Jorge Hernández Fonseca
31 de Julio de 2010
El panorama político interno cubano comienza a definirse, lo que no quiere decir simplificarse, porque más bien se complica por días. La señal que emitió el dictador mayor, haciendo coincidir su primera aparición pública --después de cuatro largos años-- con la salida del primer grupo de presos políticos que viajó a España, no llegó a los observadores del panorama cubano en clave muy entendible. Hubo criterios encontrados en el código de la repentina aparición: unos para decir que ésta era crítica a Raúl, otros afirmaron que la aparición era de apoyo a su hermano.
Los campos comienzan ya a deslindarse en torno a los dictadores cubanos. Por parte del dictador mayor, la organización de sus propios actos celebrando el 26 de Julio, primero en Artemisa y después en la Plaza de la Revolución, en la Habana, casi en paralelo con la celebración pifia de Raúl (y Machado Ventura), no deja lugar a dudas de la brecha que separa a ambos hermanos y del significado real de las “apariciones”. Fidel Castro, como ha hecho siempre desde que tiene uso de razón, conspira “contra el gobierno”, que ahora se llama Raúl.
La actitud del hermano menor había sido, hasta ahora, de total docilidad pública, ya que había desaparecido del panorama cubano, llegando incluso a no discursar en el acto central por el 26 de Julio como se esperaba. Esta fue la única comparecencia pública de Raúl desde que Fidel comenzó a dejarse ver y a reunir a su alrededor grupos diversos bien escogidos. Fidel ha mantenido un silencio ensordecedor --por significativo-- respecto a los temas nacionales, tan candentes y decisivos como lo es la derrota de su ideología socialista, ya en marcha.
Hasta el momento no había habido “cruces de espada”, y las estocada –todas-- fueron lanzadas por el hermano mayor con sus apariciones en fechas marcantes y su celebración paralela del día de la “rebeldía nacional”. Las cosas comienzan a cambiar. Las huestes de Raúl acaban de acertar el primer tiro de larga distancia que ha impactado directamente en el cuerpo agonizante de los residuos del fidelismo: la andanada escrita de la Iglesia Católica contra el castrismo.
Parece lógico suponer que el artículo aparecido en la revista católica “Palabra Nueva” bajo el cuidado nada menos que del Cardenal Ortega --el mismo que Raúl eligiera como interlocutor válido en la sociedad civil cubana-- está relacionado con la guerra sorda que libran Fidel Y Raúl. El hermano mayor se siente responsable del desastre socialista reinante en la isla, que Raúl ha criticado desde que llegó al gobierno sin mencionarlo directamente. Claro que el dictador mayor se ha sentido aludido y no quiere que las prometidas “reformas” de Raúl, finalmente conviertan su “revolución” en un sonado fracaso, estando aún con vida.
El artículo que a Iglesia hizo publicar el jueves 29 de Julio es la primera crítica pública fuera del partido que se permite en el país, por lo que pudiera deducirse que ha sido autorizada por las huestes de Raúl. Es un artículo contundente que cuestiona incluso el haberse abrazado el socialismo, porque –dice-- “el dilema no es socialismo o capitalismo, es lo que funcione”.
Adicionalmente, toda la increíble parafernalia hecatómbica-nuclear que enarbola el dictador mayor durante sus apariciones públicas, además de reflejar la “fijación” del momento y el entretenimiento preferido del anciano convaleciente, no deja de ser una cortina de humo para ocultar sus verdaderas opiniones sobre el acontecer político-económico cubano y ha decidido no hablar de ello, simplemente porque son contrarias a las líneas de su hermano Raúl.
Claro que estos indicios pudieran ser parte de una trama entre hermanos para que “la prensa extranjera” haga conjeturas, que posteriormente serían desmentidas por el régimen cubano, anotándose, según su cerrada óptica, otra “victoria” mediática. En realidad, el periodismo de análisis tiene derecho a hacer sus conjeturas, sean estas favorables o no a la dictadura.
A favor de la teoría de la diferencia entre hermanos existen un argumento importante: Es casi universalmente reconocido entre los observadores del panorama político cubano, que existen en la isla dos bandos dentro del gobierno y el partido, que defienden caminos diferentes para resolver la grave crisis cubana. Por un lado, los que propugnan cambios no estructurales dentro de la “revolución” y los que defienden cambios estructurales, por otro. Los primeros no aceptan “métodos capitalistas” porque –argumentan-- eso implicaría la derrota de la ideología a medio plazo. Los segundos defienden el “modelo chino”, es decir, capitalismo en la economía.
Si aceptamos que esto es así, ¿por qué no deducir que ambos bandos están liderados por los máximos representantes del gobierno comunista, Fidel y Raúl, que se sabe defienden precisamente posiciones similares a las reconocidamente en pugna dentro del gobierno?
Esta guerra entre hermanos no tiene como ser ganada por Fidel, por dos razones: Primero, encabeza --entre los ‘malos’-- el bando peor, el más radical y el que ha llevado la isla a un empobrecimiento que no tiene paralelos en la historia universal. Segundo, Raúl cuenta con la mayoría de las fuerzas armadas cubanas y la policía política, dejando al anciano dictador solamente con seguidores despistados y desarmados. El pueblo por su parte no quiere ni a uno ni al otro, porque está cansado de experimentos y lo que quiere es libertad y democracia.
Todo lo que ha hecho Fidel a espaldas de Raúl es claramente una traición a quien encabeza el gobierno en nombre del partido. Parte de lo hecho Raúl durante su gobierno, es claramente una traición contra el hombre que arquitectó la fracasada sociedad cubana y se orgulla de ello.
La traición entre revolucionarios del mismo origen --como son Fidel y Raúl-- se paga con la vida. Ya ambos se pusieron de acuerdo antes para fusilar a innumerables comandantes y generales por cosas menos importantes que querer cambiar el régimen, o conspirar uno contra otro.
¿Habrá fusilados? Si acaso los hay, serán subordinados los que caerán de un bando u otro, acusados lógicamente de “agentes de la CIA”. Entre hermanos siempre habrá una salida honrosa, un “infarto” o un “traidor” que se prestó a asesinar al jefe. ¿Cuál de los dos saldrá vivo de esta encerrona a la que Fidel obliga a Raúl? Es muy difícil de pronosticar con la información disponible. Sépase sin embargo que las fuerzas actuantes desde el exterior, Estados Unidos y España, además del Vaticano, privilegian a Raúl sobre su hermano, lo que pudiera inclinar la balanza en su favor llegado el momento, más cercano quizá de lo que imaginamos.
Es posible que haya negociaciones en andamiento entre los equipos de los hermanos en pugna, lo que pudiera postergar el desenlace de la tragedia cubana y los bandos llegar a un compromiso aceptable para ambos. Pero la situación se ha tornado insostenible en las condiciones actuales. Después del artículo publicado por la Iglesia contra el castrismo cualquier cosa puede suceder, incluso contra la propia Iglesia, que ahora sí ha tomado partido claro y definido contra el socialismo castrista y en pro del sufrido e inerme pueblo cubano.
Casi de inmediato habrá sesiones públicas de la Asamblea del Poder Popular a la que el dictador mayor ha prometido asistir. Ahí podremos aquilatar el comportamiento de los hermanos, así como los puntos tratados en presencia de ambos. Será un momento sin par para tratar de inferir la real relación política entre ambos bandos en pugna por el poder en Cuba.
domingo, 1 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario