Por Librado Linares
Preso político
del grupo de los 75
Es muy loable que en 17 años visiten tres Papas a Cuba: Juan Pablo II, Benedicto XVI y próximamente Francisco. La presencia de Juan Pablo II en Cuba fue uno de los acontecimientos más importante del siglo XX cubano, en lo espiritual, social y político. Este Sumo Pontífice tenía como telón de fondo su desempeño proactivo en el desmantelamiento del socialismo real en Polonia y por extensión de todo el bloque comunista. Nunca antes en suelo cubano nadie le espetó tantas verdades a F. Castro (en sus narices).
Pero lamentablemente la nación cubana ha sido sometida a unas estructuras de sometimiento y control social no conocidas, al menos, en el hemisferio occidental, así pues, la impronta del Vicario de Roma no tuvo el influjo deseado y necesitado. La visita de Benedicto XVI fue eminentemente pastoral a pesar de la ¨Doctrina Social de la Iglesia¨.
El Papa Francisco tiene el lema: ¨Lo miró con misericordia y lo eligió¨. Que provechoso le sería a la Nación Cubana en su conjunto, y a la Sociedad Civil Emergente en particular, que el Sumo Pontífice le infundiera a la clase política del castrismo, y muy en especial al general de ejército Raúl Castro, el don de la misericordia para con los presos políticos, así como con los activistas de DD HH, vituperados, arrestados, golpeados y encarcelados. También con el ciudadano de a pie que sufre la dureza de una existencia precaria y asfixiante, consecuencia de un modelo, a todas luces, fracasado.
Sabemos que el Sumo Pontífice privilegia la humildad, el conservadurismo doctrinal y la justicia social. Su Santidad no debe dejarse encandilar por cifras de dudosa credibilidad en término de justicia social en Cuba. Hay que saber distinguir entre el igualitarismo, muy cruel por cierto, y las prestaciones sociales ofrecidas por un Estado Democrático y con apego a las responsabilidad personal y al respeto de la dignidad de la persona humana. En éste momento, en nuestro país, no hay ni lo uno ni lo otro.
Es archiconocido la propensión de Su Santidad a ¨promover el diálogo y acercarse a los diferentes colectivos sociales¨. De ser consecuente con dichos postulados, nuestro Obispo Mayor debía tomarle el pulso la Cuba profunda y contestataria. Es más, tenemos la propuesta, que el líder espiritual de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana sirva de mediador para que el gobierno convoque a un Plebiscito donde el pueblo cubano pueda elegir entre el cambio o la continuidad.
En el 2005 por mediación del cardenal de La Habana Jaime Ortega, y en la víspera del cónclave que eligiera a Ratzinger, Jorge Mario Bergolio propuso en una ponencia que una de las cualidades que debe tener un Papa es: ¨Desde la contemplación de Jesús… ayude a la iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales¨. Y éstas deben ser, enfatiza Bergolio, no solamente geográficas, sino: los del misterio del pecado, los del dolor, los de las injusticias, los de toda miseria…Nuestro Papa Latinoamericano y del ¨Sur¨ debía privilegiarnos con homilías que sigan la pauta de Juan Pablo II y no las de Benedicto XVI: ¡ La Cuba que sufre en silencio lo necesita!.
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