sábado, 30 de junio de 2012

CARCEL DE BOINIATO

      El autor visita a Mariano Esteva Lora, su abuelo preso, y descubre otra forma de clandestinidad.
 
Quien visita la Cárcel de Boniato y libre, al descampado, mira en torno no puede menos que preguntarse cómo es posible que la miseria humana se haya instalado allí. Una vista aérea retrata el complejo arquitectónico como lo que realmente es: una embarcación de horrores de la que sólo se divisa, a flor de agua, la cubierta; una embarcación náufraga en un mar de verdes, náufraga en un remolino de bellezas naturales que un día, cuando todos los cubanos hacinados en ella la abandonen, la devorará, devolviendo a esa porción de Cuba el carácter paradisíaco que alguna vez tuvo y que aún, rebelde, lucha por asaltar calabozos y puestos de vigilancia, lucha por desaparecerlos.

La cárcel de Boniato en Santiago de Cuba
x
La cárcel de Boniato en Santiago de Cuba
​​La proa de la embarcación encaja en el paisaje, se diría que se abre paso a través de él, a través del oleaje de árboles que se alza a su alrededor; a través de las faldas de las lomas que también la rodean, como sitiándola, temerosas de que el horror se expanda; a través de la historia más reciente del país. Se diría que la proa arrumba al futuro. Pero es sólo una ilusión: la intrusa no tiene adónde ir, la vegetación le cierra el paso como un mar justo, y acabará carcomiéndole paredes y barrotes, y deshaciéndole las alambradas hasta que una flor estalle donde un hombre fue torturado, y otro padeció hambre, y otro, enfermo, incomunicación. Hasta que un pájaro se pose y cante donde un hombre perdió su juventud.

Manuscrito extraído de la cárcel.
x
Manuscrito extraído de la cárcel.
​​​​Las visitas a la Cárcel de Boniato nunca me infundieron miedo. A los once años debo de haberme creído inmune a la injusticia castrense, portador de un salvoconducto irrecusable: mi edad. El único sobresalto sobrevenía cuando, luego de separarme de mi madre o mi abuela, pasar a la habitación donde me desvestía, ser inspeccionado y regresar al exterior, me preguntaba si volvería a verlas, si no habrían corrido peor suerte que yo por gusanas, epíteto con el que se identificaba y aún se identifica a las personas contrarias al régimen. Pin, pon, fuera, / ¡abajo la gusanera!, gritaban las turbas enardecidas por el odio inculcado a todo el que divergiera de la política oficial.

Allí, a pocos pasos del gran patio yermo que más tarde se abarrotaría de prisioneros, acuclillado y solo junto a la bolsa de yarey húmeda, llena de comestibles deshechos cuyo olor amenazaba con repugnar –el zumo de las frutas, el almíbar de los dulces, el suero del queso filtrando el yarey--, me preguntaba qué sería de mí si mis mayores eran halladas en falta y detenidas, si no encontraba cómo regresar al pueblo, si me veía forzado a pernoctar en alguna estancia de la prisión o a la intemperie. Oraba para que esto no ocurriera: no ocurrió. Más tarde o más temprano mis acompañantes reaparecían algo descompuestas, ajustándose la ropa, con una sonrisa triste pero suficiente para despejar mis temores.

​​
Manuscrito extraído de la cárcel.
x
Manuscrito extraído de la cárcel.
​​Ya en el patio habilitado con bancos, una sola pared y un tejado estrecho que no atenuaba la sofocación del mediodía, permanecíamos hasta que un timbre horrísono anunciaba la llegada de los prisioneros. La multitud de familiares corría hacia la tela metálica detrás de la cual aquéllos hacían fila y eran contados, mientras los niños gritaban los nombres de sus padres, las mujeres más jóvenes les lanzaban besos, los ancianos se agarraban a alguien para no desplomarse, las ancianas sacudían un pañuelo o se llevaban las dos manos al rostro, incapaces de contener el llanto, y los recién llegados, seguros de que cualquier manifestación de alegría podía irritar a sus carceleros, permanecían tiesos, hasta que una puerta situada a su izquierda se abría y todos, prisioneros y visitantes, se lanzaban hacia ella y fundían en un bullicioso abrazo.

Durante las horas que duraba la visita, mis mayores abordaban asuntos a los que yo prestaba y no prestaba atención: la salud de amigos y parientes, la partida de algunos al extranjero, los abusos sufridos por otros, hechos de relevancia nacional e internacional, anécdotas de la vida en prisión y el contenido de la bolsa de yarey que ahora descansaba junto a su pareja vacía: la bolsa que habíamos traído a la visita anterior y que mi abuelo, religiosamente, nos devolvía. La chiquillería jugaba al sol, las cercas de metal centelleaban, el pavimento ardía, los adultos chachareaban e intercambiaban gestos de cariño, y yo era todo ojos y oídos, sobre todo cuando mi abuelo miraba a su alrededor, hablaba más quedo y daba instrucciones sobre el cargamento que la bolsa devuelta ocultaba.

Mariano Esteva Boronat (1940-1985)
x
Mariano Esteva Boronat (1940-1985)
​​​​​​El cargamento eran versos suyos, escritos casi siempre en hojas de papel cebolla plegadas hasta el infinito y metidas, como lombrices, entre el yarey trenzado de las asas. Versos que al llegar a casa se extraían, desdoblaban, leían y guardaban o distribuían en secreto entre quienes los habían inspirado. Versos que tan pronto reseñaban el drama de la vida en presidio como el que sufría el país, o revelaban los sentimientos del autor hacia sus seres queridos. Versos que, de ser descubiertos, nos hubieran metido en un lío. No creo que a mi abuelo lo tentara la poesía, en el sentido más exigente del término: lo tentó el verso como una forma de expansión allí, donde todo era confinamiento, y más que el verso, quizás, el regreso a la clandestinidad, la oportunidad de burlar a sus guardianes.

​​​​​​​​​​​​Entre los primeros versos que memoricé y transcribí de niño están los que mi abuelo dedicó a mi tío Mariano, el más joven de sus hijos, a quien él y mi abuela habían enviado a estudiar al extranjero desde hacía varios años para que no fuera víctima de las represalias del gobierno anterior ni de la perversidad del actual, y a quien mi abuelo no volvió a ver: el sólo hecho de ser hijo suyo constituía, en Cuba, un peligro:

Hijo de un padre que lejos,
por voluntad y prisión,
te guarda en el corazón
con sus recuerdos añejos.
Los fenómenos complejos
que amargan esta existencia
hacen muy larga la ausencia,
muy doloroso el camino,
pero espero que el destino
me hará gozar tu presencia.

Veinticinco años cumpliste
y no te pude besar,
pero voló sobre el mar
y te vio mi mente triste.
Aunque tú no me sentiste,
a ti mi alma abrazada
te dio aliento en la jornada
y te dijo: las estrellas
brillan más y son más bellas
en una noche cerrada.

Cárcel de Boniato, 1965

viernes, 29 de junio de 2012

LA REVOLUCION DE LOS CORONELES

¿Quiénes son los artífices de la reformas? A falta de información, ya se sabe que debido al control riguroso de cifras y detalles, en Cuba hay que aprender a leer en claves y entre líneas: sus nombres y rostros son poco conocidos.

Pero se puede afirmar que mayores, tenientes coroneles y coroneles, son en alto grado los diseñadores de la actual estrategia implementada por sus caciques superiores.

Los cambios en Cuba, aunque sean solo en apariencias, no comenzaron en 2006 con la llegada al poder de Castro II. Tampoco se iniciaron en los años duros de la década del 90, cuando la alta oficialidad pensó en serio aprobar la 'opción cero' y repartir raciones de comida por los barrios.

Quizás Felipe González y su asesor Carlos Solchaga estén orgullosos de haber puesto su grano de arena para que un obstinado y numantino Fidel Castro comprendiese que si no aplicaba fórmulas de mercado, su revolución sería barrida por el viento.

Mucho antes, tecnócratas uniformados aplicaron y estudiaron reformas económicas tomadas de otras latitudes. Y no precisamente de China. Años después del sonado fracaso de la zafra de los 10 millones, especialistas militares adquirieron experiencia de los métodos de trabajo en Japón. Se les antojaba que Japón tenía ciertas similitudes con Cuba.

Apartando la increíble productividad y sentido de pertenencia de los obreros japoneses a sus empresas, algo que no sucedía en Cuba, a los sesudos de verde olivo les interesaban las condiciones que impulsaron el desarrollo de un archipiélago sin recursos naturales, y que a golpe de creatividad, apoyo financiero extranjero (sobre todo estadounidense) , y la alianza del Estado con un grupo de familias conocidas como 'saibatzu' auparon el despegue de la nación nipona en pocos años. Y después de ser el único país del planeta en haber sufrido las consecuencias de un impacto nuclear.

Y hacia allá viajaron. Los enviados militares contactaron primero con empresarios de Toyota, NEC o Sony. Esa experiencia se vertió en diversos estudios que aterrizaron en las oficinas de Raúl Castro y Julio Casas Regueiro, entre otros jerarcas.

Luego serían sorpendidos por las reformas chinas de finales de los 70. Mientras Fidel Castro ponía el grito en el cielo y acusaba a los chinos de traición al socialismo, los tecnócratas tomaban notas en sus cuadernos.

Cuando ya era inminente la caída del telón de hierro , las empresas militares poseían diversas fórmulas guardadas en la caja fuerte, esperando para ser aplicadas en caso de peligrar el poder.

No es cierto que la desaparición del Muro de Berlín tomó de sorpresa a los mandarines criollos. Sucede que el comandante único, quien siempre ha sido muy desconfiado, mantenía a raya a los reformistas militares y desechaba sus consejos por temor a compartir o ver menoscabado su poder.

La solución de su hermano Raúl fue atrincherarse. Y en un circuito cerrado poner en práctica las fórmulas estudiadas durante años. Fueron los militares los primeros en aplicar técnicas novedosas de pago, negocios mixtos y marketing en las empresas militares o la compañía turística Gaviota.

Después de las guerras en África, la alta oficialidad comprendió que el nuevo campo de batalla estaba bajo sus pies. Y en cuanto el díscolo Castro I se apartara, podrían aplicar una serie de reformas que les permitiera mantenerse en el poder.

La diferencia esencial de Fidel Castro con su hermano Raúl es que al primero le interesa el poder absoluto en tiempo real. Como él cree que es inmortal, nunca ha pensado en el día después de su muerte.

Los coroneles desean el poder de manera perpetua. A Raúl Castro, conspirador en estado puro, le gusta la idea. No es igual celebrar 50 años de revolución que hacer actos fastuosos por un siglo de gloria castrista. Y hacia esa meta se enfoca. Ya antes de la enfermedad que el 31 de julio de 2006 apartara a su hermano del trono, Castro II tenía en sus manos las riendas de la economía nacional.

Corporaciones verde olivo y sus coroneles como asesores han estado infiltrados en las pocas empresas exitosas que captan divisas en la isla.

Con Fidel Castro fuera del campo, se amplió la cancha de juego. Y los oficiales invisibles fueron haciéndose figuras públicas . Muchos son poderosísimos, como Luis Alberto López Callejas, yerno del General.

Otros son especialistas en diversas materias y leales a Raúl Castro. Dígase Marino Murillo, zar de las reformas, o Abdel Izquierdo, ministro de Economía. Estos coroneles reciclados que sustituyeron los calurosos trajes militares por guayaberas blancas, a día de hoy constituyen el pilar fundamental de las actuales y futuras reformas en Cuba.

Son los encargados de poner en practicar y supervisar los principales proyectos económicos: puerto del Mariel, hoteles en Varadero, campos de golf, minas de oro, prospecciones petroleras o cotos de caza destinados a turistas ricos. O las conversaciones secretas con emigrados cubanos millonarios, deseosos de invertir en su país. En lo económico, los coroneles empresarios tienen luz verde. Siempre que garanticen la continuidad del poder .


Esta nueva revolución enarbolada por el General y trazada por sus súbditos, pondría toda la carne en el asador. Negociaría un mejor trato migratorio con la diáspora. Podría permitir mayores libertades económicas a los ciudadanos cubanos. Daría participación en diversas esferas a la iglesia católica. Incluso, si el zapato les aprieta , autorizarían el pago de salarios de las firmas extranjeras a sus trabajadores.

Lo que por ahora no es negociable son las cuestiones políticas. En la agenda no entra el diálogo con la disidencia. Tampoco permitirán ciertas libertades políticas.

Estos tecnócratas negociarían directamente con Estados Unidos. Y a la administración de turno le prometerían mantener la estabilidad interna, combatir el tráfico internacional de drogas y mantener a raya el flujo migratorio ilegal, algo que desde hace 18 años se viene haciendo en cooperación con Estados Unidos.

Pero en cualquier proyecto pueden surgir imprevistos. En caso de ver peligrar su poder, debido a coyunturas internas, las corporaciones militares harían un reacomodo de fichas. Y a cambio de participación política, podrían negociar con algún grupo opositor o con disidentes menos 'conflictivos'.

El futuro de Cuba sin los hermanos Castro se decidirá dentro de 10 años. Quizás menos. Y los empresarios militares querrán tener lo todo muy bien atado.

Tomado de El blog de Iván García y sus amigos, publicado el viernes 29 de junio del 2012.

OTRO VERANO CON LAS ESQUINAS ROTAS

Por Raul Rivero


.LO ÚNICO que cambia en la fotografía de familia de la sociedad cubana es la intensidad de la represión contra los opositores pacíficos y las cifras de los presos políticos, los exiliados y los emigrantes. Es cierto que el Gobierno de La Habana sustituye también, de acuerdo a los márgenes del delirio, la categoría del milagro económico que deberá sacar al país de la pobreza y liberar los manteles de las mesas de la severidad de una cartilla de racionamiento que cumplió medio siglo.

Hasta hace unas semanas era una franja de petróleo submarino la fórmula mágica para derrotar la escasez y alimentar a los ciudadanos. Como no apareció el pozo de la riqueza instantánea, Fidel Castro propuso, en una de sus mini reflexiones sobre la vida, el mundo y el destino de los seres humanos, la siembra masiva de moringa oleífera y morera porque esas plantas, escribió, «son fuentes inagotables de carne, huevo y leche».

Así es que ya empezó la cosecha y concretamente en la región central de Sancti Espíritus, la demanda del árbol moringa es tanta que las autoridades se han visto obligadas a limitar la venta a dos kilogramos y medio por persona. Ese es el tema central de los medios oficiales que han salido del fondo del mar a buscar la abundancia del socialismo en la floresta.

Otra zona del retrato de la realidad en la isla muestra que la policía mantiene un promedio mensual de 400 arrestos arbitrarios a opositores y que están en prisión con graves problemas de salud, desde marzo pasado, las Damas de Blanco Sonia Garro y Niurka Luque. Los periodistas independientes, los blogueros y los jóvenes empeñados en abrir espacios a las nuevas tecnologías son acusados ahora de propiciar una invasión militar extranjera.

Al fondo, se ve cómo aumenta el grupo de gente que huye. De octubre de 2011 hasta esta fecha, 8.420 cubanos han tratado escapar a Estados Unidos en balsas o a través de la frontera con México. Cada año 20.000 ciudadanos viajan a Norteamérica de manera legal.

Esa es la atmósfera de la foto fija que tiene presa a Cuba. Para el poder que maneja la cámara, la libertad no es fotogénica.

FIDEL CASTRO NO SERA EL ULTIMO

Por Hiuber Matos
hubermatos@gmail.com

La vida de Fidel Castro se resume a una lista de metidas de pata y golpes de suerte. Mucha gente confundió su buena racha con su inteligencia. Por esa razón llegaron a considerarlo un genio político. Pero la sabiduría o la incompetencia de un gobernante se demuestra en como recibe una nación y como la deja.

Fidel Castro comenzó su carrera política con el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Antes de esta aventura nunca pudo llamar la atención de nadie. En aquellos tiempos, en lugar de carisma, lo acompañaba fama de pequeño gánster. Ni en la Universidad de la Habana donde estudió, ni en el partido Ortodoxo al que pertenecía le hacían ningún caso.

El asalto al Moncada fue un disparate en el que no había la menor posibilidad de triunfo. Él y Raúl salvaron la vida porque huyeron mientras los compañeros que quedaron combatiendo la perdieron. Fidel no cumplió su cómoda condena en prisión porque Batista lo favoreció con una amnistía. El viaje desde México a Cuba en un yate sobrecargado y el desembarco en una costa que no conocían fue un desastre como demuestran los hechos.

En más de una ocasión en la Sierra Maestra los errores de Fidel nos pusieron al borde de derrotas que podrían haber tenido serias consecuencias. Su falta de previsión no se reflejó solo en los combates, sino también en la logística, campo en el que se presentaban dificultades innecesarias que los miembros del Ejército Rebelde superaron con idealismo. Fidel era el jefe, pero todos sabíamos que su juicio no era siempre acertado. Luchábamos contra una dictadura y por la democracia, eso era lo importante.

Una vez en el gobierno su ambición, su orgullo y su ignorancia se magnificaron. Ya no era asunto de dirigir una guerrilla con todas las ventajas del terreno como era el caso en la Sierra Maestra. Ha sido el pueblo cubano el que ha pagado el precio. Su mayor error fue tomar el camino del comunismo. Además de una estupidez fue una traición al pueblo cubano y a la revolución. En 1959 cualquier persona informada sabía que como consecuencia del totalitarismo comunista millones de seres humanos habían perdido la vida y muchos más la libertad. En 1959 se conocía en detalle cómo en 1956 los húngaros habían luchado heroicamente contra el ejército soviético tratando de liberarse del comunismo. En 1956 Nikita Khrushchev denunció la perversidad y los crímenes de Stalin en el Congreso del Partido. En varias ocasiones le advertí a Fidel que por el camino del comunismo a Cuba la esperaba el fracaso. Siempre repetía: yo no soy comunista.

Fidel Castro tenía su agenda escondida. El no quería servir a Cuba sino servirse de los cubanos para alcanzar sus delirios de grandeza en un enfrentamiento con los Estados Unidos. Era lógico pensar que en ese esquema el único que perdería seria el pueblo cubano. No es el primero ni será el último en la historia. Adolfo Hitler se aprovechó de los alemanes y de Alemania, les hizo creer que eran una raza superior destinada a gobernar el mundo. Llevó a su país a la ruina, causó millones de muertos y terminó suicidándose como un cobarde. Benito Musolini fue otro demagogo delirante que convirtió a Italia en ruinas y murió ejecutado.

En 1959 Cuba era uno de los países más progresistas de este continente. Lo que había que hacer se podía hacer dentro de un marco de justicia social. Nuestro país se habría convertido en una de las naciones más avanzadas del mundo. Quien lo puede dudar después de ver como prosperan los cubanos cuando llegan en desventaja a cualquier país. Medio siglo después Cuba está en la ruinas. La sabiduría de un gobernante se demuestra en su capacidad para sortear las dificultades de un pueblo, dirigir constructivamente la energía y el entusiasmo colectivo e incluso en el peor de los casos, ante una guerra inevitable contra un enemigo exterior, unir a la población y pedirle el sacrificio sin exponerla a riesgos innecesarios. Fidel provocó un conflicto que tenía que evitarse y en su afán de gloria hundió a Cuba en la desgracia.

domingo, 24 de junio de 2012

MARIO VARGAS LLOSA

A Mario Vargas Llosa en la presentación del Premio Juan de Mariana 2012, por toda una vida dedicada a la defensa de la libertad.

 Por Carlos Alberto Montaner.

Queridos Mario y Patricia Vargas Llosa, queridos amigos de la Fundación Juan de Mariana:

Hace un par de años tuvieron la generosidad de otorgarme el premio que asigna esta institución de jóvenes defensores de la libertad, y en este 2012 me han encomendado la honrosa tarea de entregarle el mismo galardón a mi amigo Mario Vargas Llosa, el intelectual de más peso y prestigio en el ámbito de la cultura iberoamericana. Créanme que lo siento como un inmenso honor y como una oportunidad de expresar mi gratitud, como cubano, a este peruano universal.

Conocí personalmente a Mario Vargas Llosa en Lima, a fines de los años ochenta, aunque había leído con creciente admiración casi todos los libros que hasta entonces había publicado. Me lo presentó un amigo común, Alfredo Barnechea, talentoso ensayista. En ese primer encuentro yo quería, fundamentalmente, darle las gracias por su permanente defensa de los perseguidos cubanos. Ahora voy a aprovechar para hacerlo públicamente.

Mario–junto a Plinio Apuleyo Mendoza y otros amigos procedentes de la izquierda–, había comenzado a respaldar a los disidentes cubanos en 1971 tras la detención del poeta Heberto Padilla. Desde entonces, cada vez que se presentaba la triste necesidad de protestar contra la dictadura comunista cubana por algún atropello, por algún crimen, por alguna violación flagrante de los derechos humanos, ahí estaba Mario en primera fila alzando su voz, dando su firma y comprometiendo su prestigio, comportamiento que reiteró con especial generosidad mientras presidió el Pen Club Internacional.

Créanme que esa actitud no es frecuente ni fácil. Desde la creación de la URSS en 1917 existe un implacable aparato de difamación que intenta destruir la reputación de cualquier persona que denuncia los crímenes cometidos por los defensores del marxismo-leninismo, gentes supuestamente consagradas a la redención de los humildes.

Hace un año publicamos un volumen de ensayos, El otro paredón, dedicado a explicar cómo funciona lo que en inglés llaman character assassination, obra organizada por el historiador Juan Antonio Blanco.

Ahí se describe cómo los oponentes de la dictadura castrista son inmediatamente vilipendiados y desprestigiados para tratar de acallarlos o para silenciar sus denuncias sin siquiera examinarlas. Los “gusanos” no tienen derecho a nada. Los gusanos pueden y deben ser aplastados sin piedad.

Es muy fácil combatir a los tiranos y a los déspotas de la derecha. Se espera, y es razonable, que los intelectuales sean antifranquistas, antipinochetistas o antibatistianos, pero es mucho más peligroso oponerse a las tiranías de izquierda. Eso suele tener un alto costo.

Hay personas sin demasiado talento que han hecho carrera como antifascistas, pero no conozco a nadie que haya conseguido prevalecer como anticomunista, pese a que, objetivamente, las dictaduras comunistas han sido igualmente repugnantes y asesinas, sólo que han durado mucho más tiempo.

En la Francia de los años treinta fueron llevados a los tribunales y acusados por difamación, unos rusos blancos que denunciaron el Gulag creado por Stalin en la Unión Soviética. Hoy los venezolanos que denuncian los horrores del desgobierno chavistas son calificados como sirvientes de la burguesía y agentes del Imperio.

La dictadura cubana, sistemáticamente, por medio de su enorme aparato de propaganda, lleva décadas acusando a todas las personas que se le oponen, cubanas o no cubanas, de agentes de la CIA, terroristas, vendidos al gran capital o cipayos del imperialismo yanqui.

Entre esas personas, naturalmente, está Mario Vargas Llosa, quien ha sido un blanco frecuente de todo género de ataques. También, en su momento, lo fueron Octavio Paz, Jorge Edwards, Enrique Krauze, Marcos Aguinis y cualquier intelectual o artista relevante que se haya atrevido a denunciar los crímenes cometidos por la dinastía militar castrista.

Ese alto costo, a veces pasa a mayores y se convierte en agresiones físicas. Recuerdo la creación de la Fundación Hispano Cubana en Madrid en medio de actos violentos organizados por la embajada cubana con el auxilio de comunistas locales. Hicieron rodar por el suelo a una señora septuagenaria de la oposición y le lastimaron las piernas, mientras llovían huevos e insultos contra los asistentes, entre los que estaba, por supuesto, Mario Vargas Llosa.

Recuerdo el peligroso ataque a los liberales reunidos en Rosario, y muy concretamente al autobús en el que viajaban Mario y otros amigos y correligionarios. Trataron de volcar y de incendiar el autobús. Aquellos fanáticos estaban dispuestos a asesinar a sus adversarios ideológicos, pero no a tratar de debatir sus argumentos.

Lo que quiero decir es que la defensa de la libertad, cuando se trata de Cuba o de cualquier dictadura de izquierda, incluido el engendro chavista, no es un grato ejercicio intelectual de salón, sino una tarea que conlleva un alto precio que Mario y otras figuras honradas y decentes como él, siempre han estado dispuestas a pagar, aun al costo de sacrificar prestigio y honores.

Hoy la Fundación Juan de Mariana ha decidido premiar a este extraordinario escritor por toda una vida dedicada a la defensa de la libertad. Yo, como cubano, quiero dar testimonio agradecido de que Mario siempre nos ha acompañado en esta viejísima batalla en la que ya se han consumido tres generaciones de mis compatriotas. Quiero reiterar que su pluma siempre nos ha respaldado. Que su mano siempre ha estado extendida para nosotros. Que ha sido nuestro amigo en las horas más negras de la nación cubana.

Gracias, querido Mario. Gracias, querida Patricia, su permanente cómplice en esta lucha infinita. Sólo sueño en que algún día, en Cuba, podamos darte un homenaje como éste.

jueves, 21 de junio de 2012

FESTIVAL CLIC EN LA HABANA

La programación del primer día incluye el uso del servicio Twitter, un debate sobre una futura carta de derechos del internauta cubano, y un análisis de las publicaciones digitales en la Cuba de hoy
El festival Clic/ OLPL
                        junio 21, 2012
La Academia Blogger de Generación Y, el proyecto alternativo Estado de Sats y la entidad española EBE inician este jueves en La Habana el Festival CLIC.

twitpic yoanisanchez
x
twitpic yoanisanchez
​​​​Los responsables del evento apuntan en su página FESTIVAL CLIC PUNTO COM que las nuevas tecnologías digitales y las redes sociales son cada vez más importantes en Cuba, y que la meta de ellos es contribuir al uso y desarrollo de Internet en la sociedad cubana.

El Festival CLIC se celebrará del 21 al 23 de junio en Calle 1ra, número 4606, ciudad de La Habana.

La programación del primer día incluye el uso del servicio Twitter, un debate sobre una futura carta de derechos del internauta cubano, y un análisis de las publicaciones digitales en la Cuba de hoy.
twitpic yoanisanchez Logo de FestivalCLIC hecho por El Sexto
x
twitpic yoanisanchez Logo de FestivalCLIC hecho por El Sexto
​​

El gobierno cubano lanzó el miércoles duras críticas contra este tipo de iniciativa.

Ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, el régimen afirmó que el periodismo ciudadano, representado por blogueros, puede ser fuente de información falsa que tiene como objetivo facilitar agresiones foráneas contra Cuba. Dijo además que Cuba es víctima del uso de Internet con fines subversivos.

Entretanto, la página digital del gobierno, Cubadebate, acusó a los organizadores del Festival Clic de intentar construir redes previas a una agresión.

"Cocinan en La Habana un engendro subversivo, aparentemente no politizado, de promoción del uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones", publicó Cubadebate.

El Festival Clic está auspiciado por la Academia Blogger de Generación Y, el proyecto Estado de Sats y EBE, que organiza anualmente en España un evento considerado el más importante de la Web social en habla hispana.

lunes, 11 de junio de 2012

BENNY MORE Y ERNEST HEMINGWAY

fragmento de la novela Que bueno baila Usted
faisel iglesias
www.librosenred.com

De la bahía donde desemboca el Gran Río del Norte, llegaban aquellos barcos quejumbrosos, movidos por velas a todo viento y remos de galeotes y bagarinos. Con la marinería se esparramaban, por la Avenida del Puerto y las callejuelas de la ciudad vieja, los turistas, agentes de viajes y hombres de negocios, procurando el ambiente de bares con mujeres y guaracheros. Era una tradición que permanecía vigente en la época de los vapores. Un vínculo ancestral unía a ambos pueblos. Los tambores, claves y marugas cubanas no les eran ajenos a los hijos de la desembocadura del Mississippi, por lo que los músicos del delta buscaban el sabor del son y los isleños procuraban el swing del jazz.

−What is Cuban son, man? −había preguntado un turista tan pronto se bajó del barco.
Jazz con clave, mi socio −contestó un mulato trovador desde el bar de la esquina.
−Oh, yea!

Desde los primeros tiempos de España, sus músicos arribaban a la Isla con el deliberado propósito de cantar, bailar y agregarle al cimbaleo rítmico del jazz los repiques de los tambores del Verde Caimán del Caribe, para que se les montara el santo.

Después de dejar unos aredyés[1] en el tronco de la ceiba de la Plaza de Armas amarrados con tiras colora, unos negros con congas, quinto y tumbadora formaron una rumba frente al Palacio del Segundo Cabo. Desde la acera frente al portal del Palacio de los Capitanes Generales, salió un mulato tocando claves, vestido con una colorida guarachera y zapatos negros bordeados en blanco. Desde entonces la estridencia de los tambores se contuvo por unas notas producidas por los entrechocados corazones de ácana, que no seguían el orden natural, haciendo de vez en vez un silencio que se llenaba de emoción. Un turista recién llegado, impulsándose con el ritmo de los tambores, sacó de la funda una trompeta y comenzó a improvisar una lejana pero íntima melodía, cayendo siempre, como por sorpresa musical, dentro del patrón que, al parecer sin proponérselo, marcaban aquellas reducidas médulas de árbol, manipuladas por las leyes del arte. El negro del quinto cantaba en lengua lucumí. Una negra vestida de blanco, recién bajada del barco, se arrebató, dio un par de brincos, se echó a llorar y cayó desmayada. Rápido pretendieron llevarla a la Casa de Socorros a fin de que la examinara un médico de emergencias.

−¡Déjenla! −gritó, apartando a la gente, un negro vestido con zapatos, pantalón, camisa y gorro blancos, y muchos collares de piedras verdes y amarillas. Se le acercó, puso en la frente de ella sus manos de Orula, le hizo tres cruces con el índice en medio de la cabeza, le sopló los oídos y comenzó a hablarle en lenguas viejas.

La mujer, tendida en la acera con los ojos cerrados, respirando profundo, poco a poco volvió en sí.
− ¿Qué le pasó? −preguntaban los transeúntes.
− ¡Se le montó un muerto! −dijo alguien.
−La cogieron de caballo.
− ¡Se le subió el santo!

En el Templete estaba Bartolomé Maximiliano Moré cantando con su guitarra canciones trovadorescas, percibiendo a distancia las melodías que dejaba en el eco el negro trompetista del Misisipi. No se acercó; sabía que el trompetista seguiría colocando aquellas notas en las estrellas de la noche hasta el amanecer del nuevo día y que lo de la negra no era enfermedad.

− ¡De eso sé yo! −dijo riendo, y pasó de nuevo el sombrero−. ¡Cooperen con el artista cubano!

En una de las mesas del restaurante estaba el Gringo Grande de los hombros anchos, pecho firme, pies de elefante y ojos alegres e invictos, que andaba siempre por las calles de La Habana, con un pantaloncillo por las rodillas, roto por el fondillo, barba semanal y gorra de pescador, dándose en los bares de las esquinas unos largos tragos de daiquiri con ron doble, a los que llamaba “papas”. Se sentaba frente a los mostradores a pensar y escribir en servilletas unos párrafos luchadores y compulsivos, al margen de aquellas bullarangas de bares de puerto.
Era un personaje arrojado al torbellino de la acción, a la complicidad del amor y la fraternidad humana. Su inagotable poder creador lo abocaba, por temporadas, a las soledades. Había nacido para protagonista de los más grandes y dramáticos eventos: dos guerras mundiales, el conflicto chino-japonés, la Guerra Civil Española, la rebelión de los Mau Mau, tres accidentes de aviones detrás de los leopardos en el continente negro y cuatro matrimonios.

“Es el escritor más caro del mundo”, comentaba José Lezama Lima con ironía, mientras soltaba unas bocanadas de humo con su tabaco de siempre, sentado en el balancín de madera en su casa de la calle Trocadero.

Su madre lo quería músico (él adoraba a Pablo Casal); su padre lo soñaba médico, pero eligió ser escritor. Por ella era lírico; por él (que le regaló su primer rifle de caza, lucha y muerte), aventurero.

Era amigo de la chiquillada de La Habana, que andaba detrás de los turistas en busca de centavos; de los cantineros, las prostitutas y artistas ambulantes de aquella ciudad que caminaban con sus cartulinas y lápices de colores, haciendo dibujos a mano alzada unos, y otros con bongó, guitarras y maracas, cantando guarachas, sones y boleros para extenderles el sombrero a los forasteros: “¡Coopere con el artista cubano!”.

Le gustaba quedarse hasta tarde en los bares y cafetines, porque necesitaba luz en las noches. Tenía completa conciencia de que no se era un gran escritor impunemente, y de que el espionaje divino se pagaba caro.

Aquel día, sin embargo, el Gringo no tomaba, no leía ni escribía sobre la servilleta. Estaba malhumorado. Había veces que desaparecía y la prensa daba noticias de él en las nieves de Sun Valley, en las laderas de Castilla, en las verdes colinas de África o en los canales de Venecia, en aventuras que emulaban las de sus más fantásticos personajes. Se trataba de un ser vulnerable pero terco, seguro de que podía ser destruido pero jamás derrotado.

Se comentaba, por los estibadores del puerto y los pescadores de Cojímar[2], que se había caído a tiros con su mujer, una gringa que se bañaba encuera en el mar como si solo ella existiera en el mundo, porque le había cortado unas raíces de un árbol del patio que se le metían en la casa y lo amenazaba con envenenarle su ejército de perros y gatos y ahuyentarle las palomas del alero.

Lo acompañaba un niño de piel blanca, pelo blanco, camisa blanca y pantaloncillos y medias blancas por las rodillas.

Bartolo seguía cantando sus canciones al compás de su rayado de guitarra. Un chiquillo carniprieto, descalzo, descamisado, de vientre inflado y mechones de cabellos cayéndole sobre la frente, se paró delante del Gringo. Le dio la vuelta, sin dejar de mirarlo. Se detuvo ante el Gringuito; le sonrió y comenzó a hacer garabatos sobre un papel de estraza. Después, sin quitarle los ojos de encima, caminó de espaldas hasta chocar contra la pared. Frunció el ceño, pegó la mirada en el papel, volvió a observar como con reparos al Gringo y al Gringuito. Borró par de trazos, los corrigió, se les acercó de nuevo y, extendiéndole el dibujo, le dijo al Gringo Grande:

− ¡Coopere con el artista cubano!
− ¡Cuando un escritor está pensando no se le interrumpe! −gritó. Tomó el papel en las manos, lo miró−: ¡Mejor que ese los hace mi hijo de siete años! −dijo. Y lo tiró contra el piso.

El aire de mar, sin embargo, no lo dejó caer al suelo; y el dibujo, con sus alas de papel, salió volando por entre la muchedumbre que iba y venía por las estrechas y empedradas calles de la ciudad indiferente.

−Sí, pero su hijo tiene un padre millonario y puede ir a la escuela −le contestó retirándose, observando cómo su arte, impulsado por el aire, se abría paso por entre la multitud.
− ¡Oye! ¡Oye! ¡Ven acá!
− ¡Diga, señor!
− ¿Qué tú quieres? −le preguntó con voz gangosa y los ojos humedecidos el Gringo Grande.
−Comer.
− ¡Cantinero!
− ¡Diga, Hemingway!
−Que nunca le falte la comida. Yo la pagaré siempre −dijo, mientras unas lágrimas corrían por su barba blanca, hasta que su mano de hombre de hierro las dispersó.

Por entre las mesas, como convocada por el instante, venía una mulata con una copa de daiquiri en una bandeja a la altura del hombro izquierdo y, en la diestra, un vaso de ron. Le dio el vaso a Bartolo, dejándole una mirada por sobre el hombro, que lo calibraba de arriba abajo y siguió con su andar nalgueador hasta la mesa de Hemingway. Camarera, camarera/Tú eres la camarera de mi amor.
− ¡Toma tu Papa! −le dijo la mulata, con cierto tono mimoso, a Hemingway, que mal simulaba indiferencia.

Hemingway la miró por sobre el hombro y, sin mover la cabeza, corrió la vista por donde el trovador, que los observaba. El vientre de la camarera estaba ligeramente inflamado. Los dos hombres miraron de nuevo a la mujer y después se clavaron los ojos. Ninguno pronunció palabra. Hemingway se levantó, le dio una patada a una lata que llegó al mar y se hundió haciendo burbujitas que apenas podían aflorar en las contaminadas aguas de la Bahía, y salió a la acera para seguir su rumbo.

− ¡Heming! ¡Heming! −lo llamó con insistencia la camarera.

Hemingway se volvió. La miró con las mandíbulas pegadas al pecho y el ceño fruncido, gesto que acentuaba su carácter terco y su semblante duro: le puso la mano en el vientre y dijo:

−Se puede ser infiel, pero no desleal −y siguió rumbo al Hotel Ambos Mundos a escribir de pie, mirando por la ventana abierta la Bahía de La Habana: Camarera, camarera/Tú eres la camarera de mi amor.
Bartolo siguió cantando y tomando ron.

Meses después, el Sargento Taquígrafo desde la Primera Magistratura, invitó al Nobel a un homenaje en el Palacio. Sin embargo, a Hemingway lo vieron acompañando a la camarera a depositar los restos del natimuerto en el campo santo. Desde entonces, no se sabe si el nombre de Papa que le gustaba que le dijera la camarera, se debía al trago de daiquiri con ron doble que prefería o a una frustrada paternidad.

[1] Arayé: Revolución, guerra, Alboroto, envidia, mala fé.
[2] Pueblo de pescadores del norte de La Habana, cuyos pobladores inspiraron la novela El viejo y el mar de Ernest Emingway.

ENTREVISTA A UN ESCRITOR CUBANO

Qué bueno baila usted: La música cubana a través de Benny Moré.

Faisel Iglesias, autor de la novela Qué bueno baila usted: La música cubana a través de Benny Moré.
Nacido en 1953 en Pilotos, Pinar del Río. Graduado de Derecho en la Universidad de La Habana. En 1991 la editorial Letras Cubanas publicó parcialmente su novela EL Olor de la Tierra, que fue prohibida por el Gobierno de la isla el mismo día de su lanzamiento. Obra que fue presentada en 1996 en la Feria Internacional del Libro de Miami.

Con motivo de la reciente publicación de su novela Qué bueno baila usted: La música cubana a través de Benny Moré, Faisel Iglesias es el invitado de la semana en MartiNoticias.


MN. ¿Cómo se le ocurrió novelar la vida de Bartolomé Maximiliano Moré?
FI. La música es la primera entre las artes. Nos trasmite esas emociones que identifican nuestra cultura, nuestro ser. Cuba es su música. La síntesis y expresión humana más alta de ese milagro es Benny Moré. Benny es un personaje con el que siempre andamos a cuesta de manera consciente o inconsciente Es otro yo.



MN. La vida misma del Benny Moré es una novela. Esto que pudiera facilitar las cosas en realidad las complica porque pudo haber equivocado el camino y terminar escribiendo una biografía sobre el Bárbaro del Ritmo. ¿Cómo eludió ese peligro que, por otro lado, sería una tentación?
FI. El Benny es un Benny diferente para cada cubano. Incluso, nunca se repetía. Mutaba en cada canción. Para él un instante podía ser la eternidad y era capaz de expresar en una canción, en un gesto, en un grito, siglos incontables de dolor, desarraigo, esclavitud, amor, esperanza ... Sólo la novela posibilita esa polifonía, esos rompimientos de tiempos... Una gran fabulación para decir una poquita de verdad.

MN. Su novela sobre el Benny es además una novela sobre la música cubana ¿Qué fuentes vivas o bibliográficas consultó, sobre todo teniendo en cuenta que usted vive exiliado en Puerto Rico y que obviamente la circunstancia del exilio conforme le abre el acceso a unas fuentes le niega el acceso a otras?
FI. La música cubana es un fenómeno único. Ningún país del mundo tiene más ritmos. Es un fenómeno complejo y simultáneo que ignoran los que la copian y hasta los que la roban, porque de eso también se trata. Ahora cuando escuchas un son, un bolero, una rumba, dicen que se trata de música caribeña, tropical. El trópico lo encontramos en Asia, África, en el Perú, Chile, en Australia... Cuando hablan de los instrumentos musicales cubanos se refieren a ellos como instrumentos afrocubanos.
Hay un deliberado propósito de descubanizar la música cubana. Y eso no afecta sólo a nuestro patrimonio, sino que daña a esos pueblos a los que les dicen engañosamente que esa es su música, porque les rompen su identidad. La clave es un instrumento cubano. Nació precisamente para oponerse a la estridencia de los tambores africanos. Los timbales, los bongoes son instrumentos musicales cubanos que surgían a los fines de expresar una realidad musical que sólo se daba en Cuba. De modo que las fuentes de esa novela las encuentro en la historia, en la dignidad y el amor a mi cultura....

MN. La descripción y definición que logra en su novela del instrumento musical denominado la clave me resultó extraordinario. Cuente brevemente a nuestros lectores lo que aporta la clave a la música cubana y cómo lo obtiene siendo un instrumento, digamos, tan primario y simple.
FI. En Cuba se fundieron, en ese gran proceso de transculturación el negro y el blanco, como en los demás países del Caribe. Pero en Cuba se da un fenómeno único. A partir del siglo XVI la industria azucarera se desarrolla de manera tal que, en poco tiempo la isla pasó a ser el primer país productor y exportador de azúcar, cuando el azúcar tenía la importancia en el mercado mundial que tiene hoy el petróleo. En consecuencia en el Puerto de La Habana se crea el astillero capaz de hacer los barcos más grandes y modernos de transportación de azúcar a los cuatro puntos cardinales.
Los recursos y trabajadores para atender las necesidades de abastecer de barcos militares a las armadas que peleaban en las guerras de independencia de Norte y Sur América. Ingenieros, ebanistas, carpinteros europeos, fundamentalmente del sur de España, comenzaron a trabajar junto a los negros en el puerto.
En los momentos de esparcimiento, cuando los negros tocaban sus tambores, a los blancos les resultaban estridentes sus sonidos. Y comenzaron, tras aguantarles un tiempo. Primero, seguramente con las palmadas, pero con el tiempo, empezaron a utilizar las clavijas, esos tornillos de maderas, para trincar los barcos. De ahí, después de un artesanal tallado, surge la clave de la música cubana.
A mí modo de ver, es el instrumento que parió la música cubana. Todas las autoridades que he oído hablar del fenómeno de la música cubana lo justifican con el encuentro del negro y el blanco. Sin embargo, en todos los países del Caribe, en América del Sur, en todos los lugares donde se ha dado ese mestizaje se produce una música poderosa, pero la música cubana es única.
La clave hace melódico al ritmo, deja un espacio de silencio que abraza a la melodía, permite la improvisación del artista y del espectador, por tanto cambió también el concepto del espectáculo, porque a partir de la clave, el espectador también crea. A partir de la clave, el pueblo dejó de bailar esos bailes de salón, de pasos aprendidos, del tiempo de la colonia y las rumbas y comienza a bailar suave, suavecito, apretando a la compañera, en virtud del paso que le marca la clave.
Para novelar la clave era necesario hacerla un personaje. Por tanto tenía que humanizarla. Y la única manera de humanizar un objeto es utilizando la poética...
Otro aspecto fundamental de la música cubana es la utilización de los tambores con fines religiosos. Es por ello que, una vez que la clave comienza a bordear el ritmo y abrazar la melodía en sus momentos de silencio, la percusión puede ser adorno, tono dramático, imaginar locaciones, llevar y traer espíritus... Claro, pero mi novela no tiene una aspiración científica.... mi propósito es literario.... y para ello, para decir esas poquitas verdades que no tengo medios científicos de probar, utilizo la poesía. La poesía me da la facultad de inventar verdades...

MN. ¿Era Bartolomé Maximiliano Moré un iniciado en la Regla de Palo Monte?
FI. Bartolomé Maximiliano Moré se crió entre babalawos, en medio de esa tradición religiosa. Una parte de su personalidad es forjada por ese mundo. El respetaba, como todo hombre sensible y agradecido, esa cultura, esas religiones. Ellos les enseñaron los secretos del canto, el baile y los toques de tambores que fueron fundamentales en su proyección artística. Pero como decía Celeste Mendoza, su gran amiga: "El Benny no creía ni en su sombra".

MN. ¿Qué hay de cierto en el rumor de que el Benny Moré portaba en el interior de su proverbial bastón una prenda, kiyumba, resguardo o amuleto de Palo Monte?
FI. No me consta. Puede haber sido cierto o no. Como te expresaba, esa es la cultura que lo formó y que él respetaba. Pero yo no me asumo al Benny con ojos de historiador... Yo por ejemplo, quité su sombrero y su bastón del Alí Bar, que es donde verdaderamente están y los puse en un teatro adonde la gente iba y pagaba por verlo.... Me interesa la verdad literaria, esa que se inventa.

MN. ¿Cómo definiría a Bartolomé Maximiliano Moré dentro de la música cubana y caribeña en general?
FI. Es la expresión más alta de cubanía de ese fenómeno único que es la música cubana.

domingo, 10 de junio de 2012

CONTRA EL GENOCIDIO

El fundamento de la Corte Penal Internacional y la Convención contra el genocidio tuvo como autor intelectual al abogado polacoamericano Raphael Lemkin, Caballero de la Gran Cruz de la Orden Carlos Manuel de Céspedes.
Entrevista a Moreno Ocampo en la ONU
Carmen María Rodríguez / Radio Martí
El Fiscal de la Corte Penal Internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo, cesa en su mandato el 16 de junio. Ese tribunal, con sede en La Haya, Holanda, se encarga de juzgar a los acusados de cometer genocidio.

Desde el 2003 ha venido Moreno Ocampo sirviendo en calidad de fiscal y bajo su mandato se realizaron investigaciones en una docena de países y llevaron ante la justicia a muchos de los que han sido gestores y responsables de genocidio como el ex presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, el ex gobernante libio Muammar al-Gadaffi o ha presentado cargos contra jefes de estado involucrados en crímenes como Omar al-Bahir de Sudán. Es un trabajo en contra del abuso de dictadores y una perenne lucha para poner fin a la impunidad. Las investigaciones, los encausamientos, los juicios han sido Son medidas y labores sin precedentes.
Entrevista en la sede de la ONU a Moreno Ocampo
x
Entrevista en la sede de la ONU a Moreno Ocampo
​​En cierta ocasión le escuché mencionar el nombre de Raphael Lemkin durante un período de sesiones de la Asamblea General. Lemkin era un judío polaco, abogado, cuya familia entera pereció durante el Holocausto. Representó en la década de los años treinta a Polonia en congresos internacionales sobre derecho internacional, en especial la penalización de los crímenes contra la humanidad. Luchó en Varsovia cuando el país fue invadido por los nazis. Fue profesor de leyes en Suecia y Estados Unidos, a donde llego en 1941. Sirvió como asesor en el Departamento de Defensa, la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal de Núremberg.

En New York vis á vis en la comunidad internacional de la ONU, cuando contaba aproximadamente con 50 naciones, Lemkin en solitario, presionaba para que la ONU adoptara una resolución que estableciera la Convención contra el genocidio. Y lo hacía incansablemente. Propuso la Convención contra el Genocidio para que quedara patente, que el derecho a la vida es el derecho fundamental de todo ser humano.

Me llena de profundo orgullo poder afirmar que el estado cubano donde nací, fue quien propuso en la ONU la convención de Lemkin contra el genocidio, que lleva el titulo de Convención para la prevención y la sanción del delito de Genocidio. La resolución fue aprobada en París el 9 de diciembre de 1948, en el Palais Chaillot de Paris. Ocurrió un día antes de la proclamación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la que Cuba también participo en la propuesta en enero de 1946. Lo hizo Cuba en dos ocasiones importantes. Por su labor, Lemkin fue merecedor en abril de 1949 de la Gran Cruz de la Orden Carlos Manuel de Céspedes, por parte del gobierno del presidente Carlos Prío.

Lemkin que luchó contra la pobreza y soledad aquí en Nueva York, para presionar por una convención contra el genocidio, acuñó la propia palabra genocidio. Antes no se podía defender lo que no ha sido definido, por lo es inmensa la contribución de Lemkin en la definición de este tipo de delito. Le agradecí a Moreno Ocampo el que reconociera los méritos de Raphael Lemkin, cuyo trabajo es la base para el actual tribunal internacional.

El Centro para la Historia Hebrea, situado en el 15 West y la Calle 16, en New York, exhibió en abril del 2010 una exposición titulada Cartas de Conciencia, varios documentos y fotos de la vida de Lemkin, mostrando el impacto de un hombre solitario en la formulación de la base del derecho internacional humanitario.

José Martí enseñaba que Honrar, honra. Eres honrado cuando honras a alguien. Puede ser la memoria de Raphael Lemkin una bendición, y podrá su trabajo seguir resonando en estos salones de la ONU y en todas partes donde la vida humana esta en peligro bajo la férrea mano de los dictadores. En la historia reciente pensamos en Siria y viene a la mente la Camboya durante Pol Polt, entre otros.

EDUARDO FAISEL, FISICULTURISTA

viernes, 8 de junio de 2012

LA PUERTORRIQUENIDAD EN INGLES

Por Mario Ramos

Hace unas semanas se difundió la noticia de que el idioma inglés pudiera ser eventualmente el idioma de comunicación del equipo olímpico de Puerto Rico. Los jugadores tendrían que hablar en inglés, tanto en las prácticas como durante el juego. La razón obedece a que la mayoría de ellos, aunque puertorriqueños, no dominan el idioma español. Su primer idioma, su vernáculo, es el inglés.


Se trata de una noticia que pasó casi desapercibida en los medios, contrario a la que esa misma Prensa difundiera, de manera sensacionalista, sobre la decisión tomada por el equipo de la NBA donde juega José Juan Barea, los Timberwolves de Minnesota, cuyo dirigente pidió que solo se hablara en inglés en la cancha para que, de esa manera, hubiera uniformidad en la comunicación entre los jugadores, y entre los jugadores y el dirigente. En el caso del equipo olímpico de Puerto Rico ya soplan vientos de que pasará igual.

La cercana probabilidad de que en un futuro bien cercano los jugadores puertorriqueños hablen inglés entre ellos y de ellos para con el dirigente, y de este hacia ellos, demuestra como en Puerto Rico, al igual que en la parada puertorriqueña en Nueva York, se está dando el fenómeno de que la puertorriqueñidad se pueda afirmar en inglés, además de en español. En el equipo olímpico todos los jugadores se sienten puertorriqueños, incluso los que no hablan el español y nacieron en alguno de los estados, pero sus padres nacieron en Puerto Rico. Son ellos los que suelen llamarse puertorriqueños de segunda o tercera generación. Esto se da fuera de nuestro entorno geográfico, por supuesto, y el idioma desaparece en las generaciones subsiguientes, mas no su cultura. Lo que demuestra que no siempre el idioma y la cultura van de la mano. (Véase a Ed Morales, Living in Spanglish: The Search for Latino Identity in America).

Por lo general, según se ha venido discutiendo en algunos sectores de la academia americana, la cultura de un pueblo es un componente antropológico de mayor fuerza que el idioma. Este último recibe continuamente vocablos nuevos de otros idiomas, como del mundo de la informática y de la ciencia; pues como dijo Rafael Martínez Nadal en su debate del idioma con José De Diego en los primeros años del siglo pasado: “un idioma se enriquece a expensas de otros idiomas”. Y aunque la cultura también recibe elementos foráneos y se enriquece de los mismos, es ella la tarjeta de identidad de un pueblo y, como en el caso nuestro, puede ser afirmada en un idioma distinto del que se habla en el entorno geográfico donde nació y se desarrolló. Lo que esto significa es que dicha cultura, allende los mares, se transmite como un elemento hereditario, porque la misma está compuesta por un conjunto de símbolos y de costumbres que luego se convierten en lo que en tiempos de Roma se llamaba la traditio; la tradición. O sea, lo que se transmite, y esa transmisión puede darse dentro de una multiplicidad lingüística.

Históricamente, en Puerto Rico el deporte ha sido una enseña de identidad para el puertorriqueño, al igual que la música. Esto a nivel nacional cultural como a nivel regional o de municipio. Basta saber dónde se originó la plena o ver el regionalismo desbordante en los campeonatos de béisbol aficionado, para probar la certeza de nuestra tesis. “El deporte se convirtió en un medio donde los no blancos retaron la blancura, el darwinismo social y la hegemonía cultural al establecer su propia destreza física al reclamar una medida de estima y crear un mayor sentido de identidad nacional”. (Véase a Gerald R. Gems, The Athletic Crusade; Sports and American Cultural Imperialism).

Esa identidad nacional, como lo hemos planteado en artículos anteriores, es cultural, por supuesto. De hecho, esto se dio también en Estados Unidos, en los deportes profesionales como el béisbol, el baloncesto de la NBA y el fútbol americano. En el caso del béisbol hemos podido ver a los latinos en plano de igualdad con los afroamericanos y los anglos. Es un fenómeno en que el atleta, al sentirse en un plano de igualdad, demuestra su identidad y la misma es, a veces, imitada por algunos sectores o actores del deporte mismo. Un vivo ejemplo lo fue el caso emblemático de Sammy Sosa, que era el jugador favorito del hijo de Mark McGwire.

Con la aparición de nuevas formas de informar se desarrollan nuevas maneras de afirmar. La afirmación de la identidad nuestra como pueblo ya puede hacerse, tanto en español como en inglés. Igualmente a como se hace en la soledad del silencio de nuestra ansiosa espera centenaria.