martes, 20 de mayo de 2008

DESDE EL POTRERO

....menores en una carabela del tiempo de Cristóbal Colón, arribó a las costas de la Española, donde se le unió el Dúo de las Hermanas Ginés, para recalar al fin en el Puerto de La Habana, atraídas por el auge de la sacarosa.
El sevillano Pascual Ochoa desgranaba una melodia en las cuerdas de su violín, acompañado en la bandurria por Micaela Ginés, mientras todos bailaban, dirigidos por el canto de la MaTeodora, al que contestaban en coro, en tanto Malissa, parada en la puerta acentuaba el ritmo sacudiendo armónicamente el contenido de piedras de una caja cilíndrica de metal blanco que sostenía en las manos, que llamaba chachá.
- ¿Dónde está la Má Teodora?
Rajando la leña está
- ¿ Con su palo y su bandola?
Rajando la leña está.
-¿ Dónde está que no la veo?
Rajando la leva está
Sus carnes duras le acentuaban aquel carácter reservado, propio de su oficio de partera a domicilio. Mirando a los alrededores, en busca de la complicidad de sus acompañantes, Malissa comenzó a mover la cintura y los hombros, bailando en el mismo lugar, sin mover los pies, con un ritmo y melodía interiores que le brotaban de manera armoniosa. A veces cerraba los ojos y su cuerpo todo hablaba con aquella música en un lenguaje seductor.
Suavecito, suavecito
es como me gusta a mi
Fue entonces cuando José Manuel tomó a su mujer por el talle y levantó la otra mano y la puso frente a su pecho, como en juramento. Malissa colgó el brazo del cuello de su marido, dejando el codo sobre su codo, mientras agarró la que le juraba, y salieron al medio del salón, a bailar en un solo ladrillito.
A las paila
A las paila
A las paila
Vamos a gozar

GUAIMARO; RETOS VIGENTES

Allí (Guaimaro) los patriotas fundadores crearon una república de paz en tiempos de guerra la cual, en alguna medida, limitó el desenvolvimiento bélico pero dejó bien claro que la vanguardia política e intelectual del naciente movimiento independentista estaba comprometida con los más modernos valores cívicos y políticos de su época...

Por Leonardo Calvo
(desde Cuba)
Dos acontecimientos de trascendencia capital para nuestra historia y de enorme impacto fundacional coinciden en fecha: el 10 de abril de 1869 nace la República de Cuba en Armas y ese mismo día, 23 años después, José Martí crea el Partido Revolucionario Cubano dedicado a preparar y fomentar la independencia definitiva de Cuba y Puerto Rico.
El propio Apóstol dijo que el 10 de abril de 1869 era, por su significación, uno de los días más importantes de nuestra historia. Ese día en el poblado camagüeyano de Guáimaro los cubanos demostraron conciencia, vocación y voluntad de nación por encima del poder y el despotismo de la metrópoli, las complejas condiciones de la época y sus propias deficiencias internas. Allí los patriotas fundadores crearon una república de paz en tiempos de guerra la cual, en alguna medida, limitó el desenvolvimiento bélico pero dejó bien claro que la vanguardia política e intelectual del naciente movimiento independentista estaba comprometida con los más modernos valores cívicos y políticos de su época.
Desde Guáimaro en el plano intelectual y hasta institucional –lo reflejan las constituciones mambisas y las republicanas de 1901 y 1940– siempre tuvimos claro qué queríamos como nación, pero a fuerza de anteponer las aureolas personales, mesiánicas o caudillistas a los valores y las ideas, de convivir con discriminaciones y exclusiones –negros, campesinos, adversarios políticos– y definir nuestros destinos a partir de dependencias exteriores –Estados Unidos o la ex Unión Soviética– nuestra nación creció dividida e incompleta, con la violencia del lenguaje y la acción política prevaleciendo siempre sobre el espíritu y la letra de nuestras positivas definiciones institucionales. Hoy arribamos a ese nuevo aniversario pero muchos anhelos y expectativas de los padres fundadores están por cumplirse.
Mi hija de 10 años estudió en su clase de historia que en 1868 los cubanos se lanzaron a la manigua redentora porque no tenían derecho a opinar ni a reunirse, y porque eran ya inadmisibles las restricciones económicas y comerciales que imponía la metrópoli. Sobran los comentarios.
Por su parte Martí, después de realizar la ciclópea labor de unir y comprometer sectores y generaciones en el propósito independentista, creó el Partido Revolucionario Cubano para coordinar y canalizar los esfuerzos de los cubanos sensibilizados con la causa patria; organización y esfuerzos que fueron la expresión de la entrega, el altruismo y la capacidad de sacrificio de los cubanos de entonces. Especial mención a los emigrados, humildes trabajadores que centavo a centavo fomentaron el andamiaje bélico y logístico que dio impulso inicial y definitorio a lo que nuestro héroe nacional llamó la guerra necesaria. De ningún modo debemos dejar de mencionar la honestidad y sobre todo honradez sin tacha ni fisuras que demostraron los líderes de esta ejemplar cruzada preparatoria de la independencia.
Nuestro actual gobierno reclama para sí la bandera de la continuidad histórica de los precursores y justifica la persistencia en el unipartidismo en el criterio de que Martí creó un partido para promover la independencia de Cuba. Baste recordar que los Céspedes, los Agramonte y los Cisneros Betancourt no sólo avivaban en sus corazones la llama de la independencia exterior de la nación que soñaban sino también el anhelo de la libertad de los individuos y el derecho de cada cubano a labrar su propio destino sin ingerencias arbitrarias ni mezquinos intereses.
Por otra parte Martí, que nunca invalidó el criterio de otro cubano aun cuando fuera muy diferente al suyo, creó un solo partido porque era una sola persona con un solo objetivo político. El Apóstol además nunca se presentó como expresión definitiva de la nación cubana y lo que es más importante, no creó una poderosa policía política para vigilar, perseguir y reprimir a los que no estaban de acuerdo con él.
En estos aniversarios los cubanos tenemos el reto de demostrar hoy la misma honradez y vocación de servicio que hizo posible derrotar a la metrópoli dispuesta a jugarse en Cuba hasta su último hombre y su última peseta.
Hoy todos enfrentamos además, el reto de encontrarnos con lo más moderno y progresista de los valores cívicos expresados en una profunda cultura y conciencia de derechos para demostrar en la práctica nuestra vocación de independencia personal y armonía social, base insoslayable del ideal republicano de Martí. Sólo así podrá quedar cumplido el sueño y la obra de los próceres de Guáimaro.

miércoles, 14 de mayo de 2008

PUNTO DE VISTA

MAS CIUDADANOS QUE HEROES

Juan José López.

La historia recoge siempre héroes que sirven para ejemplarizar, tener como patrón de conducta una personalidad que encierre cualidades dignas de imitar para crecimiento, en valores, de la sociedad en general.
En Cuba José Martí es la personalidad más grande y digna de imitar, sin restar importancia a Jesús, salvo las exageraciones y distorsiones que incluso le denominan, a nuestro apostol: autor intelectual de un asalto irresponsable a un cuartel militar que promovió la sobredimensionada figura de Fidel Castro.
Hay en nuestra cultura política de forma enraizada el culto a los héroes, lo cual puede ser tan positivo como negativo. Sobre todo es adverso el hecho de creernos héroes leyendarios en vida aun cuando nuestra obra histórica no está terminada.
En esta etapa histórica, el hecho de que una sola persona haya sido promovida, vista como héroe mitológico, comparable a un Robín el “encapuchado” o el David hebreo, este error ha calado el subconsciente nacional y arrastrado innumerables vicios.
El héroe mesiánico que llego al poder en Cuba se abrogo el derecho de interpretar la historia y darle el curso a la misma de acuerdo a su interpretación y así trazo la vida y milagro de todos los cubanos.
La cuestión del caudillo como héroe histórico, su exaltación y culto no responde a un hecho aislado en nuestra historia. Castro es una expresión de nuestras tradiciones negativas, las cuales son intrínsecas a toda sociedad. Su fracaso es debido a su ignorancia en cuanto a los valores positivos de la cubania, que en pocos años de república produjo tantos valores.
Hay que ver como hemos reflejado nuestra historia, la cual vista desde una óptica humana y sencilla tiene mucho más belleza e importancia que las exageraciones imprimidas.
La frase martiana: “general un país no se funda como se dirige un campamento” no fue asimilada por muchos cubanos influyentes desde los albores republicanos. Las guerritas en contra de las reelecciones, la cuestión de prorrogas del poder, la esperanza en soluciones militares han sido la base cultural del resultado histórico de estas últimas décadas.
Ofrezco mi renuncia a ser héroe como primer paso para ser un buen ciudadano, esto hace mas falta que aquellos hombres que subconscientemente desean ser vistos y hasta se creen héroes legendarios.
Nuestra historia se respeta por si misma sobre todo cuando los sacrificios de ayer no condenan el mañana o se utilizan para la descalificación o anulación del otro, que aunque reúna menos meritos también es necesario para terminar una dictadura y construir una república equilibrada.


DE LEYES Y ECONOMIA

Juan José López.
Miembro Fundador
de la Corriente Agramontista



Suben los precios de los alimentos y otros articulos de necesidad en Cuba. Nuestra Isla es parte del mundo y aunque el grupo de poder dirigente piense que es una cosa privada, el mercado gigante del universo influye.
Si los Estados Unidos de America atraviesa una crisis crediticia, de bienes raices y una acelerada alza de precios en medio de una devaluacion historica del dolar - cosa original hasta cierto punto porque la conocida crisis del 29 se inicio con la caida de los precios agricolas -, ahora las medidas de la reserva federal no seran el paliativo de la situacion y los bancos estan limitados para inyectar dinero.
Nuestra Isla no estara agena al mundo y sus reciclajes. Por ello la necesidad de cambios. Esta palabra no es una mera consigna utilizada para las campañas presidenciales en E. U o los populismos latinos. Cuba tiene que dejar de ser un estado despotico a lo oriental. Tiene que utilizar el potencial interno y el contexto externo para superar su crisis.
La administracion cubana queriendo mantener el poder politico y al mismo tiempo que inrtroduce medidas capitalistas, tendra que pensar, junto a todos los cubanos, que el perro tiene cuatro patas y va por un solo camino.
Esta probado que se puede mantener el poder politico y realizar transformaciones economicas pero, un desarrollo sostenido que beneficie la canasta familiar de todo un pueblo, requiere mas temprano que tarde, de un proceso de apertura en lo politico.
Los cantos de sirena cansan.
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DE CUBANOS Y CONSTITUCIONES
Por Juan Jose Lopez
Nuestra nacionalidad es fuerte, al extremo que aun fuera del territorio mantenemos el interés en los asuntos patrios, conservamos costumbres y seguimos produciendo cultura "autóctona". Felix Varela nos enseño a pensar como cubanos y somos fieles a sus enseñanzas.



En los tiempos de Varela - creador de la primera Cátedra de Derecho Constitucional en Cuba - había intentos de constitucionalismo criollo. Personalidades de la talla de Francisco de Arango y Parreño, José Agustín y Caballero, Joaquín Infante, por citar algunos emblemáticos, ya manifestaban criterios en la compleja ciencia social.



Parreño advertía sobre los peligros futuros que significaba el aumento del numero de negros esclavos en la Isla, después de relacionar la esclavitud con el desarrollo económico del país. José Agustín y Caballeros aporto mucho a la enseñanza filosófica y física, además impulso la idea de la enseñanza primaria gratuita.



Para los cubanos, hablando en terminos del surgimiento de nuestra nacionalidad, la guerra y la heroicidad que ella arrastra, adquieren la connotación de actos de fundación. Las luchas por la independencia han sido muy importantes en la formacion de nuestro caracter y pensamiento. Pesan, como asignaturas pendientes, los criterios martianos sobre la etica de gobernar, recogidos en frases como: "no se funda, General, un pueblo, como se manda un campamento".



Desde luego, antes de la guerra hubo una actividad cultural que venia formando una nueva identidad. La magia de los Espejos de Paciencia de Felipe de Balboa y la labor de Domingo del Monte, quien logro que talentosos poetas de la época, escribieran sobre Cuba, dan cuenta de ello.



El debate entre Céspedes y Agramonte - si bien el tiempo le ha dado la razon al Bayames sobre el mando de la guerra, la vision de Agramonte de como organizar el estado, sus poderes y sus relaciones con el individuo, parecen como cosas pendiente de nuestra historia - tuvo efectos en aquellas constituciones que pretendían regular la guerra por la independencia de la República en Armas.



La Constitución de Guáimaro establecio la igualdad de todos los cubanos ante la ley aunque otorgo demasiados poderes a la Asamblea General de manera que el ejecutivo se veía atado en plena guerra. La Constitucion de Baragua establecía que no se podía pactar la paz con España sin independencia. Las siguientes: Jimaguayu y la Yaya - esta ultima mucho mas completa que las anteriores-, reflejaban el camino andado por nuestros próceres.



En nuestra cultura aun queda por diferenciar las necesidades y logros de guerra con la cuestión de la paz. Debemos orgullecernos de los actos de fundación nacional y ser celosos, ahora que estamos en las puertas de un proceso de reinstauración de los derechos ciudadanos y utilizar con eficacia todas las herramientas de nuestro carácter y experiencia histórica.



Desde el inicio republicano vemos como se manifestó el carácter de los militares que arribaban al poder del Estado. Generales en su mayoría, que por sus prestigios de soldados resultaban electos a los mas altos cargos publicos, imponian su voluntarismo, buscaban su reelección - cosa no tolerada - y motivaban caos, como la conocida “guerrita de agosto”.



Lo más triste de todo es el resultado cultural de haberse formado en nuestra historia la cuestión del machazo o caudillo militar ante las encrucijadas históricas, dando lugar a un pais con mas heroes que ciudadanos.



La Constitucion de la República de 1940 fue un esfuerzo y reconocimiento a las luchas civilistas, a la participación democrática aun cuando militares demostraban estar fuera de los cuarteles.



El ultimo periodo histórico, la llamada revolución socialista, todo un corolario de poderío militar en guerra permanente contra su propia gente, que derrota todas las energías civiles y será causa de violencia en el futuro, ha marcado una concepción totalitaria del Estado y del Derecho, que afortunadamente por su ineficacia para el desarrollo de la felicidad humana, quedara atrás.



Pero sobre todo pienso que el novedoso discurso de la disidencia cubana de lucha pacifica y reconciliacion nacional para construir la democracia, ofrece un escenario superior. Ellos son un cambio en nuestra cultura que le dará frescor a nuestra hostoria.

jueves, 8 de mayo de 2008

POR UNA NUEVA CONCEPCION DEL ESTADO Y EL DERECHO CUBANOS

Faisel Iglesias

En toda America Latina, el estado y el derecho fueron implantados violentamente por fuerzas foraneas, que exterminaron la poblacion autoctona y todos sus valores.

Es por ello siempre hemos visto al estado como un instrumento de coexcion y fuerza al que hay que destruir, saquear, dominar.

Cuando se habla de una posicion en el estado se piensa en "tomar el poder", no en una oportunidad de servicio publico.

A diferencia de aquellos paises donde el estado ha surgido como un sistema de instituciones que los ciudadanos organizado se han dado para la mejor organizacion de la vida publica, por lo que las cuida y respeta, en nuestras naciones, ni cuando hemos tenido la mejor forma de gobierno que ha conocido el mundo occidental - y que le ha permitido ser la vanguardia universal y que a los cubanos nos permitio el desarrollo individual y el de sociedad en general, como nunca antes ni despues -, el gobierno republicano, con su triparticion de poderes, nunca hemos podido neutralizar la corrupcion y el nepotismo.

En consecuencia Cuba necesita una novedosa concepcion del estado y del derecho, donde un amplio sistema de contrapesos institucionales se controlen y se fiscalicen entre si, y permitan el pleno desarrollo de cada individuo en particular y de la socciedad en general.

DEL APOSTOL


CÉSPEDES Y AGRAMONTE

Por José Martí



El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pedante, o el ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza como de la luz, el otro vence. Vendrá la historia, con sus pasiones y justicias; y cuando los haya mordido y recortado a su sabor, aún quedará en el arranque del uno y en la dignidad del otro, asunto para la epopeya. Las palabras pomposas son innecesarias para hablar de los hombres sublimes.


Otros hagan, y en otra ocasión, la cuenta de los yerros, que nunca será tanta como la de las grandezas. Hoy es fiesta, y lo que queremos es volverlos a ver al uno en pie, audaz y magnífico, dictando de un ademán, al disiparse la noche, la creación de un pueblo libre, y al otro tendido en sus últimas ropas, cruzado del látigo el rostro angélico, vencedor aun en la muerte.


¡Aún se puede vivir, puesto que vivieron a nuestros ojos hombres tales!Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un bastón de carey con puño de oro, decidió, cara a cara de una nación implacable quitarle para la libertad su posesión más infeliz, como quien quita a una tigre su último cachorro. ¡Tal majestad debe inundar cl alma entonces, que bien puede ser que el hombre ciegue con ella! ¿Quién no conoce nuestros días de cuna?



Nuestra espalda era llagas, y nuestro rostro recreo favorito de la mano del tirano. Ya no había paciencia para más tributo, ni mejillas para más bofetones. Hervía la Isla. Vacilaba la Habana. Las Villas volvían los ojos a Occidente. Piafaba Santiago indeciso. "¡Lacayos, lacayos!'" escribe al Camagüey Ignacio Agramonte desconsolado. Pero en Bayamo rebosaba la ira. La logia bayamesa juntaba en su círculo secreto, reconocido como autoridad por Manzanillo y Holguín, y Jiguaní y las Tunas, a los abogados y propietarios de la comarca, a Maceos y Figueredo, a Milaneses y Céspedes, a Palmas y Estradas, a Aguilera, presidente por su caudal y su bondad, y a un moreno albañil, al noble García.



En la piedra en bruto trabajan a la vez las dos manos, la blanca y la negra: ¡seque Dios la primera mano que se levante contra la otra! No cabía duda, no; era preciso alzarse en guerra. Y no se sabía cómo, ni con qué ayuda, ni cuándo se decidiría la Habana, de donde volvió descorazonado Pedro Figueredo cuando por Manzanillo, en cuyos consejos dominaba Céspedes, lo buscan por guía los que le ven centellear los ojos. ¡La tierra se alza en montañas, y en estos hombres los pueblos! Tal vez Bayamo desea más tiempo; afín no sedecide la junta de la logia; ¡acaso esperen a decidirse cuando tengan al cuello al enemigo vigilante! ¿Que un alzamiento es como un encaje, que se borda a la luz hasta que no queda una hebra suelta? ¡Si no los arrastramos, jamás se determinarán! Y tras unos instantes de silencio, en que los héroes bajaron la cabeza para ocultar sus lágrimas solemnes, aquel pleitista, aquel amo de hombres, aquel negociante revoltoso, se levantó como por increíble claridad transfigurado.


Y no fue más grande cuando proclamó a su patria libre, sino cuando reunió a sus siervos, y los llamó a sus brazos como hermanos. La voz cunde: acuden con sus siervos libres y con sus amigos los conspiradores, que, admirados por su atrevimiento, aclaman jefe a Céspedes en el potrero de Mabay; caen bajo Mármol Jiguaní y Holguín; con Céspedes a la cabeza adelanta Marcano sobre Bayamo; las armas son mach tes de buen filo, rifles de cazoleta, y pistolones comidos de herrumbre , atados al cabo por tiras de majagua.


Ya ciñen a Bayamo, donde vacila el Gobernador, que los cree levantados en apoyo de su amigo Prim. Y era el diecinueve por la mañana, en todo el brillo del sol, cuando la cabalgata libertadora pasa en orden el río que pareció más ancho. ¡No es batalla, sino fiesta! Los más pacíficos salen a unírseles, y sus esclavos con ellos; viene a su encuentro la caballería española, y de un machetazo desbarban al jefe; llévanselo en brazos al refugio del cuartel sus soldados despavoridos. Con piedras cubiertas de algodón encendido prenden los cubanos el techo del cuartel empapado en petróleo, a falta de bombas. La guarnición se rinde, y con la espada a la cintura pasa por las calles entre las filas del vencedor respetuoso.


Céspedes ha organizado el Ayuntamiento, se ha titulado Capitán General, ha decidido con su empeño que el préstamo inevitable sea voluntario y no forzoso, ha arreglado en cuatro negociados la administración, escribe a los pueblos que acaba de nacer la República de Cuba, escoge para miembros del Municipio a varios españoles. Pone en paz a los ceo ¡osos; con los indiferentes es magnánimo; confirma su mando por la serenidad con que lo ejerce. Es humano y conciliador. Es firme y suave.

Cree que su pueblo va en él, y como ha sido el primero en obrar, se ve como con derechos propios y personales, como con derechos de padre, sobre su obra. Asistió en lo interior de su mente al misterio divino del nacimiento de un pueblo en la voluntad de un hombre, y no se ve como mortal, capaz de yerros y obediencia, sino como monarca de la libertad, que ha entrado vivo en el cielo de los redentores. No le parece que tengan derecho a aconsejarle los que no tuvieron decisión para precederle. Se mira como sagrado, y no duda de que deba imperar su juicio. Tal vez no atiende a que él es como el árbol más alto del monte, pero que sin el monte no puede erguirse el árbol.


Jamás se le vuelve a ver como en aquellos días de autoridad plena; porque los hombres de fuerza original sólo la enseñan íntegra cuando la pueden ejercer sin trabas. Cuando el monte se le echa encima; cuando comienza a ver que la revolución es algo más que el alzamiento de las ideas patriarcales; cuando la juventud apostólica le sale con las tablas de la ley al paso; cuando inclina la cabeza, con penas de martirio, ante los inesperados colaboradores, es acaso tan grande, dado el concepto que tenia de si, como cuando decide, en la soledad épica, guiar a su pueblo informe a la libertad por métodos rudimentarios, como cuando en el júbilo del triunfo no venga la sangre cubana vertida por España en la cabeza de los españoles, sino que los sienta a su lado en el gobierno, con el genio del hombre de Estado.


Luego se obscurece: se considera como desposeído de lo que le pareció suyo por fuerza de conquista; se reserva arrogante la energía que no le dejan ejercer sin más ley que la de su fe ciega en la unión mpuesta por obra sobrenatural entre su persona y la República; pero jamás, en su choza de guano, deja de ser el hombre majestuoso que siente e impone la dignidad de la patria. Baja de la presidencia cuando se lo manda el país, y muere disparando sus últimas balas contra el enemigo, con la mano que acaba de escribir sobre una mesa rústica versos de tema sublime.


¡Mañana, mañana sabremos si por sus vías bruscas y originales hubiéramos llegado a la libertad antes que por las de sus émulos; si los medios que sugirió el patriotismo por el miedo de un César, no han sido los que pusieron a la patria, creada por el héroe, a la merced de los generales de Alejandro; si no fue Céspedes, de sueños heroicos y trágicas lecturas, el hombre a la vez refinado y primario, imitador y creador, personal y nacional, augusto por la benignidad y elacontecimiento, en quien chocaron, como en una peña, despedazándola en su primer com bate, las fuerzas rudas de un país nuevo, y las aspiraciones que encienden en la sagrada juventud el conocimiento del mundo libre y la pasión de la República! En tanto, ¡sé bendito, hombre de mármol! ¿Y aquél del Camagüey, aquel diamante con alma de beso? Ama a su Amalia locamente; pero no la invita a levantar casa sino cuando vuelve de sus triunfos de estudiante en la Habana, convencido de que tienen todavía mejilla aquellos señores para años: "no valen para nada ¡para nada!" Y a los pocos días de llegar al Camagüey, la Audiencia lo visita, pasmada de tanta autoridad y moderación en abogado tan joven; y por las calles dicen: "¡ése!"; y se siente la presencia de una majestad, pero ¡no él, no él! que hasta que su mujer no le cosió con sus manos la guajira azul para irse a la guerra, no creyó que habían comenzado sus bodas.


Por su modestia parecía orgulloso: la frente, en que el cabello negro encajaba como en un casco, era de seda, blanca y tersa, como para que la besase la gloria: oía más que hablaba, aunque tenía la única elocuencia estimable, que es la que arranca de la limpieza del corazón; se sonrojaba cuando le ponderaban su mérito; se le humedecían los ojos cuando pensaba en el heroísmo, o cuando sabia de una desventura, o cuando el amor le besaba la mano: "¡le tengo miedo a tanta felicidad!" Leía des pacio obras serias. Era un ángel para defender, y un niño para aca riciar. De cuerpo era delgado, y más fino que recio, aunque de mucha esbeltez. Pero vino la guerra, domó de la primera embestida la soberbia natural, y se le vio por la fuerza del cuerpo, la exaltación de la virtud. Era como si por donde los hombres tienen corazón tuviera él estrella. Su luz era así, como la que dan los astros; y al recordarlo, suelen sus amigos hablar de él con unción, como se habla en las noches claras, y como si llevasen descubierta la cabeza.


¡Acaso no hay otro hombre que en grado semejante haya sometido en horas de tumulto su autoridad natural a la de la patria! ¡Acaso no haya romance más bello que el de aquel guerrero, que volvía de sus glorias a descansar, en la casa de palmas, junto a su novia y su hijo! "¡jamás, Amalia, jamás seré militar cuando acabe la guerra! Hoy es grandeza, y mañana será crimen. ¡Yo te lo juro por él, que ha nacido libre! Mira, Amalia: aquí colgaré mi rifle, y allí, en aquel rincón donde le di el primer beso a mi hijo, colgaré mi sable". Y se inclinaba el héroe, sin más tocador que los ojos de su esposa, a que con las tijeras de coserle las dos mudas de dril en que lucía tan pulcro y hermoso, le cortase, para estar de gala en el santo de su hijo, los cabellos largos.


¿Y aquél era el que a paso de gloria mandaba el ejercicio de su gente, virgen y gigantesco como el monte donde escondía la casa de palmas de su compañera, donde escondía "El Idilio"? ¿Aquél el que arengaba a sus tropas con voz desconocida, e inflamaba su patriotismo con arranques y gestos soberanos? ¿Aquél el que tenía por entretenimiento saltar tan alto con su alazán Mambí la cerca, que se le veía perder el cuerpo en la copa de los árboles? ¿Aquél el que jamás permite que en la pelea se le adelante nadie, y cuando le viene en un encuentro el Tigre al frente, el Tigre jamás vencido brazo a brazo, pica hondo al Mambí para que no se lo sujeten, y con la espada de Mayor, y la que le relampaguea en los ojos, tiene el machete del Tigre a raya? ¿Aquél que cuando le profana el español su casa nupcial, se va solo, sin más ejército que Elpidio Mola, a rondar, mano al cinto, el campamento en que le tienen cautivos sus amores? ¿Aquél que cuando mil españoles le llevan preso al amigo, da sobre ellos con treinta caballos, se les mete por entre las ancas, y saca al amigo libre? ¿Aquél que, sin más ciencia militar que el genio, organiza la caballería, rehace el Camagüey deshecho, mantiene en los bosques talleres de guerra, combina y dirige ataques victoriosos, y se vale de su renombre para servir con él al prestigio de la ley, cuando era el único que, acaso con beneplácito popular, pudo siempre desafiarla?


¡Aquél era; el amigo de su mulato Ramón Agüero; el que enseñó a leer a su mulato con la punta del cuchillo en las hojas de los árboles, el que despedía en sigilo decoroso sus palabras austeras, y parecía que curaba como médico cuando censuraba como general; el que cuando no podía repartir, por ser pocos, los buniatos o la miel. hacía cubalibre non la miel para que alcanzase a sus oficiales, o le daba los buniatos a su caballo, antes que comérselos él solo; el que ni en sí ni en los demás humilló nunca al hombre! Pero jamás fue tan grande, ni aun cuando profanaron su cadáver sus enemigos, como cuando al oír la censura que hacían del gobierno lento sus oficiales, deseosos de verlo rey por el poder como lo era por la virtud, se puso en pie, alarmado y soberbio, con estatura que no se le había visto hasta entonces, y dijo estas palabras: "¡Nunca permitiré que se murmure en mi presencia del Presidente de la República!"¡Esos son, Cuba, tus verdaderos hijos!


El Avisador Cubano, Nueva York, 10 de octubre de 1888.