viernes, 19 de agosto de 2016


PARTIDO COMUNISTA: VANGUARDIA Y RETAGUARDIA
por faisel iglesias

La existencia de un solo partido, significa, por lógica,  vanguardia y al mismo tiempo la retaguardia de la sociedad. Los bolcheviques rusos insistían en destruir el viejo Estado y construir otro que persiguiera una sociedad sin Estado y sin derecho; la sociedad comunista. Alegaban además, que el camino para arribar a esa nueva sociedad era la dictadura; la dictadura de la clase obrera (en un país feudal, sin obreros, en pleno siglo XX). Una dictadura que paradójicamente llamaban democrática, en virtud de una logomaquia, que denominaban “centralismo  democrático”, de mando único y vertical, de la clase obrera, en alianza con los campesinos pobres, a quienes empobrecieron aun mas quitándoles las tierras, para formar las improductivas granjas estatales y crear una nueva clase obrera, sin fabricas, en los campos, dependiente del Estado y organizada en un partido único, el Partido Comunista, que se  fundamentaba  en una ideología política que se consideraba la verdad del mundo, contra el capital y su clase privilegiada; la burguesía. Un partido único que por la ausencia de competidores, por la lógica formal de Platón, no podía ser otra cosa que la vanguardia y al mismo tiempo, la retaguardia de esa sociedad. Alegaban pretender la sociedad comunista, sin estado, paradójicamente fortaleciendo el estado socialista, la dictadura socialista, en virtud de un régimen totalitario. Como si alguna lógica pudiera justificar el hecho de que fortaleciendo el estado, al punto de hacerlo un estado totalitario, se pueda lograr una sociedad sin estado. Es decir, como si echando agua a un embase no se persiguiera construir un lago, sino un cayo.

En definitiva el marxismo-leninismo no tenía otro fin que utilizar el poder de una ideología, de las ideas para despojar al hombre de su propia cabeza, para aniquilar al hombre. Todo el andamiaje teórico del llamado socialismo real sucumbe ante sus propias contradicciones. Su falta de visión, su incapacidad para comprender la historia, su idealismo, su voluntarismo revolucionario, su perversidad, su propósito de convertirlo todo en un instrumento del poder significó uno de los regímenes más crueles e incapaces que ha conocido la humanidad.

 El Partido, expresión de una ideología, de una doctrina, en este caso el marxismo-leninismo, que se consideraba la verdad del universo, la vanguardia organizada, se atribuye el derecho de aplastar “a los enemigos de clases” deshumanizándolos, negándoles el derecho a dirigirse por sus propias cabezas, rebajándolos a la condición de “gusanos”, “bacterias”, como lo hizo su otro extremo ideológico: los nazis.

Tal aberración jurídica de erigir en Soberano a un Partido Político  está consagrada hoy en Cuba, en el Artículo 5 de la mal llamada  Constitución Socialista de la Republica de Cuba.  Se trata de fundir todos los ámbitos en un solo bloque monolítico e imponer una dirección común, desde la economía hasta la política y la cultura, mediante una sola institución, el Partido.

El castrismo, instrumento que institucionalizó esa forma arcaica y foránea de gobierno en la isla de Cuba, ha reducido al individuo a una dependencia infantil, donde el padre de todos los cubanos, como lo calificara el propio Raúl Castro, no solo es el jefe del Estado, el líder del Partido, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el líder de la Revolución, sino la inteligencia de la Nación, la dignidad de Patria, el mejor intérprete de la historia, el infalible. Se trata de una dependencia además, primitiva, donde todos los deberes y derechos emanan de su personalidad (el soberano), que acaba por cercenar la capacidad de pensar del ser humano. Ha hecho desaparecer la concepción republicana del estado, el derecho ha sido rebajado a la condición de mero instrumento del poder político coyuntural, donde a los seres humanos les resulta imposible el ejercicio de sí mismo.

“El régimen político se ha impregnado de un erotismo de la vida familiar, como diría Freud. Es decir, de íntimos afectos y emociones que mantienen relativamente unido al país como si fuera una familia nacional, encabezada por un padre que ejerce autoridad a la vez que inspira y recibe afecto ampliamente.”[1],  Es además un férreo poder que se sostiene por la fuerza, por el miedo. Si no vas a los mítines y aplaudes al tirano, pierdes el trabajo. Pierdes la universidad, porque “la universidad es para los revolucionarios.” Descaradamente, y para justificar la anulación del individuo, la destrucción de la célula fundamental de la sociedad, la familia, la propaganda castrista expresa que al Estado Socialista… al “integrar a todos es de esperarse que se acentué algo que es común en muchos países, a saber, una confusión entre los afectos públicos y los privados, invasiones frecuentes de lo intimo en lo público y de lo público en lo intimo”[2]...

La naturaleza totalitaria, dictatorial del régimen también la reconocen los ideólogos del castrismo, como si de otra religión se tratara. A tales efectos expresa el citado Héctor Meléndez: …“el sistema cubano es sui generis y complejo; es un sistema de alianzas, solidaridades, ideología, símbolos y distribución económica (debiera decir hambre como instrumento de control)[3] protegido por millones de personas (debiera decir, dirigido a millones de personas, a todo el pueblo)[4] capacitadas militarmente en grados diversos y unas fuerzas armadas de alta calidad.”[5]

En su visita la Asunción, Paraguay, en julio de 2015, el Papa Francisco expreso:

“No sirve una mirada ideológica. Las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo”

“Fíjense en el siglo pasado, en qué terminaron las ideologías”, se preguntó el Papa Francisco. “En dictaduras, siempre en dictaduras, siempre”, respondió.

“Piensan por el pueblo pero no dejan pensar al pueblo”, añadió el Papa. “O como decía aquel agudo crítico de la ideología, cuando le dijeron: “si pero esta gente tienen buena voluntad y quiere hacer cosas por el pueblo”. Sí, sí, todo por el pueblo pero nada con el pueblo. Estas son las ideologías”, concluyó el Papa.



[1] Héctor Meléndez. El Partido-Estado en Cuba y otros ensayos sobre cultura y política de hoy. Ediciones Mágicas 2006. Publicaciones Puertorriqueñas, Inc. Rio Piedras, San Juan, Puerto Rico.
[2] Héctor Meléndez. Obra citada.
[3] El subrayado es nuestro)
[4] El subrayado es nuestro.
[5] Héctor Meléndez. Obra citada.