martes, 20 de mayo de 2008

DESDE EL POTRERO

....menores en una carabela del tiempo de Cristóbal Colón, arribó a las costas de la Española, donde se le unió el Dúo de las Hermanas Ginés, para recalar al fin en el Puerto de La Habana, atraídas por el auge de la sacarosa.
El sevillano Pascual Ochoa desgranaba una melodia en las cuerdas de su violín, acompañado en la bandurria por Micaela Ginés, mientras todos bailaban, dirigidos por el canto de la MaTeodora, al que contestaban en coro, en tanto Malissa, parada en la puerta acentuaba el ritmo sacudiendo armónicamente el contenido de piedras de una caja cilíndrica de metal blanco que sostenía en las manos, que llamaba chachá.
- ¿Dónde está la Má Teodora?
Rajando la leña está
- ¿ Con su palo y su bandola?
Rajando la leña está.
-¿ Dónde está que no la veo?
Rajando la leva está
Sus carnes duras le acentuaban aquel carácter reservado, propio de su oficio de partera a domicilio. Mirando a los alrededores, en busca de la complicidad de sus acompañantes, Malissa comenzó a mover la cintura y los hombros, bailando en el mismo lugar, sin mover los pies, con un ritmo y melodía interiores que le brotaban de manera armoniosa. A veces cerraba los ojos y su cuerpo todo hablaba con aquella música en un lenguaje seductor.
Suavecito, suavecito
es como me gusta a mi
Fue entonces cuando José Manuel tomó a su mujer por el talle y levantó la otra mano y la puso frente a su pecho, como en juramento. Malissa colgó el brazo del cuello de su marido, dejando el codo sobre su codo, mientras agarró la que le juraba, y salieron al medio del salón, a bailar en un solo ladrillito.
A las paila
A las paila
A las paila
Vamos a gozar

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