por faisel Iglesias
La DIVERSIDAD, por el contrario jamás define bordes,
no completa las ideas, para siempre volver a ellas con nuevos bríos, porque es
de pensamiento abierto. El respeto a las minoría significa darle a un elemento
el valor del todo, oponerse a la dictadura de la mayoría, porque el bien
supremo es la persona humana, la dignidad del ser humano, su plenitud, no la el
poder.
“A pesar de que la versión oficial, presupone sin más,
la existencia de un pensamiento filosófico bien definido, con su tradición, su
historia y su originalidad, los historiadores de las ideas son muy cuidadosos a la hora de hablar de
“filosofía cubana”. Siguiendo a Medardo Vitier, la expresión habitual en estos
casos es “la filosofía en Cuba.” Lo cual denota la estancia de la Filosofía
entre nosotros. Si exceptuamos algún que otro artículo menor, como el de Waldo
Ross – y puede verificarse el dato – todas las obras de historia de las ideas
en Cuba que se centran en el tema de la filosofía cubana evitan, en sus títulos,
el reconocimiento tácito de una filosofía cubana (a pesar de que no dudan en
admitir su existencia toda vez que pasan al desenvolvimiento del contenido). La
utilización del giro “la filosofía en Cuba” en vez de la “la filosofía cubana” hace
patente que de lo que se trata en
realidad es de la recepción de la filosofía en Cuba y nunca de una filosofía autóctona” … “de una
filosofía cubana, en rigor, solo puede hablarse hacia la década de los 40 – 50
del siglo XX, justo el periodo más olvidado y subvalorado por nuestra historia
filosófica”.[11]
[1] Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1975, páginas 15-23.
Poco tiempo después del Pacto del Zanjón – que mas que
paz fue encono, según José Martí -, cuando los cubanos debimos hacer una
valoración crítica de la guerra en el propio escenario de los sacrificios
supremos, el Capitán General Martínez Campos (“El Pacificador"), descubrió
una transitoria válvula de escape a la crisis; el puente de plata para los
adversarios políticos; el exilio.
José Martí, futuro líder de la independencia y de la
espiritualidad de la nación, que en tiempos de la Guerra Grande, apenas un
niño, mientras más de doscientos cincuenta mil cubanos entregaron la vida a la
causa por la independencia, no había podido hacer más que tirarle una cáscara
de naranja a un soldado español, por lo que había ido a la cárcel y escrito
allí bellos versos y estremecedores relatos, andaba por el mundo cargado de
nostalgia, soñando la patria - vivir por Cuba en cuerpo y alma no es lo mismo
que sobrevivir en Cuba en carne viva. - con la fuerza de un creador divino, se
lanzó, cargado de ideales a entrelazar las ramas de los pinos nuevos con los
viejos robles a fin de hacer la que él llamara “la guerra necesaria”, por la
independencia de Cuba.
“Juntarse es la palabra de orden”[1],
dijo. “Haremos los cubanos una
revolución por el derecho, por la persona del hombre y su derecho total, que es
lo único que justifica el sacrificio a que se convida a todo un pueblo”[2],
expreso quien, el primer día de combate, convencido de que todo el que da luz
se queda sólo - "puedo morir mañana", había escrito el día anterior al
fatídico de Dos Ríos-, cayó de su caballo mortalmente herido para levantarse desde
entonces un mito hasta hoy inalcanzable para los cubanos.
“O la
república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito
de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y
el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la
pasión, en fin, por el decoro del hombre, - o la república no vale una lágrima
de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos. Para
verdades trabajamos, y no para sueños”[3]
…“Que cada opinión
esté representada en el gobierno… que no se vea obligada a ser la oposición …
ni influir en el gobierno como enemiga obligada, y por residencia, sino de
cerca, con su opinión diaria, y por derecho reconocido. Garantía para todos.
Poder para todos.”[4]
Máximo Gómez, Generalísimo en Jefe, del Ejercito
Libertador, cree en la centralización del poder, sin que tenga cabida ninguna
institución civil, “acaso se puede citar una revolución en el mundo que no
tenga un dictador”, exclamaba. “Martí, limítese Ud. a lo que digan las
instrucciones, y lo demás, el general Maceo hará lo que debe hacerse”, le ordenó
al Delegado, cuando lo comisionó, junto al Lugarteniente General, a
procurar el apoyo del Presidente de México.
Antonio Maceo, ya en campana, procuró mantener alejada
la tropa del verbo elocuente del que ya reconocían como “El Presidente”, con el
propósito de que no fueran convencidos por la lengua liberal del “Capitán Arana”,
como despectivamente llamaban los caudillos al líder liberal.
Cuando Martí llegó a Estados Unidos se impresionó con el desarrollo económico y el
sistema político existentes. “En The Hour de Nueva York, del 10 de julio de
1880, expresa: “Estoy, al fin, en un país donde cada uno parece ser su propio
dueño. Se puede respirar libremente, por ser aquí la libertad fundamento,
escudo, esencia de la vida [...] Nunca sentí sorpresa en ningún país del mundo
que visité. Aquí quedé sorprendido [...]”[5]. Conocía la carta de los derechos del
ciudadano, el discurso de respeto a las minorías y a la diversidad. Y consiente de “que la tiranía es una misma
en sus variables formas”[6]
, que el Gobierno debe ser la mayor reflexión sobre la imperfecta naturaleza
humana”[7],
viendo el sable en el puno de los militares y las órdenes brotando, como fallos inapelables, de sus
discursos políticos, le había escrito a Máximo Gómez:
“No se funda, General, un pueblos como se manda un
campamento”[8]. Y
más adelante escribió: “Gobierno no es, sino la dirección de las fuerzas
nacionales de manera que la persona humana pueda cumplir dignamente sus fines”[9] y el 5 de mayo de 1895, catorce días antes
de caer en combate dijo en tono herido al ver cómo Gómez y Maceo hablaban a solas, bajito, a sus
espaldas: “va a caer la noche sobre Cuba”[10]
JOSE MARTI APELO A LA UNIDAD Y
FRACASO EN SU PROYECTO LIBERTARIO. LOS PADRES FUNDADORES DE LA CONSTITUCION
NORTEAMERICANA DEFENDIERON LA DIVERSIDAD Y EL DERECHO DE LAS MINORIAS A SER
TRATADOS IGUAL Y TRIUNFARON.
Martí creyó que la guerra era la paz del futuro. Desde
el exilio veía la independencia de Cuba como el objetivo inmediato y los
sacrificios de la guerra como un proceso de purificación, donde todas las
miserias y conceptos equivocados serian sanadas. Convocó a la unidad a todos
los elementos, ignorando el peligro de que cuando la UNIDAD adquiere forma de
gobierno, al presuponer un mando centralizado, obediencia ciega, el
sometimiento a la idea única, limita contornos, fija posiciones dogmaticas, no
admite discrepancias y, a fin de cuentas, elimina la palabra libertad, el
respeto a la diversidad y a las minorías.
José Martí tenía un ideal – tener un ideario no
significa tener un sistema de pensamiento - de una Cuba futura, pero le faltó,
además, el marco apropiado – una asamblea constituyente - para delinear y
consagrar una clara concepción del estado y del derecho donde se consagraran,
como ley primera, los derechos fundamentales del ciudadano y se establecieran
las competencia de los órganos de gobierno, como si lo pudo hacer Ignacio
Agramonte en Guáimaro. Y, en su defecto, se encontró en La Mejorana con Máximo
Gómez y Antonio Maceo que pretendían un mando vertical a la revolución que
andando el tiempo ha devenido en sucesivos gobiernos dictatoriales.
Peor aún, los revolucionarios cubanos nunca tuvieron
una concepción autóctona de lo que debe ser el estado y el derecho cubanos. En Guáimaro
– constituyente de la Republica en Armas -se procuró una forma gobierno que en
realidad era una copia de las instituciones Europea y Norteamericana que no se
ajustaban a las necesidades de un país donde el estado no surgió como un medio
para organizar mejor la cosa público, sino como instrumento de saque y
dominación.
Lograda la independencia, la constituyente de 1902, se
realizó bajo la ocupación Norteamericana. Solo en 1940 se procuró una
concepción del estado y el derecho con instituciones autóctonas, como el
Tribunal de Cuentas, para combatir la corrupción, pero que en realidad fue
letra muerta, entre otras cosas, por la rigidez de un cuerpo legal que reflejaba
instituciones propias de una ley orgánica, en vez de consagrar normas flexibles
propias de una constitución. Se acumularon los conflictos sociales y en 1952 el
dictador Fulgencio Batista rompió la institucionalidad con el golpe de estado
del 10 de marzo. Por último el castrismo hizo consagrar una mal llamada
constitución que en su artículo cinco abdica su condición de ley suprema a
favor del Partido Comunista, lo que ha hecho que el estado, gobierno y sociedad
sea dirigido por una doctrina que se ha creído la verdad del mundo.
Este déficit de originalidad en el discurso histórico
cubano, no solo se observa en cuanto a la concepción del estado y el derecho.
Alexis Jardines, en su obra Filosofía Cubana in nuce, nos expresa:
[1] Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1975, páginas 15-23.
[2] Roberto Agramonte. Martí y su concepción de la
sociedad. Centro de Investigaciones Sociales-UPR 1979.
[3] José Martí. Discurso
pronunciado en la ciudad de Tampa, el día 26 de noviembre de 1891.
[4] José Martí. Fragmentos de apuntes. Nueva York (entre 1885 y 1895). Tomo 22. Páginas
108 a 109
[5] José Martí, Obras completas, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1975, t. 19, p. 106 – 107
[6]
Carlos Ripoll. José Martí, Letras y huellas desconocidas. Pag.
97, Eliseo Torres & Sons. New York. 1976.
[7] Madison. Ensato 51. El Federalista.
[8] José Martí. Carta al General Máximo
Gómez de fecha 20 de octubre de 1884.
[9] José Martí. Artículo "La próxima exposición de New Orleans." La América.
Nueva York, mayo de 1884. Tomo 8. Página 369.
[10]
Roberto D Agramonte. Martí y su concepción de la sociedad. Editorial de
la Universidad de Puerto Rico. 1984. Tomo 2, Pág. 97.
[11] Alexis
Jardines. Filosofia cubana in nuce. ensayo de historia intelectual. editorial
colibri. madrid, espana. pag. 11-12.
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