PARTIDO COMUNISTA: VANGUARDIA Y
RETAGUARDIA
por faisel iglesias
La existencia de un solo partido,
significa, por lógica, vanguardia y al
mismo tiempo la retaguardia de la sociedad. Los bolcheviques rusos insistían en
destruir el viejo Estado y construir otro que persiguiera una sociedad sin
Estado y sin derecho; la sociedad comunista. Alegaban además, que el camino
para arribar a esa nueva sociedad era la dictadura; la dictadura de la clase
obrera (en un país feudal, sin obreros, en pleno siglo XX). Una dictadura que
paradójicamente llamaban democrática, en virtud de una logomaquia, que
denominaban “centralismo democrático”,
de mando único y vertical, de la clase obrera, en alianza con los campesinos
pobres, a quienes empobrecieron aun mas quitándoles las tierras, para formar
las improductivas granjas estatales y crear una nueva clase obrera, sin
fabricas, en los campos, dependiente del Estado y organizada en un partido
único, el Partido Comunista, que se
fundamentaba en una ideología
política que se consideraba la verdad del mundo, contra el capital y su clase
privilegiada; la burguesía. Un partido único que por la ausencia de
competidores, por la lógica formal de Platón, no podía ser otra cosa que la
vanguardia y al mismo tiempo, la retaguardia de esa sociedad. Alegaban
pretender la sociedad comunista, sin estado, paradójicamente fortaleciendo el
estado socialista, la dictadura socialista, en virtud de un régimen
totalitario. Como si alguna lógica pudiera justificar el hecho de que
fortaleciendo el estado, al punto de hacerlo un estado totalitario, se pueda
lograr una sociedad sin estado. Es decir, como si echando agua a un embase no
se persiguiera construir un lago, sino un cayo.
En definitiva el marxismo-leninismo no
tenía otro fin que utilizar el poder de una ideología, de las ideas para despojar
al hombre de su propia cabeza, para aniquilar al hombre. Todo el andamiaje
teórico del llamado socialismo real sucumbe ante sus propias contradicciones. Su
falta de visión, su incapacidad para comprender la historia, su idealismo, su
voluntarismo revolucionario, su perversidad, su propósito de convertirlo todo
en un instrumento del poder significó uno de los regímenes más crueles e
incapaces que ha conocido la humanidad.
El Partido, expresión de una ideología, de una
doctrina, en este caso el marxismo-leninismo, que se consideraba la verdad del
universo, la vanguardia organizada, se atribuye el derecho de aplastar “a los
enemigos de clases” deshumanizándolos, negándoles el derecho a dirigirse por
sus propias cabezas, rebajándolos a la condición de “gusanos”, “bacterias”,
como lo hizo su otro extremo ideológico: los nazis.
Tal aberración jurídica de erigir en
Soberano a un Partido Político está
consagrada hoy en Cuba, en el Artículo 5 de la mal llamada Constitución Socialista de la Republica de Cuba. Se trata de fundir todos los ámbitos en un
solo bloque monolítico e imponer una dirección común, desde la economía hasta
la política y la cultura, mediante una sola institución, el Partido.
El castrismo, instrumento que
institucionalizó esa forma arcaica y foránea de gobierno en la isla de Cuba, ha
reducido al individuo a una dependencia infantil, donde el padre de todos los
cubanos, como lo calificara el propio Raúl Castro, no solo es el jefe del
Estado, el líder del Partido, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el
líder de la Revolución, sino la inteligencia de la Nación, la dignidad de
Patria, el mejor intérprete de la historia, el infalible. Se trata de una
dependencia además, primitiva, donde todos los deberes y derechos emanan de su
personalidad (el soberano), que acaba por cercenar la capacidad de pensar del
ser humano. Ha hecho desaparecer la concepción republicana del estado, el
derecho ha sido rebajado a la condición de mero instrumento del poder político
coyuntural, donde a los seres humanos les resulta imposible el ejercicio de sí
mismo.
“El régimen político se ha
impregnado de un erotismo de la vida familiar, como diría Freud. Es decir, de
íntimos afectos y emociones que mantienen relativamente unido al país como si
fuera una familia nacional, encabezada por un padre que ejerce autoridad a la
vez que inspira y recibe afecto ampliamente.”[1], Es además un férreo poder que se sostiene por
la fuerza, por el miedo. Si no vas a los mítines y aplaudes al tirano, pierdes
el trabajo. Pierdes la universidad, porque “la universidad es para los
revolucionarios.” Descaradamente, y para justificar la anulación del individuo,
la destrucción de la célula fundamental de la sociedad, la familia, la
propaganda castrista expresa que al Estado Socialista… al “integrar a todos es
de esperarse que se acentué algo que es común en muchos países, a saber, una
confusión entre los afectos públicos y los privados, invasiones frecuentes de
lo intimo en lo público y de lo público en lo intimo”[2]...
La naturaleza totalitaria,
dictatorial del régimen también la reconocen los ideólogos del castrismo, como
si de otra religión se tratara. A tales efectos expresa el citado Héctor
Meléndez: …“el sistema cubano es sui generis y complejo; es un sistema de
alianzas, solidaridades, ideología, símbolos y distribución económica (debiera decir hambre como instrumento de
control)[3]
protegido por millones de personas (debiera
decir, dirigido a millones de personas, a todo el pueblo)[4]
capacitadas militarmente en grados diversos y unas fuerzas armadas de alta
calidad.”[5]
En
su visita la Asunción, Paraguay, en julio de 2015, el Papa Francisco expreso:
“No sirve una mirada
ideológica. Las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una
relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen
al pueblo”
“Fíjense en el siglo
pasado, en qué terminaron las ideologías”, se preguntó el Papa Francisco. “En
dictaduras, siempre en dictaduras, siempre”, respondió.
“Piensan por el pueblo pero
no dejan pensar al pueblo”, añadió el Papa. “O como decía aquel agudo crítico
de la ideología, cuando le dijeron: “si pero esta gente tienen buena voluntad y
quiere hacer cosas por el pueblo”. Sí, sí, todo por el pueblo pero nada con el
pueblo. Estas son las ideologías”, concluyó el Papa.
[1] Héctor Meléndez. El Partido-Estado en Cuba y otros ensayos sobre
cultura y política de hoy. Ediciones Mágicas 2006. Publicaciones
Puertorriqueñas, Inc. Rio Piedras, San Juan, Puerto Rico.
[2] Héctor Meléndez. Obra citada.
[3] El subrayado es nuestro)
[4] El subrayado es nuestro.
[5] Héctor Meléndez. Obra citada.
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