Esspecial para Guimaro
Por Idania Bacallao
-UNA PALABRA NO DICE NADA Y AL MISMO TIEMPO LO DICE TODO…-CARLOS VARELA-
Alfonso Rodríguez Benjamín, está acusado de desacato a la autoridad. Semidormido sobre su propia saliva lleva ya tres días en silencio dentro de la celda maloliente y húmeda que le dan dado. No emite ni un solo sonido. Ni siquiera la lengua se le agita dentro de la boca. Sabe que su huelga de hambre le dará cierta madurez al propio escenario político de ser un grafitero independiente.
“El señor Benjamín, natural de Guacanayabo, treinta dos años de edad, ciudadano cubano, de piel blanca, sin portar arma alguna, no especula, no agrede… Solo y únicamente se ve que tiene un carbón en la mano, y que escribe como grafitero sobre una pared tan gastada como la propia leyenda de Cuba”
No imita a nadie. Su lengua castellana de poeta y artista lo hacen puro y moral. Su voz armoniosa (que hoy ya casi no se escucha), su hábil y experimentado carbón. Su corazón ardiente y su mente pensadora lo tienen allí, frente a aquella pared declarándose un adepto entusiasta al progreso. Un humilde discípulo de Martí. Sufre del cielo patrio igual que como lo sufrió el poeta.
No se siente un hijo de la villanía. Ni ve renegados en sus grafitos de mente ociosa y sin cultura, como le aparece escrito en el informe penitenciario. Sino frutos necesarios y consecuentes de una misión fija de ideas progresistas. No maldice su suerte ni repite que el poeta pintor es una rara raza de ángeles caídos… Él es simplemente un grafitero sensualista. Uno más que enseña la virtud de pensar al ignorante, y regala con sus grafitos una poderosa confortación a la libre expresión cubana.
Los perversos hijos de Adán lo acusan empleando todas las artimañas de perspicacias pueriles. Liderados a ciegas por la fuerza de los gobernantes sobre los gobernados. Pero así y todo el señor Benjamín no renunciará jamás a la nacionalidad de su ingenio. Ni a las dotes que Dios le ha regalado así se muera hoy de hambre. He aquí su única misión de grafitero cubano.
Guiado por la fuerza del destino, día a día se busca la pared de la noche. La mira como un jeque musulmán. Nada tiene que ver, en estos momentos, el modo artístico de hacer el grafito con la esencia de sus ideas políticas y morales. Sabe que rompe así con la ausencia de la palabra paz. Rompe así con la cobardía de los monopolistas. Y se reviste de un espíritu de madurez política muy necesaria en estos momentos para la isla.
Ama la libre expresión. Y solo así llega hasta la más plena confianza de ser el artista independiente con y para la humanidad en la más pura de las libertades, su arte. Con la mochila al hombro y su carbón en las manos busca la pared de cada noche en La Habana de Cuba y escribe:
“En aquellos últimos días Martí sintió y presintió que su ser-en-el-mundo había entrado en un proceso de expansión y transformaciones sin precedentes: …hasta hoy no me sentido hombre”,… llegué al fin a mi plena naturaleza”.
Alfonso Rodríguez Benjamín… Acusado de desacato a la autoridad, dentro de su celda maloliente ya lleva siete días en silencio. Todavía no ha soltado el carbón de sus manos. Tampoco ha comido. Pero sigue escribiendo.
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