lunes, 5 de julio de 2010

LA LIBERTAD Y EL ENEMIGO INVISIBLE

Por Fernando Batle

El verdadero enemigo de la libertad lo llevamos todos por dentro y es producto de nuestra formación cultural.
Esta puede resultar una conclusión desagradable que muchos pueden rechazar, evitando de esa manera confrontar la realidad que vivimos.
Debo comenzar por señalar que no creo que verdaderamente comprendamos bien ni lo que es la libertad ni lo que es la democracia.
La libertad es simplemente el libre ejercicio de nuestros derechos y responsabilidades, pero nuestra interpretación cultural es que los derechos son para el individuo y las responsabilidades son para el estado.
En las verdaderas democracias las mayorías defienden los derechos de las minorías ya que al hacerlo están defendiendo sus propios derechos individuales.
En nuestra cultura la democracia se utiliza para legitimar las tiranías de las mayorías para oprimir y perseguir a las minorías. Es de esta forma que permitimos que surja el populismo y se destruya la oportunidad de una verdadera democracia. Esta condición es precisamente la que le hace cuestionar a muchos que exista una salida democrática y a los menos les hace pensar que nuestras creencias culturales no son aptas para que la verdadera democracia funcione adecuadamente en nuestros países.
La antropología cultural plantea que las diferencias entre culturas deben ser vistas desde una perspectiva neutral que presupone una posición de relativismo cultural. Este criterio lo expresó Claude Lévy-Strauss indicando que “el relativismo cultural afirma que no existe ningún criterio absoluto para juzgar las actividades de una cultura como “inferior” o “superior” a otras.
Sin embargo, toda cultura puede y debe aplicarle esos juicios a sus propias actividades ya que sus miembros son tanto protagonistas como espectadores.” Eso es algo que no hemos aprendido a hacer y como resultado obtenemos una conducta con valores, creencias y actitudes tercermundistas pero con las pretensiones y aspiraciones del primer mundo y nos frustramos al no obtener los resultados deseados sin modificar nuestros valores, creencias y actitudes originarias.
La tesis orteguiana “yo soy yo y mi circunstancia” nos plantea que la circunstancia es lo que se halla alrededor de algo, o sea, el mundo vital en que se halla inmerso el yo y donde el yo se enfrenta al entorno que nos forma y que consiste de la crianza, la educación, la cultura, la religión, la historia y la lengua.
Una vez nos confrontamos a nuestra circunstancia solo nos queda optar por aceptar lo que las circunstancias nos han hecho o convertirnos en hombres libres al asumir la responsabilidad de ser lo que se es y reconocerse libre de no ser lo que quisieron hacer de él (Sartre).
Lamentablemente, a los latinoamericanos nos han enseñado a aceptar lo que nos han hecho y a resignarnos, con la conformidad de un rebaño creyente, que así somos y así nos va (Carlos Mira), aunque anhelamos que los resultados fueran diferentes, pero seguimos haciendo lo mismo día tras día, siguiendo como modelo la locura que definió Einstein.
Para cambiar este cuadro, solo podemos emular a dos grandes pensadores “progresistas” cuyas ideas para obtener los cambios culturales deseados son transparentes a la dialéctica tradicional de derecha-izquierda o la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo. Me refiero a Paolo Freire y Antonio Gramsci.
Ambos pusieron todo el peso y la responsabilidad del cambio cultural en la educación. En el caso de Paolo Freire, este formuló la Pedagogía del Oprimido como una respuesta a lo que él llamó “Educación Bancaria” y fundamenta su pedagogía en el proceso de “concienciación”. La “Educación Bancaria” se caracteriza por:
a. Una educación eminentemente vertical, donde el educando es un receptáculo de conocimientos, el educador es el que habla, sabe y escoge los contenidos a tratar. Son las clases de tipo magistral.
b. El educador impone las reglas del juego y su concepción al educando, estableciendo una relación como opresor – oprimido en la realidad social.
c. La función del educando, es adaptarse al orden establecido que se produce a través de un proceso que elimina la creatividad, la conciencia crítica, impidiéndole el diálogo (dificultar en todo el pensar auténtico).
d. Invasión cultural.
El punto de partida en el cual se inicia la liberación del oprimido, viene dada en primer lugar en su alfabetización. En la cual comienza un camino de conocimiento crítico de la realidad y a asumir posturas frente a ella.
Freire convida a los analfabetos a salir de su apatía y del conformismo de su "estilo de vida" en el que siempre han estado inmersos, propiciándoles un desafío en comprender que ellos también son hacedores de cultura.
Cuando un hombre o mujer se percibe como hacedor de cultura, está venciendo, o dando el primer paso para sentirse importante, y surge la necesidad de apropiarse de la lectura y la escritura.
Los participantes del "círculo de cultura", entran en diálogo sobre un objeto o ser conocido o sobre la representación de la realidad a ser decodificada, responden a los cuestionamientos provocados por el coordinador del grupo, profundizando en sus lecturas del mundo.
A. Ventajas del Método de Freire
• Despertar el espíritu crítico, es decir, no quería solamente enseñar a leer y a escribir, sino liberar al hombre del silencio en el que se encontraba, es por esto que él decía, que la democracia sólo podía llegar a través del desarrollo de ese espíritu crítico y de una actitud de lucha.
• Su método es lo opuesto a lo que él denominó "Educación Bancaria", ya que ésta desconoce el sentido histórico del hombre, la cual se da como un "acto de depositar", es decir, los alumnos hacen las veces de recipientes pasivos que, deben ser llenados y los educadores son depositarios del conocimiento, lo cual, imposibilita toda acción reflexiva y crítica de la realidad existente.
• Se genera la educación que el denomina "liberadora" o "problematizadora", la cual ya no es un acto de sólo depositar, sino que va a generar la superación de la contradicción educador – educando, por cuanto se comienza a dar el acto de la comunicación, con el diálogo que sirve de vehículo en el proceso del aprendizaje.
• El diálogo es el que permite la existencia auténtica de la educación, por cuanto éste es indispensable parta el desarrollo del hombre, ya que permite despertar y desarrollar la conciencia crítica de los educandos, para que sean éstos los que desarrollen el sentido de análisis, el poder de capacitación y la compresión de la realidad.
• Se crea el método de alfabetización que permitirá dejar atrás la manipulación del educando y la domesticación del mismo, por cuanto se trata de algo más que de enseñar a leer y a escribir, es ante todo, concienciar, enseñar a reflexionar y expresar sus vivencias y su situación con el medio, es decir, despertar al analfabeto para que tenga un sentido crítico y reflexivo de su realidad.
A. Desventajas:
¿Si el opresor domina la pedagogía de la liberación, cómo puede el oprimido desarrollar su pedagogía? ¿Cómo se supera el círculo vicioso del contenido de la programación mental originaria de nuestra formación cultural que se perpetua de generación en generación?
Algunos piensan que este círculo vicioso se puede romper con la educación, pero mientras no modifiquemos la crianza de nuestros hijos y la educación permanezca en manos del estado o la iglesia y si el concepto de la educación y la crianza no contienen un fuerte componente de ética, pensamiento crítico y un énfasis sobre unas virtudes cívicas que no son parte de nuestra cultura, el círculo vicioso continuará intacto y se seguirá replicando. Simultáneamente, los "fabricantes de miseria" que pululan por Latinoamérica, además del daño directo que infligen, tienen el efecto de todo un establo de caballos de Troya que destruyen cualquier logro en la educación y perpetuán el esquema disfuncional latinoamericano. Esto en gran medida es la hegemonía ideológica (más bien cultural) a la que se refería Antonio Gramsci, aunque con otra finalidad, cuando decía “La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados "orgánicos" infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios.”
No hay duda que tenemos ante nos un reto de proporciones titánicas con una duración de lucha indeterminable pero si no comenzamos por primero entendernos a nosotros mismos, todo esfuerzo será inútil y resultará en una causa perdida.
En la antigua Grecia, mataban al mensajero portador de malas noticias como si con eso desaparecieran las malas nuevas. El riesgo de convertirse en “el mensajero de Sófocles” persiste, pero peor aún es el riesgo de verse involucrado en lo que se perfila como un fracaso de grandes proporciones. El primero es un riesgo cuyas consecuencias son aceptables; el segundo no lo es, sobre todo mientras se esté imposibilitado de hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Es fácil anticipar lo que se avecina para la América Latina por las manifestaciones que se están produciendo.
Me niego a que el silencio me haga cómplice de que a nuestra América le pase lo que a Santiago Nasar, donde todo el pueblo sabía que lo iban a matar pero nadie se ocupó de decírselo hasta que fue demasiado tarde.
Una luz de esperanza es lo que está sucediendo en Chile. La otra proviene de Guatemala con la fundación de la Universidad Francisco Marroquín. Aprendamos primero a copiar lo que ha tenido éxito en nuestra América. Sigamos luego tratando de entender las causas de porque somos como somos desde nuestra perspectiva interna y comparándonos con otras culturas avanzadas, no para copiarnos las apariencias sino para entender mejor nuestras actuaciones y nuestras actitudes, tanto las buenas como las malas.
Finalmente, venimos obligados a mirar y compararnos con las culturas rezagadas (definidas por sus altos niveles de pobreza) para buscar los elementos comunes que compartimos con esas culturas y que pueden ser causas universales de la pobreza o de la ausencia de desarrollo económico, que en fin de cuentas viene a ser lo mismo. En este particular, me refiero en primer lugar a las culturas de lenguas romances influenciadas por el catolicismo como vehículo conductor de la herencia cultural y autoritaria del Imperio Romano.
En segundo lugar me refiero a la cultura afro-americana y su penoso subdesarrollo a partir de la emancipación de la esclavitud y su lucha por superar los efectos psicológicos de la opresión esclavista y el discrimen.
Finalmente y en tercer lugar a las culturas islámicas, donde la opresión y la sumisión han atrofiado toda posibilidad de desarrollo y prosperidad, excepto la producida por el petróleo para beneficio exclusivo de los opresores tanto internos que explotan esta circunstancia como los externos de quienes dependen para su explotación.
Con esta mentalidad y sus valores, creencias y actitudes internalizadas en nuestra cultura, la libertad no necesita enemigos para que fracasemos en nuestro desarrollo económico, social y cultural.

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