lunes, 6 de enero de 2014

EL VALOR POLITICO DE LA VIDA DE PABLO REYES

Por Lcdo. Faisel Iglesias
Su abogado.

Cuando nadie escuchaba. Allá por los finales de los 80 y muy al principio de los 90, un ex profesor de filosofía, se propuso darle a conocer a su pueblo y al mundo la verdad sobre una sociedad surrealista.

Procuró una grabadora de la época y salió a la calle a entrevistar a la gente de a pie, a tomar testimonios, a reportar lo que sus sentidos percibían, lo que su inteligencia discernía, lo que su rozamiento le explicaba.

El castrismo es una mentira. No es una revolución. La revolución concluyo en 1959. Una revolución es un proceso en virtud del cual se rompen las trabas que impone un régimen que impide el desarrollo de la plenitud de los seres humanos y por tanto de la sociedad entera, para convocar al pueblo a un contrato social, una constituyente y vivir en armonía dentro de los marcos de un estado de derecho, donde la ley suprema no sea la voluntad de un hombre, sino la norma legal creada por los poderes legítimamente constituidos en virtud de las facultades soberanas del pueblo..

El castrismo es otra cosa. Más bien es una robolucion, como dice el pueblo. Inventando y creando enemigos y alargando conflictos, hizo que la rebelión triunfante se hiciera gobierno de por vida. Se hizo gobierno dictatorial y por tanto contrarrevolución.

Desde entonces los cubanos no solo perdieron sus propiedades, sino que perdieron su condición de soberanos - doctrina jurídica que hace al hombre depositario de todos los poderes del estado - su derecho a pensar, a discernir. El castrismo le quito la soberanía al pueblo y se la dio al Partido, que según ellos es la fuerza dirigente de la sociedad, el estado y gobierno. En realidad el Partido es una ficción. No existe como cosa tangible. Es Partido es los hermanos Castro.

Desde el punto de vista periodístico, el primero que salió a la calle, grabadora en mano a denunciar esa aberración fue Pablo Reyes.

La Seguridad del Estado lo hizo prisionero y lo acusó de propaganda enemiga. Eso desde el punto de vista es una ilegitima legalidad. Los juristas puertorriqueños  lo llaman “saco legal”. Donde cabe todo.

El juicio contra Pablo Reyes fue un proceso propio de la época de la inquisición. Incluso se le negaron mecanismos probatorio que ya hace mas de dos milenios el derecho le reconoce a los acusados, como es el derecho a contrainterrogar a quien nos acusa. No había mas prueba que la presentada por el inquisidor. No había mas verdad que la expresada por el investigador oficial. Y la sanción la decidiera la Policía Política.

"Ocho años de cárcel", me dijo el Instructor de la Seguridad del Estado que sería la condena antes del inicio del juicio.

Nuestra estrategia, como abogado de Pablo Reyes, no era defender Pablo Reyes. No era rogar clemencia al inquisidor, ni pedir perdón. Mucho menos alegar que Pablo Reyes estaba arrepentido. Los prisioneros políticos deben tener conciencia de de su sacrificio personal por su ideal. Además, Pablo Reyes ya estaba condenado por la Seguridad del Estado.

Nuestra estrategia consistía en reconocer que era verdad todo lo que decían de Pablo Reyes: que en Cuba se acercaba una hambruna, que los barcos pesqueros dejarían de pescar por falta de petróleo, que a los niños los adoctrinaban en las escuelas públicas en contra de la voluntad de sus padres y etc., etc.…
Todo eso era verdad y Pablo Reyes había grabado esos testimonies y los había publicado. Y que era cierto que la ley cubana tipificaba tal conducta como delito; el delito de propaganda enemiga. Pero que hacia más de dos mil años que San Pablo había dicho que la ley debe ser la forma de las ciencias y de la verdad. Que el derecho no es, ni puede ser la norma creada y sancionada por el poder constituido. Si así las cosas, derecho eran las leyes de Hitler. La ley creada por el poder constituido necesita además, ser legitima. Es decir, tener los valores de las ciencias, las virtudes del arte y armonía con la naturaleza.
Y la verdad es para decirla. Pablo Reyes no había hecho más que difundir lo que vio con sus ojos, lo que oyó con sus oídos, lo que percibió en virtud de su discernimiento, lo que entendió dado sus razonamientos. Y ese es el deber de un periodista; difundir su verdad.

"Ocho anos de cárcel", dijo el juez, cuando termino la falsa.

La naturaleza del proceso la denunciamos a los organismos internacionales. Poco tiempo después Pablo Reyes fue declarado prisionero de conciencia por Naciones Unidas... Tiempo después Pablo Reyes fue excarcelado y volvió a su estado natural; la libertad, como esta hoy, libre y dando conciencia a su pueblo como un ejemplo vivo.

Desde entonces los abogados cubanos, miembros de la Corriente Agramontistas, dejamos de pedir clemencia, y nuestros representados nunca mas se arrepintieron de su conducta y ni le pidieron perdón al régimen. Son hombres y mujeres orgullosos de sus vidas, libres aunque entre rejas, patriotas aunque en el destierro, porque en fin, patria es humanidad.

 

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