por faisel iglesias
“De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla de
pensamiento."
José Martí
Hace poco mas de 500 años el Verde Caimán del Caribe y la Isla Verde estaban habitados por aborígenes a quienes la benevolencia del clima les permitía vivir sencilla y naturalmente como si todo el cuerpo fuera la cara.
La civilización, sin embargo venía de antaño y el mundo se había dividido ya: en la concepción oriental, cuyos más claros ejemplos lo han sido, a través de la historia, los regímenes despóticos de Egipto, Mesopotamia y La China, en la antigüedad, y en la era moderna los gobiernos totalitarios de Europa del Este, donde los gobernantes son intocables divinidades y los hombres simples súbditos obedientes del poder central; y la concepción occidental, que ha procurado el desarrollo de la propiedad privada, del individuo, y que con el cristianismo no sólo se hermanó espiritualmente, sino que encontró el fundamento para erigir en soberano al hombre, porque Dios nos hizo a su imagen y semejanza.
El desarrollo científico del siglo XV, le permitió al Viejo Continente, "buscar nuevas rutas para el comercio" por lo que en 1492, el más iluminado de los almirantes vio la tierra más fermosa que ojos humanos han visto, con la ignorancia de creer que estas eran las islas de Cipango y que sus habitantes los del país de las vacas sagradas.
Abierto el camino por Cristóbal Colón, se aparecieron los Conquistadores. A fuerza de fuego y enfermedades – y diz que en el nombre de Dios -, implantaron una sociedad, estado y un derecho extraños, culminantes de una realidad foránea, que las islas no vivían, donde se confundían las potestades políticas, militares y las judiciales, en los mismos funcionarios y que, trescientos años después, en los albores del siglo XIX, se mantenía con insignificantes variaciones.
Con el Tratado de Paris, colofón bochornoso de la guerra de independencia, a Cuba se le abrió el camino para lograr su soberania. Puerto Rico, sin embargo, pasó a ser colonia de los Estados Unidos, aunque sus ciudadanos comenzaron a disfrutar de la “carta de derechos” que consagra la Constitución de Jefferson, que es la primera en el mundo que eleva al ciudadano en soberano y al estado en un instrumento a su servicio.
El triunfo de la revolución cubana de 1959, en medio de la Tercera Guerra
Mundial, conocida como la Guerra Fría - época en que la humanidad vivía
en la asfixiante atmósfera de la paz del miedo nuclear, condicionó el alineamiento de Cuba al Campo Socialista, el cual tenía una concepción monista del estado y consideraba al derecho un instrumento del poder político – y por tanto sin valores propios -.
Cuba salía así de su hábitat natural, su espacio histórico-cultural, el
hemisferio occidental y asimilaba una concepción totalitaria, orientalista, con un poco de socialismo utópico y filosofía alemana y, por supuesto, con mucho del clásico dictador latinoamericano.
Con la caída del Muro de Berlín, Cuba recupero su condición de estado soberano, pero sus ciudadanos siguen siendo instrumento para el logro del fin imposible que hace medio siglo le propusieron sus gobernantes; el comunismo y Puerto Rico sigue siendo colonia, aunque sus ciudadanos son libres, por lo que aun el pájaro sigue volando por el Caribe con las dos alas rotas.
La civilización, sin embargo venía de antaño y el mundo se había dividido ya: en la concepción oriental, cuyos más claros ejemplos lo han sido, a través de la historia, los regímenes despóticos de Egipto, Mesopotamia y La China, en la antigüedad, y en la era moderna los gobiernos totalitarios de Europa del Este, donde los gobernantes son intocables divinidades y los hombres simples súbditos obedientes del poder central; y la concepción occidental, que ha procurado el desarrollo de la propiedad privada, del individuo, y que con el cristianismo no sólo se hermanó espiritualmente, sino que encontró el fundamento para erigir en soberano al hombre, porque Dios nos hizo a su imagen y semejanza.
El desarrollo científico del siglo XV, le permitió al Viejo Continente, "buscar nuevas rutas para el comercio" por lo que en 1492, el más iluminado de los almirantes vio la tierra más fermosa que ojos humanos han visto, con la ignorancia de creer que estas eran las islas de Cipango y que sus habitantes los del país de las vacas sagradas.
Abierto el camino por Cristóbal Colón, se aparecieron los Conquistadores. A fuerza de fuego y enfermedades – y diz que en el nombre de Dios -, implantaron una sociedad, estado y un derecho extraños, culminantes de una realidad foránea, que las islas no vivían, donde se confundían las potestades políticas, militares y las judiciales, en los mismos funcionarios y que, trescientos años después, en los albores del siglo XIX, se mantenía con insignificantes variaciones.
Con el Tratado de Paris, colofón bochornoso de la guerra de independencia, a Cuba se le abrió el camino para lograr su soberania. Puerto Rico, sin embargo, pasó a ser colonia de los Estados Unidos, aunque sus ciudadanos comenzaron a disfrutar de la “carta de derechos” que consagra la Constitución de Jefferson, que es la primera en el mundo que eleva al ciudadano en soberano y al estado en un instrumento a su servicio.
El triunfo de la revolución cubana de 1959, en medio de la Tercera Guerra
Mundial, conocida como la Guerra Fría - época en que la humanidad vivía
en la asfixiante atmósfera de la paz del miedo nuclear, condicionó el alineamiento de Cuba al Campo Socialista, el cual tenía una concepción monista del estado y consideraba al derecho un instrumento del poder político – y por tanto sin valores propios -.
Cuba salía así de su hábitat natural, su espacio histórico-cultural, el
hemisferio occidental y asimilaba una concepción totalitaria, orientalista, con un poco de socialismo utópico y filosofía alemana y, por supuesto, con mucho del clásico dictador latinoamericano.
Con la caída del Muro de Berlín, Cuba recupero su condición de estado soberano, pero sus ciudadanos siguen siendo instrumento para el logro del fin imposible que hace medio siglo le propusieron sus gobernantes; el comunismo y Puerto Rico sigue siendo colonia, aunque sus ciudadanos son libres, por lo que aun el pájaro sigue volando por el Caribe con las dos alas rotas.
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