Hace ya unos cuantos años de eso, casi 60, y siempre mantuve mi orgullo por la Latinoamérica de Martí, de Bolívar, de Sucre, San Martín y O’Higgins, por la patria grande de Amado Nervo, Bello, Rubén Darío, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Ernesto Sábato, Carpentier, Gabriel García Márquez, Lezama Lina, Borges y una interminable lista imposible de completar a la que se unen oradores e ilustres hombres de ciencia y preclaros próceres de la democracia.
Pero han cambiado las cosas gravemente, se acabó la Latinoamérica solidaria, amigable compasiva y comprensiva. Terminó la Patria grande que daba asilo a los perseguidos y velaba por los derechos humanos de todos.
Mientras la UE, con el rezago de su presidente “seismesino” -de turno y de cerebro- que demoro 24 horas en pensar si hablar o callarse, y los Estados Unidos de América, Canadá y otras naciones lejanas a nuestra “Antigua Patria Grande”, condenaban con vigor el asesinato de Orlando Zapata, ni un presidente de Latinoamérica se expresó. Ni el pésame. Menos una condena. Porque han cambiado las cosas, ahora están ocupados en desaparecer la OEA para sustituirla por un foro donde puedan sentarse a dárselas de demócratas los que no pueden aplicar la declaración de los Derechos Humanos ni la Carta Democrática de la OEA. Es decir no hay saliva ni hormonas testiculares para denunciar los crímenes de Castro II, ni las groserías de Chávez ni los desplantes de Evo, pero con un descaro, que avergüenza al mundo, le niegan la asistencia al Presidente de Honduras Profesor Porfirio Lobo, electo democráticamente con un respaldo más que suficiente, porque tienen miedo que Chávez, Evo y su pandilla los insulten. Pero si le dieron una silla -con cojín especial para las hemorroides- a Castro II por el que no ha votado nadie y que está allí por la abdicación en su favor de Castro I. Es decir los votos Hondureños no le sirven a los Presidentes latino americanos pero el Nepotismo Tiránico de los Castro I y II es material más que suficiente para declararlos miembros de la Comunidad Democrática Latinoamericana.
Orlando Zapata Tamayo, decidió que era mejor morir en huelga de hambre que seguir soportando, injurias, malos tratos y abusos físicos. Decidió que no soportaría más condenas en la cárcel por expresar su protesta a la conducta indigna de los carceleros cubanos. Zapata se enfrentó solo con su dignidad y su moral a una tiranía de 51 años, que tiene más muertos y desaparecidos en su cuenta que Pinochet y todos los militares golpistas argentinos juntos.
Después de 60 años, tengo que hacer un análisis serio de las posiciones emocionales de mi vida. Los Cubanos no tenemos petróleo, ni gas, ni grandes minas, ni vacas, ni trigo, pero sepan señores presidentes que tenemos una moral y un espíritu indomable de lucha que ya superó el medio siglo, y que no dejaremos que semejante crimen quede impune. No los necesitamos, nosotros ponemos los muertos y también pondremos la libertad en su sitio.
Agradecemos al presidente electo de Chile sus palabras, y deploramos que la Sra. Bachelet ni después de ello se haya pronunciado.
Raúl Fernández Rivero
Caracas.
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