RECIBE, OSWALDO PAYÁ SARDIÑAS, ESTA TEXTURA SUYA, MÍA Y DE TODOS DESDE SU ROMA CRISTIANA,
PON TU SOMBRA EN LOS RELOJES SOLARES,
Y SUELTA LOS VIENTOS POR LAS LLANURAS.
-RAINER MARÍA RILKE-
Guárdame Dios de las historias que escribo de día.
De los almuerzos que no hago en la noche.
De los versos que rezo con el cristal de ésta isla.
Y perdóneme cuando blasfemo
porque no duermo sobre el pan nuestro sin cada día.
Y no indulte, Padre, a quien robó la escalera del celador de nuestro Cristo Moderno.
La historia de los pájaros rotos ya no nos asusta.
Me asusta a mí el Quijote.
Que hecho de barba,
aún nos injuria
en su carcoma de secreto silencio.
Pero suyos son mis pinceles y paletas.
Como mío es su aroma de panfleto.
Varela lo dijo cierta vez en la seda de mi almohada:
¡Un hombre bueno llega a la tierra a leer, no a morir!
¡Y vale tanto como sus presientes!
¡Vale tanto como los ojos que hoy lo rezan!
Aquí queda, solo entonces como pretérito, las astillas
Que quisieron quemarle su insistencia.
Que quisieron quemarle la pupila de su adiós.
Que quisieron quemarle la alameda de su himno.
Nadie llega ahora de su amante lugar solo.
Varela lo impide en el alcanfor de la ya foto expuesta de su sala.
Como lo impide con el olor varón de su verano.
Duda testar,
que no solo yo quiero su retrato de tigre
alzado en trino.
Las mujeres nos recitamos mojadas por sus cadenas blancas en Jesús.
Nos alabamos hasta en su gloria
de gladiolos desbordados en blanco.
Y cúbrenos, Padre en el ahora mismo, de la acérrima calle
donde se queda por el aceite desatado de los incautos.
Donde la loción por los besos de libélulas se delira asoleada.
Sin goce de ruta sobre sus labios.
Y que como galopines de ratas
El fuego se haga viruta
El tiempo se haga olfato…
Pero que el hijo de Dios se haga historia con su historia.
Rodando sobre sus muchachas ya quedarán sus versos de Cavafis.
El Padre Nuestro de Dios.
El sálvame Dios mío de Varela.
La rúbrica de la batuta de bandera.
Pero, guárdame a mí Dios mío.
Que tu lengua y tu escritura yo proclamo,
Para que hoy esta alma de mercurio nos salve ya
como aroma de cuerpo con el bebedizo mágico
de su Salmo 23 Cubano:
El Señor es mi Pastor,
Nada me falta.
El vino que trajo el alba no padece de azucena en muerte.
En verdes prados queda
La tierra de raíz
El romero de tus iniciales
El año feliz donde triunfas.
Adonde brota agua fresca
Vuelvo el rostro y me conduce
Y no hay tragedia de odio en su camisa azul.
Y aunque pase por quebradas muy oscuras
El miedo al sol despierto ya no nos enluta el alma.
Lastrada de águilas hasta todos sube el silencio de la hierba.
No temo ningún mal. No tememos ningún mal.
Porque tú estás con nosotros y conmigo.
Tus horas de sigilo nos aguardan
En el aire polinizado de tu bufanda de pastor que nunca muere.
Y si nos sirven a la mesa frente a los adversarios
La daga del Dios bueno siempre se hundirá con sus zarcillos.
Más allá de nuestra isla y en nuestra isla nadie dirá el adiós
A tu generación de neumáticos mal paridos.
Porque aún queda la libélula melancólica y amarilla recorriendo tus autopistas de rezos en reflejos.
Con aceite, no lo olvides, Señor.
Nunca lo olvides,
perfúmale su cabeza y su amor.
Y guárdalo a Él, como nos guardas de la historia
que no se almuerza en esta noche.
Ahora y siempre andaremos duendeando
Tras el ladrón que quiso llevarse la libertad de nuestras propias quimeras.
Porque aquí, solo en la casa de Dios, queda demostrado:
La Verdad, el Amor y la Vida.
Amén.
CUBA. VILLA CLARA.
-25-JULIO del 2012.
NI EMPEÑA ALMA…
SEÑOR: ES HORA. LARGO FUE EL VERANO.PON TU SOMBRA EN LOS RELOJES SOLARES,
Y SUELTA LOS VIENTOS POR LAS LLANURAS.
-RAINER MARÍA RILKE-
Guárdame Dios de las historias que escribo de día.
De los almuerzos que no hago en la noche.
De los versos que rezo con el cristal de ésta isla.
Y perdóneme cuando blasfemo
porque no duermo sobre el pan nuestro sin cada día.
Y no indulte, Padre, a quien robó la escalera del celador de nuestro Cristo Moderno.
La historia de los pájaros rotos ya no nos asusta.
Me asusta a mí el Quijote.
Que hecho de barba,
aún nos injuria
en su carcoma de secreto silencio.
Pero suyos son mis pinceles y paletas.
Como mío es su aroma de panfleto.
Varela lo dijo cierta vez en la seda de mi almohada:
¡Un hombre bueno llega a la tierra a leer, no a morir!
¡Y vale tanto como sus presientes!
¡Vale tanto como los ojos que hoy lo rezan!
Aquí queda, solo entonces como pretérito, las astillas
Que quisieron quemarle su insistencia.
Que quisieron quemarle la pupila de su adiós.
Que quisieron quemarle la alameda de su himno.
Nadie llega ahora de su amante lugar solo.
Varela lo impide en el alcanfor de la ya foto expuesta de su sala.
Como lo impide con el olor varón de su verano.
Duda testar,
que no solo yo quiero su retrato de tigre
alzado en trino.
Las mujeres nos recitamos mojadas por sus cadenas blancas en Jesús.
Nos alabamos hasta en su gloria
de gladiolos desbordados en blanco.
Y cúbrenos, Padre en el ahora mismo, de la acérrima calle
donde se queda por el aceite desatado de los incautos.
Donde la loción por los besos de libélulas se delira asoleada.
Sin goce de ruta sobre sus labios.
Y que como galopines de ratas
El fuego se haga viruta
El tiempo se haga olfato…
Pero que el hijo de Dios se haga historia con su historia.
Rodando sobre sus muchachas ya quedarán sus versos de Cavafis.
El Padre Nuestro de Dios.
El sálvame Dios mío de Varela.
La rúbrica de la batuta de bandera.
Pero, guárdame a mí Dios mío.
Que tu lengua y tu escritura yo proclamo,
Para que hoy esta alma de mercurio nos salve ya
como aroma de cuerpo con el bebedizo mágico
de su Salmo 23 Cubano:
El Señor es mi Pastor,
Nada me falta.
El vino que trajo el alba no padece de azucena en muerte.
En verdes prados queda
La tierra de raíz
El romero de tus iniciales
El año feliz donde triunfas.
Adonde brota agua fresca
Vuelvo el rostro y me conduce
Y no hay tragedia de odio en su camisa azul.
Y aunque pase por quebradas muy oscuras
El miedo al sol despierto ya no nos enluta el alma.
Lastrada de águilas hasta todos sube el silencio de la hierba.
No temo ningún mal. No tememos ningún mal.
Porque tú estás con nosotros y conmigo.
Tus horas de sigilo nos aguardan
En el aire polinizado de tu bufanda de pastor que nunca muere.
Y si nos sirven a la mesa frente a los adversarios
La daga del Dios bueno siempre se hundirá con sus zarcillos.
Más allá de nuestra isla y en nuestra isla nadie dirá el adiós
A tu generación de neumáticos mal paridos.
Porque aún queda la libélula melancólica y amarilla recorriendo tus autopistas de rezos en reflejos.
Con aceite, no lo olvides, Señor.
Nunca lo olvides,
perfúmale su cabeza y su amor.
Y guárdalo a Él, como nos guardas de la historia
que no se almuerza en esta noche.
Ahora y siempre andaremos duendeando
Tras el ladrón que quiso llevarse la libertad de nuestras propias quimeras.
Porque aquí, solo en la casa de Dios, queda demostrado:
La Verdad, el Amor y la Vida.
Amén.
CUBA. VILLA CLARA.
-25-JULIO del 2012.
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