1998, en las que destacó de los hijos de la exuberante tierra caribeña «su espíritu jovial y emprendedor, siempre dispuestos a embarcarse en proyectos grandes».

José Olallo, nació en 1820 en La Habana, Cuba, vivió 69 años, de los cuales 54 en Camagüey, embarcado en el mejor proyecto. Allí murió en 1889. Perfecto imitador de su fundador, el beato Olallo ha sido honrado con los títulos de héroe de la caridad, apóstol de la caridad, padre de los pobres...
Desde su muerte, y a más de un siglo después, el recuerdo de fray José Olallo Valdés ha permanecido siempre arraigado en el pueblo camagüeyano, unido a la santidad de su vida y a la confianza en su intercesión.

No sólo bueno, será un gran santo

Su origen es un argumento convincente a favor de la VIDA. Una joven, probablemente seducida y engañada, con el corazón roto de dolor, se ve obligada a desprenderse del hijo de sus entrañas. No quiere abandonarlo, lo deja en los brazos de Dios, fiada de que cuidará de él. Así lo cuenta el padre Tato Karel: el 15 de marzo de 1820, mientras una persistente niebla apenas dejaba distinguir a las personas, una mujer, envuelta en su mantón, como si quisiera ocultar su rostro y un bulto, que llevaba entre sus brazos, se dirigía hacia la calle de Los Oficios. Se detuvo ante un gran portón de madera, en el número 59. Levantó los ojos nublados por las lágrimas y pudo leer en el frontón: Real Casa Cuna. Suspiró profundamente y sacó de debajo de su manto el bulto envuelto en una pañoleta de lana. Miró por todas partes y depositó el paquete en el torno que había junto a la puerta, y colocó sobre él un sobre cerrado. Con manos temblorosas, volvió a coger el bulto. Lo estrechó entre sus brazos, entreabrió la pañoleta y depositó un largo beso sobre él y volvió a dejarlo en el torno mientras murmuraba:
«Dios mío, no sé lo que voy a hacer, pero tú sabes, Señor, que no puedo hacer otra cosa, su padre no ha querido ni verlo; si se enteran en mi casa, son capaces de matarme, yo sola no lo puedo criar. Lo pongo en tus manos. Cuídamelo tú y ayúdalo para que sea bueno». Tiró del cordón de llamada. A lo lejos sonaron dos tímidas campanadas. La mujer soltó el cordón como si le quemara la mano. Echó una última mirada al torno. Se santiguó. Se cubrió la cara con el manto y partió rápida perdiéndose en las estrechas calles de la ciudad.
Una hora después, el padre Antonio Eusebio Ramos contempla ante sí a una criatura casi recién nacida, de rostro blanco y bien vestidita. Dentro del sobre había un papel escrito con mano temblorosa de mujer, que decía: El niño ha nacido el 12 de febrero. Está sin bautizar.
Con el nombre de José Olallo Valdés, fue bautizado el 15 de marzo del año 1820 por el sacerdote Antonio Eusebio Ramos en la capilla de la Casa Cuna del Patriarca San José que regentaban las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paúl en La Habana.
Según el padre Félix Lizaso OH, postulador de la causa de beatificación, el nombre de José se unía frecuentemente a otro más propio en los varones, lo mismo que el de María al de las mujeres, por lo que en la postulación se ha creído más adecuado y propio que sea llamado beato Olallo Valdés.
José Olallo será, no sólo bueno, como pedía su madre, sino un gran santo que marcará historia en la isla del sol y de las aguas generosas, del espirítu jovial y de los proyectos grandes, la definida por Cristóbal Colón como «la más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás». Pero también la isla tiranizada y mártir.

Héroe de la caridad

La infancia de José Olallo transcurrió en su primer hogar, la Casa Cuna de San José de La Habana. Sin los avances médicos actuales, la muerte de un pequeño tras otro era un hecho casi cotidiano en las casas de beneficencia. Esta punzante realidad caló, al parecer, en el alma generosa del pequeño Olallo y lo decidió, tempranamente, a lanzarse al gran proyecto de consagrar su vida a remediar el dolor humano, El camino elegido fue hacerse religioso hospitalario de San Juan de Dios. Los hechos que constan en sus biografías indican, además de una gran sensibilidad en la antípoda de la sensiblería , equilibrio, madurez precoz, discernimiento, capacidad de decidir y de actuar en plena adolescencia. Todo accionado por un amor sin medida a Jesús crucificado y a la Virgen María.
Se incorporó en 1835 a la Orden de San Juan de Dios, que lo destinó ese mismo año al hospital que atendía en la villa de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, para completar su formación. Tenía 15 años.
El padre Lizaso, en una entrevista a Zenit, afirma que lo que, de entrada, más le llamó la atención «fue su grandeza de espíritu y su constancia. Me admiró especialmente –dice, su reacción positiva desde el primer momento ante la acogida un tanto despectiva del primer superior en Camagüey que, considerándolo un jovenzuelo inmaduro, en pocos meses cambió su prevención en "afecto y confianza", reconociendo que Olallo había llegado a ser como "sus pies y sus manos"».

Su llegada a Camagüey fue, efectivamente, prueba de fuego. Una gran epidemia de cólera diezmaba la población. El hermano Olallo se multiplicó para servir a los enfermos como eficiente, humilde, complaciente, abnegado enfermero. Según los testimonios de la época, era, pese a su juventud, «el alma mater del hospital».
Pero la epidemia de cólera de 1835 fue sólo el preludio de una brava adolescencia y una vida entera consagrada a Cristo encarnado en el sufriente. Durante 54 años «se desenvolvió en un hospital para pobres y ancianos, en medio de la falta de medios, hambre, guerra, epidemias, esclavitud, rivalidades políticas y sociales ... » Destacó por asumir las tareas más difíciles, pero también se adelantaba a tomar, con humildad, «las más desagradables labores como limpiar orinales sucios, lavar paños ensangrentados y cargar cadáveres».

A los 36 años fue nombrado Enfermero mayor del Hospital de San Juan de Dios, título que formalizaba lo que ya era para todos: el mayor y más consagrado enfermero. Así lo describe Juan Torres Lasqueti, bienhechor del hospital por esa fecha: «De carácter bondadoso, dulce y afable por naturaleza, y de verdadera vocación para el desempeño de sus funciones hospitalarias, vive exclusivamente dedicado al cumplimiento de la fatigosa tarea de enfermero mayor, que no descuida ni de día ni de noche, sin dejar por eso de atender, curar y proporcionar hilas y medicinas a cuantos enfermos pobres y necesitados acudan a su celda en solicitud de sus auxilios. Llegó a ser director del hospital.
Otro testimonio de la época, el doctor Emilio L. Luaces, recogido por Francisco de la Torre en su biografía El padre Olallo, refiere que el incansable religioso, después de visitar a los enfermos y ofrecerles toda clase de auxilios, «enseñaba a leer y a escribir a los niños pobres de la barriada, en una escuela que tenía en el mismo hospital de San Juan de Dios».
Allí, en ese mismo hospital, el hermano Olallo afrontó brotes de viruela, fiebre amarilla y repetidas escenas de cólera morbo. Era popularmente llamado padre Olallo, sin ser sacerdote, pues renunció a serlo cuando le fue propuesto, para poder seguir desviviéndose como enfermero en el hospital. Además se preocupaba de los ancianos sin familia, los abandonados y moribundos, los africanos y asiáticos contra la esclavitud , los presos enfermos... Se hacía realmente todo para todos.
Para ofrecer mejor asistencia a los enfermos, llegó a prepararse como cirujano, farmacéutico y dentista. De él se ha destacado también su pureza sin límites, que lo convertía en el más respetuoso y comedido de los hombres y su obediencia extrema. Sólo una orden no acató: el hermano Olallo intercedió con firmeza en nombre del Amor para oponerse a la disposición de no ofrecer atención a los heridos que llegaban espontáneamente al hospital o conducidos por la policía sin previo conocimiento de las autoridades. Dijo, con firmeza, que no aguardaría autorízación alguna para salvar la vida de un desgraciado estando en sus manos, y que él siempre cumpliría su misión, aunque después hicieran con él lo que quisieran.
La recopilación histórica para la beatificación recoge su gesto compasivo ante el cadáver del general mambí Ignacio Agramonte, arrojado en la Plaza de San Juan de Dios. Se cuenta que le limpió cuidadosamente el rostro ensangrentado con su propio pañuelo, cargó con él y lo llevó al hospital.

El tramo final

Llegó el tiempo crítico de la desamortización de los bienes de la Iglesia, léase inmensa iniquidad e inmenso latrocinio y la exclaustración de los religiosos, que alcanzó a Cuba. Dañados de retrueque: los pobres. En la condición de exclaustrado, el hermano Olallo continuó prodigando misericordia, como enfermero aparentemente civil , siempre admirado y reconocido por el pueblo.

De sus últimos 25 años, dedicó 10 a atender a su único compañero religioso en la ciudad, fray Juan Manuel Torres, aquejado de lepra. Al fallecer éste, en sus últimos 13 años, fray Olallo quedó como único superviviente en el hospital, sólo con Dios y algunos bienhechores que le apoyaban.
En 1887 sufrió un aneurisma abdominal. Dos años después moría con la bata puesta, es decir, sin haber abandonado la asistencia a los enfermos.

Sus restos fueron acompañados hasta el cementerio por miles de camagüeyanos. Después, tras una colecta pública, le dedicaron un parque, dieron su nombre a una calle y le construyeron un mausoleo, siempre colmado de flores frescas, al que acuden continuamente a pedir su ayuda y protección.
La beatificación del hermano Olallo, gestada en el pontificado de Juan Pablo II, ha sido una gran bocanada de aliento para los católicos cubanos, un indicador luminoso para todo el pueblo que le aclama como héroe nacional, una renovada ilusión vocacional para su Orden, una inmensa alegría para toda la Iglesia.